Nuevos permisos de exploraciones sísmicas amenazan la costa mediterránea.
Por Marc Gavaldà*
El gobierno demuestra una vez más su apuesta por un modelo energético basado en los combustibles fósiles, aunque en ello sacrifique la calidad de tierra, mar y aire. A las numerosas y extensas concesiones de exploración de gas de esquisto que han puesto en pie de guerra a plataformas ciudadanas en varias regiones, ahora se le añaden las concesiones para encontrar petróleo en la costa mediterranea. Repsol, Seabird Exploration y Cairn Energy dispondrán de millones de hectáreas de superficie marina para buscar más hidrocarburos.
Petróleo frente al Delta
En 1981 Repsol inició la extracción de petróleo en la plataforma Casablanca, a decenas de kilómetros del Delta del Ebro. Su producción, junto a los pozos Boquerón, Rodaballo y Chipirón, es anecdótica (2.000 barriles diarios) si se compara con el consumo de 1,31 millones de barriles diarios en el Estado Español. Des del pasado 20 de octubre se triplicó la producción gracias a los nuevos pozos de Lubina y Montanazo, situados en aguas profundas – más de 300 metros de lámina de agua – “lo que genera pocas garantías de seguridad técnica”, como denunciaba en 2011 la Plataforma tarraconense “Futur o Petroli”, formada por organizaciones ecologistas locales.
De hecho, un nutrido historial de vertidos, ocurridos en la zona de operación y desplazados en forma de manchas de chapapote a las turísticas playas de Tarragona, avalan los temores ecologistas y refuerzan la creencia popular de que la empresa es intocable. El recuerdo de las declaraciones de Teresa Pallarés, subdelegada del gobierno en Tarragona, que aseguró en 2010 la evaporación “en un fin de semana de condiciones metereológicas óptimas” de una mancha de 1.900 hectáreas de crudo, quedarán para la posteridad. En esta ocasión, la compañía fue multada con la simbólica suma de 30.000 euros, aproximadamente un 0,3% de sus beneficios netos diarios.
El pasado 31 de diciembre, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba la solicitud de Repsol para iniciar una nueva fase de exploración sísmica 3D. Con una inversión de 2 millones de euros, la compañía repasará, con la ayuda de 8 aparatos de ondas sónicas las estructuras geológicas a 3.000 metros de profundidad del subsuelo marino.
Ecologistes en Acció presentó puntualmente alegaciones y manifestó la necesidad de paralizar el proyecto. Denuncian las evidencias científicas que alertan del impacto de la actividad sísmica en cetáceos, algo que la compañía indirectamente reconoce, al afirmar que la actividades “se ejecutarán en un periodo en el que no transiten cetáceos”. Biólogos marinos consultados al respecto, dudan de la nula presencia de estos mamíferos marinos en ninguna época del año. De hecho, la misma empresa ha sido cuestionada por este hecho, en los 9 bloques que opera frente a las islas de Fuerteventura y Lanzarote y que a principios de 2012 anunciaba que podrían suministrar, si no le impide la oposición local, el 10% del consumo de petróleo del Estado Español.
En 2002, un informe de Universidad de La Laguna, ya recogía evidencias del daño que generan los disparos de aire comprimido (air guns) en los tejidos corporales y estructuras auditivas, así como cambios de rutas migratorias y alejamiento. También numerosos articulos científicos vinculan las actividades de exploración sísmica con la reducción de capturas de especies comerciales, algo que desde hace años denuncian los pescadores de la Cofraria de Pescadors de l’Ametlla, población vecina al Delta.
Peinando el mar
En un contexto de agotamiento global de petróleo, algunas compañías apuestan por buscar yacimientos para el mejor postor. En junio de 2011, la noruega Seabird Exploration solicitó al ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Medio Marino los permisos para realizar una campaña sísmica “en áreas libres del Golfo de León, frente a las costas de Cataluña y Baleares”. Seabird Exploration es una compañía especializada en la obtención de datos sísmicos que más tarde trasmite directamente a sus clientes- grandes petroleras como Total, BP, Chevron o Shell o a quien pague más por ellos. Se trata, según la jerga petrolera de una campaña “especulativa”: hacen la sísmica y luego la venden a otras compañías. La fragmentación de los proyectos hidrocarburíferos entre diferentes empresas, aumenta todavía más las condiciones de impunidad ambiental: “En caso de una merma considerable de la pesca, por ejemplo, la sociedad no podrá apuntar a sus responsables”, advierte en Catalunya un activista de la Plataforma de Seguiment de les Indústries Extractives (PSIE). En 2002, por ejemplo, una empresa con sede en Tejas, TGS, ya hizo una campaña sísmica desde Castelló hasta Xàbia, ante el completo desconocimiento público.
La apuesta mediterránea de Cairn Energy
En la misma línea, una pequeña empresa con operaciones marginales en Groenlandia, Mar del Norte, Albania y Marruecos ha puesto el ojo el las aguas de nuestro litoral. El pasado 17 de enero el BOE hacía eco de la solicitud de la empresa Capricorn Spain SL, filial española de la multinacional escocesa Cairn Energy, de explorar hidrocarburos en doce nuevos lotes en el entorno del Cabo de Creus. Éstas alcanzarían más de un millón de hectáreas mar adentro (unos 11.500 kilómetros cuadrados), afectando las aguas de la Costa Brava y el Maresme y amenazando las Reservas Marinas del Cap de Creus y las Illes Medes. Estos permisos se añadirían a las 400.000 hectáreas de superficie marina en el litoral valenciano, donde espera la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental para realizar exploraciones sísmicas 3D y por el cual, abrió oficina en Madrid creando cuatro puestos de trabajo: un geólogo, un geofísico, una telefonista y un relacionista corporativo.
* Campaña Repsolmata (http://repsolmata.ourproject.org)