Por Marcelo García (Exclusivo/El Extremo Sur).
La Cuenca Neuquina y Vaca Muerta se han transformado en el principal punto de atracción para las inversiones de las operadoras petroleras.
El proceso de corrimiento arrancó en 2012, aumentó su potencia en 2013 y alcanzó su punto más elevado en 2015. Las compañías multinacionales envían sus mayores flujos de inversiones a la Cuenca Neuquina para la explotación del gas y los no convencionales, desinvirtiendo en el resto de las cuencas de hidrocarburos convencionales, especialmente en la del Golfo San Jorge.
En los últimos años se viene produciendo un marcado corrimiento de las inversiones petroleras hacia Neuquén y sus zonas de influencia, concentrándose este año en la Cuenca Neuquina el 63% de los fondos invertidos, mientras que Chubut y el norte de Santa de Santa Cruz apenas llegarán al 24% del total que se invertirá en el país. De los 6.500 millones de dólares proyectados, 4.100 millones irán hacia la Cuenca Neuquina.
El desplazamiento hacia la Cuenca Neuquina tiene que ver especialmente con la priorización de la explotación de los hidrocarburos no convencionales, que este año concentrarán el 45% de todas las inversiones que realizarán las operadoras, destinando 2.970 millones de dólares para la explotación de shale y aportando los 3.540 millones restantes para la explotación de los recursos convencionales tradicionales. En 2012 dicha relación era de solo el 14% en favor de los no convencionales.
Mucho antes que se desatara la crisis del precio internacional del petróleo, cuando en 2012 el WTI fluctuaba por encima de los 97 dólares el barril, las petroleras comenzaron a enfocar sus proyectos inversores en los no convencionales, tanto a nivel mundial como en el incipiente camino que comenzaba a desandarse en la Argentina con los enormes yacimientos de shale existentes en Vaca Muerta.
Hasta el final de la década pasada fue la Cuenca del Golfo San Jorge (CGSJ) la que capitalizó el mayor flujo de inversiones para la explotación de los hidrocarburos convencionales, aunque con el aumento de la demanda de gas Neuquén capitalizó un crecimiento importante que apuntó a incrementar la producción gasífera para saciar el consumo de gas para el mercado interno; que apuntaba a reemplazar las costosas importaciones.
El secreto Chevron
La primera puntada para hilvanar el desembarco de las operadoras en Vaca Muerta la dio la gestión nacional de Cristina Kirchner, con Axel Kicillof como ministro de Economía y Miguel Galuccio como CEO de la YPF que acababa de ser parcialmente estatizada cuando se le expropió a Repsol el 51% del capital accionario.
A partir del acuerdo secreto firmado por la YPF comandada por Galuccio con la estadounidense Chevron se desató un proceso que como un meticuloso juego de dominó fue involucrando cada vez más a las operadoras, inclinando la balanza de las inversiones hasta la situación actual, donde los convencionales y Vaca Muerta se presentan casi como el único rubro de interés para las compañías multinacionales que se apuran para desembarcar en tierras neuquinas.
Con la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y la posterior firma de la “adenda” que impuso la flexibilización laboral para aumentar la productividad a través de la baja de los costos -que incluyó miles de despidos, inclusive en la propia Cuenca Neuquina-, el proceso inversor iniciado hace seis años ingresó en un aceleramiento que este año llegará a concentrar casi 3.000 millones de dólares.
Desinversión en la CGSJ
Con el argumento de la crisis internacional, las operadoras que poseen concesiones en la CGSJ comenzaron a mudar sus inversiones hacia Neuquén para ordeñar el yacimiento de Vaca Muerta. Dicha argumentación posee elementos de falacia, ya que el proceso se inició bastante antes que el crudo bajara sus precios en el mundo y es de esperar que ni siquiera la “adenda” para los convencionales en Chubut permita revertir dicha situación. Sí es posible que se consiga en el futuro un cierto equilibrio, producto de los menores costos laborales y el aumento de rentabilidad como consecuencia de la productividad.
El precio promedio del WTI fue de 94 dólares en 2012, 98 dólares en 2013 y 93 en 2014; recién en 2015 bajó a 48 dólares y en 2016 cerró a 43, aunque en el primer trimestre del 2017 trepó a los 51 dólares.
La desinversión en Chubut y el norte de Santa Cruz se inició en 2012 con altos precios internacionales y se ahondó con los valores del crudo que se suscitaron en el año pasado y el actual. Las proyectadas para 2017 llegaron al nivel más bajo de toda una década.
De pasar a ser el epicentro productivo del país durante casi 100 años, con la llegada del nuevo milenio y desde la privatización de YPF la CGSJ fue paulatinamente dejando de ser prioridad para las compañías multinacionales que comenzaron a operar en el país.
El primer gran cambio se vinculó a la explotación gasífera que fue creciendo en base al aumento de la demanda del mercado interno y focalizándose en los grandes reservorios de gas existentes en la Cuenca Neuquina, como por ejemplo el yacimiento de Loma La Lata; pero a partir de explosión del fracking a nivel mundial, la prioridad extractiva se focalizó en los recursos no convencionales por encima de los tradicionales de Chubut y Santa Cruz.
Hasta 2012 la tendencia inversora entre la CGSJ y la Neuquina tuvo fluctuaciones menores, intercambiándose los roles de liderazgo, pero un cierto equilibrio que determinaba que en la CGSJ se priorizaba la extracción de petróleo y en la Neuquina la de gas.
Dicha estabilidad que mantuvo cierto equilibrio estalló por los aires cuando se abrió al mercado la explotación de los convencionales neuquinos, y aunque la brecha entre ambas cuencas se potenció exponencialmente hasta 2014, en 2015 se produjo el último año de crecimiento de las inversiones en la CGSJ y la Cuenca Neuquina mantuvo su tendencia alcista profundizando las diferencias entre ambos reservorios de hidrocarburos.
Durante los primeros años de la última década, la CGSJ mantuvo supremacía de inversiones por sobre la Cuenca Neuquina, totalizando el 42,3% del total invertido en 2008 cuando la CN acaparó el 40,8%. En 2009 esa relativa paridad se rompió en favor de la CGSJ, mostrando el último desequilibrio marcado a su favor, llegando al 51% de todos los dólares invertidos en la Argentina por las operadoras, mientras que la CN llegó a solamente al 37,2%. En 2010 retornó a un nivel más parejo, quedando 45,8% para la CGSJ y 40,5% para la CN.
En los años 2011 y 2012 se produjeron los últimos períodos de cierto equilibrio entre ambas cuencas, aunque los valores se volcaron en favor de la Neuquina con el 45,4% y 48,2% respectivamente; en tanto que la CGSJ llegó a acumular el 41% y 45% del total invertido en el país.
Los flujos de fondos destinados por las compañías petroleras a la CGSJ se estancaron durante los años antes mencionados, manteniéndose en los 2.140 y 2.190 millones de dólares; pero luego fueron aminorando su ritmo de crecimiento hasta decrecer durante el 2016 y los proyectados en este 2017.
El volumen más elevado invertido en la CGSJ se produjo en 2015 con un monto de 3.055 millones de dólares; aunque esa cifra retrocedió considerablemente a 1.678 millones en 2016 y a los 1.548 millones en 2017, representando una caída de casi el 50%. La suma presupuestada para invertir en este año es casi idéntica a la concretada hace una década atrás, cuando en 2007 se invirtieron 1.478 millones y 1.537 millones en el 2009.
Abruptas caídas en Santa Cruz norte y Chubut
Al interior de la CGSJ, las dos orillas vienen sufriendo fuertes retracciones de las inversiones, golpeando con muchísima más fuerza en el norte de Santa Cruz y con una dimensión menor en Chubut.
En los últimos 10 años la peor parte se la llevó la costa santacruceña, que mermó sus inversiones en un -41%, pasando de 860 millones de dólares en 2008 a 506 millones proyectados en 2017. Si la comparación de este año se efectúa con las inversiones de 2015 la retracción es del 60%, porque había alcanzado oportunamente 1.286 millones de dólares.
La porción chubutense no escapó a los sacudones que generaron las restricciones en las inversiones petroleras, reflejando en la última década un retroceso del -11%, pasando de 1.174 millones de dólares a 1.042 millones; mientras que si se comparan los fondos invertidos en 2015 con los proyectados en este 2017 la contracción es del -41%, debido a que pasó de 1.769 millones -el pico más elevado de la década- a los 1.042 millones de dólares actuales.
En los yacimientos del norte de Santa Cruz la empresa que más disminuyó las inversiones fue Sinopec (antes Oxy y Vintage) que redujo el flujo de fondos en un -77%; pasando de 542 millones de dólares en 2008 a los 125 millones proyectados para este 2017.
Aunque YPF en SCN mostró niveles estables en los extremos de la década, la compañía con mayoría accionaria estatal efectuó una fuerte desinversión en los últimos dos años debido a que en 2015 invirtió 965 millones de dólares y los bajó a 342 este año, reflejando una contracción del -64%.
En los yacimientos chubutenses los números más bajos de la década los mostró Pan American Energy, que decreció sus inversiones en un -15%, bajando de 801 millones de dólares en 2008 a los 678 millones actuales. PAE había alcanzado su punto más elevado en 2015, con una inversión de 1.137 millones de dólares, y decayó -40% en dos años.
En sus yacimientos, YPF invirtió en Chubut un 26% más en la última década, pasando de 163 millones de dólares en 2008 a los 206 proyectados para este año; pero esa impronta favorable contiene una caída del -51% entre los 423 millones del 2015 y menos de la mitad para el actual.
CAPSA es la única petrolera que aumentó de manera constante y equilibrada sus inversiones en Chubut dentro de su escala, pasando de 44 millones de dólares en 2008 a los 78 proyectados para 2017, lo que se traduce en una suba del 76% en la década. A lo largo del decenio tuvo varias contracciones en sus inversiones, pero en este 2017 alcanzará su punto más elevado contradiciendo la tendencia decreciente de todas las demás compañías que operan en territorio chubutense.
Apuntando los cañones a Neuquén
El desplazamiento de las inversiones petroleras hacia la Cuenca Neuquina se ha profundizado al punto de concentrarse allí el 63% de los fondos que las operadoras proyectaron invertir en este 2017. Así viene sucediendo desde 2013 cuando el 53% de las inversiones fueron a dicha cuenca, pasando a representar el 58% en 2014 y llegando al 56% en 2015. Aunque la crisis internacional ya se había instalado, durante 2016 acaparó el 62% del flujo inversor destinado a los yacimientos de la Argentina.
Al interior de dicha cuenca, la provincia de Neuquén es el epicentro por encima de las áreas rionegrinas y pampeanas; concentrando actualmente el 85% de las inversiones que las petroleras destinarán a la Cuenca Neuquina, un porcentaje muy superior al 68% que poseía en 2009.
Para 2008 las inversiones en la cuenca fueron de 1.959 millones de dólares y las proyectadas para 2017 llegan a los 4.109 millones, mostrando un crecimiento en el decenio del 110%. Un proceso aún más pronunciado se observa en Neuquén, donde en 2008 las inversiones fueron de 1.401 millones de dólares y para este año treparon a los 3.511 millones, que se traducen en un 150% de incremento.
La Cuenca Neuquina alcanzó su punto más elevado de inversiones en 2015, cuando concentró 5.488 millones de dólares, decreciendo en 2016 a 3.839 millones y proyectando una suba a 4.109 millones para este 2017; entre esos años la variación 2015-2017 mostró una merma del -25%.
En tanto que en los yacimientos ubicados exclusivamente en la provincia de Neuquén, las inversiones para 2015 fueron de 4.467 millones de dólares, pasando a 3.015 millones en 2016 y este año fueron proyectados 3.511 millones de dólares; con un decrecimiento en el trienio del -21%.
El 56% del total de las inversiones que se concretarán en la Cuenca Neuquina serán aportadas solamente por YPF, ya que de los 4.109 millones de dólares que se direccionan a dicha cuenca 2.336 corresponden a las que realizará la compañía con mayoría accionaria estatal.
Por detrás se posicionan Total con 390 millones, PAE con 330 millones, Pluspetrol 185 millones, Exxon Mobil 151 millones y Petrobras 150 millones de dólares.
Es relevante observar la impronta de PAE en Neuquén, ya que destinará este año casi la mitad de los fondos que volcará a Chubut, cuando en años anteriores casi no tenía incidencia en la Cuenca Neuquina.
Todo para el fracking
Durante los últimos 6 seis años las inversiones destinadas a Vaca Muerta y explotación de los recursos no convencionales de Vaca Muerta han totalizado 13.000 millones de dólares; una cifra casi idéntica a la realizada en toda la Cuenca del Golfo San Jorge en el mismo período de tiempo.
2012 será recordado como el del puntapié inicial del fracking en la Argentina, porque en aquel año representaban solamente el 14% del total invertido en todo el país, pero en este 2017 se han convertido en el 45% de todos los fondos volcados por las operadoras en el conjunto de las cuencas productivas nacionales. Esto significa que casi la mitad del flujo inversor se direcciona a la explotación de los hidrocarburos no convencionales.
Con 703 millones de dólares invertidos en 2012 empezó a desandarse el camino del fracking en Vaca Muerta, para aumentar un 322% en 2017 cuando se llegó a los 2.971 millones, que se transformaron en la suma más elevada que piensan realizar las compañías petroleras en los recursos no convencionales.
A pesar de que los precios internacionales del petróleo se mantienen bajos y son la principal excusa para desinvertir en los yacimientos chubutenses y del norte santacruceño, las compañías multinacionales muestran su clara intención de extraer shale a través de la técnica del fracking, despreciando la explotación de los hidrocarburos convencionales del resto del país.
De aquellos 703 millones de dólares de 2012, las inversiones para los no convencionales evolucionaron a 1.397 millones en 2013, 2.437 millones en 2014, 2.865 millones en 2015, 2.712 millones en 2016 y los 2.971 millones de dólares proyectados para este 2017. La acumulación de inversiones en seis años alcanza a los casi 13.100 millones de dólares.
A esos valores se le deben incorporar los 2.382 millones de dólares que las operadoras destinaron a la exploración en vaca Muerta; lo que arroja una suma total de 15.468 millones de dólares. Esa cifra es muy similar a las inversiones en convencionales realizadas por las compañías a lo largo de toda la década actual en la CGSJ.
Como es de suponer, sobre el total de las inversiones petroleras para la explotación de no convencionales, el 96% estuvo destinado a las áreas neuquinas de Vaca Muerta, ya que concentró en seis años 12.607 millones de dólares; y el 70% del total de lo invertido desde 2012 fue aportado por YPF, que destinó 9.235 millones de dólares, repartiéndose el 30% entre las otras 15 petroleras que también posaron su mirada en las opciones para explotar el shale neuquino.
Entre 2012 y 2017 las inversiones para explotación de los yacimientos no convencionales aumentaron un 322%, reflejando claramente el vuelco de las petroleras hacia el fracking ya que las destinadas a los tradicionales recursos convencionales retrocedieron un -15% en todo el país.
En 2012 el destino de fondos para los convencionales fue de 4.165 millones de dólares contra solamente 703 millones destinados al fracking. Ese panorama cambió rotundamente, ya que en este 2017 se proyectaron 3.546 millones para los convencionales y los no convencionales treparon a los 2.971 millones de dólares a pesar de la baja en las cotizaciones del crudo a nivel internacional. Durante 2016 y 2017, las explotaciones de shale alcanzaron a centralizar el 45% del total de las inversiones petroleras nacionales.