Hay consenso global sobre la responsabilidad del hombre en el cambio climático y en los daños que sufre el medioambiente. Un especialista habla desde Berlín sobre la figura de crímenes contra la naturaleza que ahora es sujeto de derecho.
Paulo Tavares ha sido uno de los expertos convocados por el proyecto antropoceno en la Haus der Kulturen der Welt (Casa de las Culturas del Mundo) de Berlín donde se celebró un encuentro internacional para debatir sobre el futuro de nuestro planeta modificado por la presencia, a veces agresiva, del ser humano. Tavares es un arquitecto y urbanista brasileño que enseña en el Goldsmith College de Londres. Su trabajo está relacionado principalmente con políticas espaciales, ecología y medios. Su proyecto reciente indaga en las relaciones entre la violencia contra el medioambiente y legislación y colonización de la Amazonia durante el gobierno militar de Brasil.
¿Por qué llevó una semilla del árbol de caucho al panel donde realizó su exposición?
Esa semilla cambió la historia de la tierra, la historia natural, pero también fue fundamental para ciertas transformaciones de la geopolítica del mundo. A fines del siglo XIX era una de las commodities más importantes para la industrialización emergente en Europa. Uno de los que alentó esa fiebre del caucho fue un explorador británico, Henry Wickham, que cometió quizás el primer caso de biopirateria cuando sacó esas semillas de Brasil y las llevó para un lugar que se llama Kew Gardens, uno de esos grandes invernaderos que funcionaron como máquinas para domesticar la naturaleza. De alguna forma esas construcciones arquitectónicas representan un modelo como el efecto “estufa” funciona a escala mundial. Pero en este momento era solamente un lugar en que vos podías controlar el clima, una especie de atmosfera. Y los británicos las volvieron una máquina colonial cuando consiguieron domesticar esa semilla que en la Amazonia era un árbol salvaje. Después lo exportan para el Sudeste de Asia. Eso hace que el comercio en Amazonia haya declinado. El monopolio cae. Entonces se da un cambio económico global, pero simultáneamente tenés una modificación del propio paisaje de la tierra en el sentido de que todas esas plantaciones van afectar en la propia dinámica ambiental. En ese sentido hay una transformación de la propia historia natural de la tierra, pero simultáneamente una transformación de la propia política económica mundial.
¿Cuáles son los desafíos de la era del Antropoceno?
El discurso ecológico nace a fines de los sesenta dentro de los debates contraculturales, en reacción a la expansión del parque industrial y la expansión de la agricultura industrializada, producto de la “revolución verde”. Simultáneamente surge la pregunta por la potencialidad, de la capacidad de la tierra, hay una serie de publicaciones, la más famosa tal vez sea Los límites del crecimiento del Club of Rome, que es una crítica hacía la política desarrollista que empieza en la posguerra. De ahí viene la idea de la ecología. Pero paralelamente, hay una nueva fiebre mundial por los recursos por la crisis energética, la crisis del petróleo. Y en ese momento la búsqueda de petróleo en la Amazonia y otras partes del mundo se intensifica. Creo que actualmente estamos en un momento similar. También tenemos una ansiedad acerca del futuro, la capacidad ecológica del planeta de sustentar la humanidad. Y a la vez estamos viendo una fiebre global por la tierra, por la minería, por los recursos naturales en general. La diferencia entre hoy y los años setenta consiste en que desde los 2000 tenemos cambio climático, algo irreversible. Entonces los desafíos consisten en la revisión del modelo desarrollista, del extractivismo. No tenemos que repensar nuestro propio sistema epistemológico. Como nos organizamos las cosas en el mundo. La naturaleza siempre fue considerada un objeto de apropiación, que puede ser pasivo de propiedad. Y ahora repensar esto es un cambio radical porque significa mudar sistemas legales, organizativos, institucionales. Significa repensar formas culturales de relacionarse con el otro que es la naturaleza, pero también repensar paradigmas científicos. Los desafíos son entonces múltiples, porque tocan nuestro propio modo de ver el mundo, la cosmología occidental.
¿En qué consiste su intervención en el proyecto del antropoceno de Berlín?
Trabajo la historia de América Latina que está muy conectada con la extracción de recursos naturales. Me interesa replantear otra relación entre cultura y naturaleza, algo que también veo en esa transformación ambiental-ideológica que el concepto del antropoceno está intentando discutir. En Ecuador trabajo los derechos de la naturaleza que fueron introducidos en la última Constitución de Ecuador y en Bolivia. Introdujeron la figura de la naturaleza como sujeto de derechos.
En la práctica ¿cómo se ejecuta ese concepto legal?
Está en disputa. Y tenemos una serie de gobiernos que asumen el poder e implementan políticas sociales redistribuyendo la renta, pero mantienen el modelo desarrollista basado en la extraccion de recursos naturales. Entonces, en la práctica el estado de los derechos de la naturaleza está en un momento muy conflictivo.
¿Cuál es la situación de la Amazonia?
Yo investigo la ocupación y colonización de la Amazonia y cómo la naturaleza y el ambiente están implicados dentro de los procesos políticos y culturales. En 2009 se produjo lo que los peruanos llaman la insurrección amazónica –una serie de protestas que ocurrieron dentro del territorio peruano. Esas protestas se dirigieron contra la renovación de una ley que se llamaba ley de floresta. El cambio de esa ley abrió el territorio de la Amazonia para la privatización. Al abrir el territorio para la privatización, modificó la propia idea de la naturaleza de una cierta manera porque ella iba a generar una especie de apertura para privatizar esa área y tornar partes de esa Amazonia en tierras cultivables. Entonces la ley modificó la propia idea de naturaleza en esa zona: lo que es cultivable y lo que sigue siendo naturaleza. En mis investigaciones observé cómo un sistema legal no está basado en la naturaleza, o sea no tenemos la naturaleza por un lado y la cultura por el otro. No es que la naturaleza esté definida de antemano, la ley es un vector de definición de lo que entendemos como naturaleza. La Constitución de Ecuador está proponiendo una idea diferente de la naturaleza: se vuelve sujeto de derechos, como el ser humano. Se da un cambio epistemológico en relación a la naturaleza.
¿Cómo analiza el caso de la soja en Paraguay, una planta que está cambiando el paisaje?
El avance de la soja en Sudamérica es un buen ejemplo para ver cómo la política está conectada con la transformación de la historia de la tierra. Paraguay tuvo un golpe el año pasado. Ese golpe se dio por una cuestión que ha sido la cuestión fundamental para casi todos los golpes de estado que América Latina vivió durante mucho tiempo. Es la cuestión de la tierra. En relación con la soja, la cuestión era si Paraguay iba a o no aceptar la expansion de lo que ellos llaman la República de la soja. O la introducción de más semillas genéticamente modificadas. Lo que ellos llaman un golpe constitucional tuvo efectos inmediatos en la redefinición de lo que entendemos como naturaleza en el sentido de que aquí va a haber más plantaciones de soja. La expansión de la soja en el Brasil de los setenta es un proyecto realizado sobre el régimen militar. La noción del Antropoceno nos dice que no podemos separar la historia natural de la historia política.
¿Y cuándo llegan a la Justicia los casos por violación de derechos naturales?
Los derechos no-humanos son una cosa implementada en la constitución de Ecuador y se van desarrollando a través de algunos casos. Un caso concreto, por ejemplo, es el desastre en el Golfo de México con la plataforma de la British Petroleum (BP). Una serie de activistas de Ecuador pero tambien internacionales, hicieron un caso contra la BP, pero dentro de Ecuador por los derechos de la naturaleza. Ese caso contra la BP se basaba en dos argumentos: si uno tiene la figura jurídica de los derechos, está también el derecho de reparación por el daño sufrido, entonces los pescadores del Golfo van a la Justicia y piden indemnizaciones. Pero en relación con la reparación para la naturaleza no hubo nada. Y como los derechos de la naturaleza no son una ley implementada mundialmente. No existe una corte internacional –como en el caso de los derechos humanos– aunque ya existen propuestas para instalar una corte para crímenes contra la naturaleza. Entonces los activistas apelaron ante la Corte Suprema del Ecuador amparándose en el principio de juridicción universal. Porque si hay un crimen que afecta a la humanidad, entonces vos podés dirigirte a autoridades judiciales dentro de tu país para juzgar cualquier persona en el extranjero por crímenes como genocidio. El caso ejemplar era el caso de Pinochet. En Ecuador pasó lo siguiente. Ellos decían que no se puede llevar el caso a la corte en EE.UU. y pedir reparacion para la naturaleza. Una de las cosas que pedían como reparación –la recompensa no podía ser económica, porque no tenía a quién dar el dinero– entonces el mecanismo que ellos inventaron era si la BP derramó tal cantidad de barriles de petróleo, ellos tienen que ser obligados a dejar en el suelo la misma cantidad. Reparar el daño.