La extracción de hidrocarburos por fracking es tan destructiva que no hay regulación que alcance para mitigar los riesgos que presenta. Su altísimo consumo y la contaminación de agua, su contribución al cambio climático, la emisión de gases contaminantes, las consecuencias a la salud, el tránsito continuo y pesado en las carreteras, la pérdida de valor de las viviendas y la violación de derechos humanos definen al fracking por donde va. Su ocupación territorial intensiva hace que no haya escapatoria a todos estos daños.
Por: Claudia Campero (@claucampero)
Con la reforma energética aprobada, la expectativa está en cómo quedarán las leyes secundarias. La reglamentación que se ofrezca para vigilar la extracción de hidrocarburos por medio de fractura hidráulica o fracking quedará corta al menos que se prohíba la práctica. Francia y Bulgaria lo han entendido bien y han establecido prohibiciones nacionales, también las comunidades autónomas de Cantabria, La Rioja, Navarra y Cataluña en España, mientras que provincias como Quebec y Newfoundland en Canadá han impuesto moratorias. Sucede que en estos sitios, y en muchos otros, se han dado cuenta de algo que debiera ser evidente: no hay forma de hacer fracking seguro.
Cuando escucho al señor Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan José Guerra, asegurar que implementarán “la mejores prácticas posibles”, me pregunto de dónde las va a sacar. ¿Dónde se ha visto que el fracking no provoque daños irreversibles?
A lo mejor se refiere a Pensilvania, un estado que entró al boom de la explotación de hidrocarburos de lutitas hace unos 5 años, donde los pozos se construyen a 2 millas de guarderías, escuelas u hospitales. También en este estado se ha demostrado que se desconoce a dónde ha ido a parar una quinta parte de las aguas residuales altamente contaminadas, por problemas con la forma de reportar estos datos. Dimock, Pensilvania, se ha hecho tristemente famoso por el grado de contaminación del agua que sufren sus habitantes.
Posiblemente se refiere a Texas, donde se inventó el fracking como ahora lo conocemos. Ahí la agencia de regulación de la calidad del aire ignora el grado de contaminación que existe en las zonas donde se extraen los hidrocarburos en Eagle Ford, porque simplemente no lo monitorea. Con compuestos orgánicos volátiles liberados, las consecuencias a la salud de las personas son dramáticas (cáncer, problemas neurológicos), siempre afectando a las personas más vulnerables primero, las y los niños, embarazadas y personas mayores.
¿Qué tal que se refiere a Wyoming donde la EPA reportó la contaminación de aguasubterránea y superficial por el fracking? Aquí se detectó benceno y metano en los pozos de agua y se les dijo a los habitantes que no tomaran el agua de la llave. Bueno, menos mal que se les avisó, no siempre sucede.
Otra posibilidad es que el Secretario se refiera a Colorado donde de una tina disque impermeable se fugaron 1.6 millones de galones de agua residual altamente contaminada que eventualmente fueron a dar al río Colorado.
La extracción de hidrocarburos por fracking es tan destructiva que no hay regulación que alcance para mitigar los riesgos que presenta. Su altísimo consumo y la contaminación de agua, su contribución al cambio climático, la emisión de gases contaminantes, las consecuencias a la salud, el tránsito continuo y pesado en las carreteras, la pérdida de valor de las viviendas y la violación de derechos humanos definen al fracking por donde va. Su ocupación territorial intensiva hace que no haya escapatoria a todos estos daños.
La extracción de hidrocarburos de lutita no son parte de la transición a las energías renovables como lo dice el discurso oficial, son una profundización de la dependencia en combustibles fósiles y la condena de amplios territorios del país. No experimentemos cuando ya sabemos los resultados. Es urgente prohibir el fracking.
* Claudia Campero es organizadora para América Latina con Blue Planet Project y Food & Water Watch y forma parte de la Alianza Mexicana contra el Fracking.