Chris Lang
Después de dos semanas de pleitos, el único resultado de la COP-15 fue el “Acuerdo de Copenhagen” En una conferencia de prensa el 19 de diciembre de 2009, el agotado Secretario Ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático Yvo de Boer describió el Acuerdo de Copenhagen como “un acuerdo impresionante”. Luego enumeró sus problemas: no es jurídicamente vinculante; no establece metas de reducciones de emisiones para los países industrializados; no indica qué harán los grandes países en desarrollo; menciona un financiamiento de $30 mil millones de dólares pero no dice nada sobre quien asumirá la responsabilidad de recaudar el dinero. “Tenemos mucho trabajo que hacer en el camino a México,” dijo de Boer.
El Acuerdo de Copenhagen no fue aprobado formalmente por la Conferencia de las Partes, porque no todos los países estuvieron de acuerdo con ello. Al lugar de aprobarlo, la COP-15 “toma nota” del Acuerdo, “que significa que no tiene ninguna vigencia” según señaló la organización ambientalista Amigos de la Tierra en un boletín de prensa.
Primero, Estados Unidos destruyó las negociaciones sobre REDD, luego destruyó todas las negociaciones de Copenhagen.
No obstante, el “Acuerdo de Copenhagen” tiene sus aficionados: “un buen comienzo” (Bob Deans, NRDC), “un paso adelante” (Ban ki-Moon, Secretario General de la ONU), “un gran paso adelante” (David Axelrod, el asesor principal de Obama), “los primeros importantes pasos” (Fred Krupp, Environmental Defense Fund), “un primer paso” (Carl Pope, Sierra Club).
Con tantos primeros pasitos y comienzos, más bien parece que Copenhagen fue la primera Conferencia de las Partes y no la decimo-quinta Conferencia de las Partes. Pero no es así, la ONU ya lleva 17 años discutiendo el cambio climático. A estas alturas del partido, el único paso que el Acuerdo de Copenhagen toma es por la barranca hacia el abismo.
Además, un trato sobre REDD sin un acuerdo para reducir las emisiones provenientes de la quema de los combustibles fósiles es un desastre para los bosques del planeta. Ese es el resultado de Copenhagen.
Se menciona REDD en el Acuerdo de Copenhagen:
“6. Reconocemos el papel crucial de la reducción de emisiones por deforestación y degradación forestal y la necesidad a aumentar el secuestro de emisiones de gases del efecto invernadero por los bosques y estamos de acuerdo con la necesidad de proporcionar incentivos positivos para tales acciones a través del establecimiento inmediato de un mecanismo incluyendo REDD-plus, para facilitar la movilización de recursos financieros de los países desarrollados“. (Traducción No-Oficial)
“El financiamiento aumentado, nuevo y adicional, predecible y adecuado” se proporcionará a los países en “desarrollo”, “incluyendo financiamiento substancial” para REDD.
El Acuerdo explica que el Fondo Verde de Copenhagen para el Clima tendrá un valor de 10 mil millones al año entre 2010-2012. El financiamiento para “la silvicultura” se incluye en este monto. Para el 2020, “los países desarrollados se comprometen a una meta de movilizar conjuntamente 100 mil millones de dólares al año”. No es ninguna sorpresa que los mercados de carbono se señalan como una de las formas para recaudar esos fondos:
“7. Decidimos aplicar varios enfoques, incluyendo las oportunidades de utilizar los mercados, para mejorar la relación coste-eficacia y para promover acciones de mitigación”. (Traducción No-Oficial)
Cerca al final de la conferencia de Copenhagen, seis países, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Japón, Australia y Noruega, se comprometieron con 3.5 mil millones de dólares en los próximos tres años para dar inicio a REDD.
Durante Copenhagen, REDD se discutió en dos órganos: el Órgano Subsidiario para Asesoría Científica y Tecnológica (SBSTA) y el Grupo de Trabajo de Composición Abierta sobre Compromisos de Largo Plazo (AWG-LCA).
El SBSTA preparó un proyecto de decisión sobre temas metodológicos de REDD, que fue aprobado por la COP-15.
El proyecto del texto de LCA sobre REDD (FCCC/AWGLCA/2009/L.7/Add.6) quedó bailando en el vacío a partir del 15 de diciembre. Este proyecto de texto es profundamente viciado. No incluye ninguna mención de metas para detener la deforestación. No hay compromisos de financiamiento de largo plazo. Las salvaguardas son tan débiles que mejor sería que no existieran. El problema de las fugas no se aborda en serio. Ni siquiera se menciona el principio del consentimiento libre, previo e informado de los Pueblos Indígenas.
Los Pueblos Indígenas han insistido que se incluyera la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en el texto sobre REDD. De hecho el nombre de la Declaración sí se incluye en el texto. Pero todas las salvaguardas están sujetas a las palabras “promovidos” y/o “apoyados”.
Así que para cumplir con las “salvaguardas” y, por lo tanto, poder recibir financiamiento de REDD, un gobierno puede simplemente decir que está apoyando el respeto para los conocimientos y los derechos de los pueblos indígenas. Probablemente organizar una reunión en la capital del país e invitar unos cinco representantes indígenas sería suficiente. La palabra “promover” es aún más débil. Y la palabra “deberían” proporciona aún más oportunidad para esquivar cualquier deber.
Asombrosamente, el presidente de las negociaciones sobre REDD, Tony La Viña lo describió como “un buen texto, especialmente en cuanto al alcance y las salvaguardas.” Pero las “salvaguardas” en el texto sobre REDD son apenas una lista de cosas positivas que idealmente se deberían realizarse.
Si, como Jeff Horowitz, co-fundador de Avoided Deforestation Partners, usted cree que debemos salvar los bosques cueste lo que cueste y así permitir que la contaminación continue en el Norte, entonces, el texto sobre REDD es lo que usted esperaba. “No podemos decir a la gente que dejen de manejar sus carros y camiones. Pero si podemos detener la deforestación,” Horowitz declaró a CNBC. “El valor está en el carbono.”
Para aquellos que creen en la importancia de los derechos humanos, los derechos de los Pueblos Indígenas, los derechos de las comunidades locales y los derechos de la tierra, ahora es el momento para dejar de apoyar a REDD. ¿No Derechos? ¡No REDD!
Fuente: Servindi