La aprobación de la Reforma Energética favorecerá la extracción de petróleo en yacimientos como el de Chicontepec mediante el “fracking”, técnica prohibida en varios países por sus consecuencias devastadoras para el agua y otros bienes naturales, previó Eduardo Gómez Caña, de la Unión Nacional de Profesionales Técnicos del Petróleo.
En consecuencia, el especialista auguró el agotamiento de los mantos acuíferos en municipios de la sierra baja poblana donde se ha recurrido al fracturación hidráulica, como en el campo El Escobal en Venustiano Carranza incluido en el proyecto conocido como Activo Integral Aceite Terciario del Golfo.
En entrevista afirmó que la fractura hidráulica “es uno de los engaños más grandes pues el producto final es demasiado caro. El contexto geográfico donde se encuentra el hidrocarburo (del Paleocanal de Chicontepec) hace que se encuentre en cápsulas pequeñas y resulta demasiado caro extraerlo”.
A pesar de ello las empresas transnacionales aplicarán la técnica de la fractura hidráulica, “lo que traerá contaminación y destrucción de los ecosistemas serranos”.
Agregó que con el gobierno del Enrique Peña Nieto se dio continuidad a la “creencia” de que en Chicontepec existe mucho petróleo, pero no hay tecnología para extraerlo a precios competitivos y hacer rentable el proyecto.
En ninguna parte del mundo, agregó, la fracturación hidráulica es considerada sustentable por los daños directos que causa a los cuerpos de agua tanto por el uso de grandes cantidades del bien natural como por su contaminación con otros productos químicos.
“Los únicos beneficiarios serán las trasnacionales, pues a ellos solo les paga la extracción pero los daños ambientales no serán una responsabilidad para ellos. No se les obliga a sujetarse a las leyes ambientales del país, ellos sólo extraen”, afirmó.
Caña Morales consideró al ATG como una amenaza para el medio ambiente de la región costera del golfo por lo que debe ser cancelado.
El fracking consiste en la perforación del suelo a una profundidad de entre 3 o 4 mil metros y la fractura del subsuelo con la inyección de hasta 30 millones de litros de agua, combinados con decenas de miles de litros de productos químicos en una fórmula tan secreta, como la de la Coca-Cola, que incluye ácidos, bactericidas, estabilizadores de arcilla, inhibidores de corrosión, reticulantes, gelificantes y controladores de metales, entre otros.
Más del 50 por ciento de los líquidos inyectados a los pozos vuelve a la superficie y “una vez separados los hidrocarburos obtenidos, se desecha un efluente tóxico en el que además de los aditivos originales, hay elementos radiactivos y otros cancerígenos presentes en las rocas del subsuelo” que contaminan tierras fértiles y aguas, por ello el método ha sido cuestionado y prohibido en países europeos como Francia, Bulgaria, Irlanda, además de Canadá y algunas provincias argentinas.
Según el ensayo “La geopolítica del fracking” publicado en la revista Nueva Sociedad en marzo de este año, además de los efectos devastadores para el medio ambiente, detrás de su uso hay poderosos intereses económicos y políticos, enfermedades y hasta “movimientos telúricos por las fallas provocadas a la corteza terrestre”.