Se origina por las bacterias en proceso de biodegradación de la materia orgánica.
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ha conformado un grupo de trabajo especializado en la producción de energías renovables, entre ellas el biogás. El objetivo es potenciar el desarrollo de esta tecnología en el país en busca de una nueva fuente de energía, que además es no contaminante.
El biogás es una mezcla de gases compuesta principalmente por metano, dióxido de carbono, hidrógeno, sulfuro de hidrógeno y vapor de agua. Se origina por las bacterias en el proceso de biodegradación de la materia orgánica en condiciones anaeróbicas, es decir en ausencia de aire.
En el mecanismo, de mucha complejidad, millones de microorganismos conviven en una simbiosis, donde unos organismos dependen de la actividad de los otros. La primera etapa es la hidrólisis, luego se pasa a la producción de ácidos y finalmente se obtiene el metano, que es el principal componente del gas natural.
Para su producción se necesitan dispositivos llamados biodigestores y sus costos dependen del material que se use para construirlos, que van desde membranas hasta acero inoxidable. Los biodigestores son alimentados con estiércol de vaca u otros animales, residuos orgánicos domiciliarios o industriales.
De acuerdo con el alimento que se suministre al digestor, la producción de biogás varía considerablemente. Así por ejemplo una tonelada de estiércol de vaca permite producir 183 metros cúbicos de gas, mientras que la misma cantidad de aceite usado eleva el rinde a 870 (ver tabla).
La producción de biogás tiene amplia difusión en China y la India con la instalación de biodigestores de pequeños volúmenes, ya que tienen la mayor parte de su población en zonas rurales. También Cuba ha recurrido a esta tecnología en virtud de su déficit de combustibles fósiles.
Entre los países europeos, Alemania lidera el desarrollo del biogás: produce 1.600 megavatios (MW) de electricidad y 6.000 millones de metros cúbicos de biogás para diferentes usos. En Sudamérica, Brasil tiene un gran desarrollo y en menor medida Colombia y Perú.
Experiencia Argentina
En nuestro país existen diversos proyectos en el ámbito privado con generación de importantes volúmenes de biogás. Es el caso de una empresa productora de gelatinas en Sauce Viejo, en el parque industrial de Santa Fe, y también de una cervecería en la capital de esa provincia, que posee tres biodigestores de 5.000 metros cúbicos.
En Tucumán, una importante citrícola se encuentra trabajando en la producción de biogás y comercializa bonos de carbono. En el ámbito agroindustrial, un emprendimiento porcino en Marcos Paz (Córdoba) y varias ONG en el interior de la provincia de Buenos Aires también están experimentando esta alternativa en base de guano de pollo y restos de frigoríficos.
En el sector público, quienes más han avanzado en el tema son las universidades. La Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe) ha realizado emprendimientos en colegios agrotécnicos, como el de la localidad de Emilia, donde se recicla la totalidad de residuos urbanos y se los destina a un biodigestor de la escuela, que elabora dulces.
Estos emprendimientos son de menor envergadura energética, pero generan un alto impacto de concientización ecológica y educativa que demuestra que no tienen por qué existir los basurales a cielo abierto. Esta tecnología es muy útil para los servicios de tratamiento de la fracción orgánica de basurales.
Según el coordinador de los grupos de Biogás del INTI, el ingeniero Edgardo Maroni, ese organismo “posee 17 proyectos en marcha con distintos grados de avance en distintos puntos del país y que vinculan a tambos, producción avícola, feed lots, subproductos de la producción de biodiésel, orujo de uva y torta de aceitunas”.
Maroni dice que “la idea es generar biodigestores que solucionen determinados problemas y que se genere un efecto multiplicador, de manera de generar energía de biomasa de forma descentralizada”.
Río Negro