El 2019 es un año electoral y Vaca Muerta está en el centro de la escena política. Neuquén y Río Negro son los distritos donde la actividad petrolera no convencional más se ha desarrollado. Ambos anticiparon sus elecciones a la agenda electoral nacional para evitar la polarización entre el macrismo y el Frente del Partido Justicialista. Los partidos provinciales de la norpatagonia decidieron blindarse con una equidistancia que les permite un buen vínculo con el poder central, más allá de quién esté en la Casa Rosada. Una antigua y eficaz estrategia del poder neuquino que es imitada ahora en la provincia vecina. Una posición que el sector petrolero saludó.
El capítulo de Neuquén tuvo como protagonista al Movimiento Popular Neuquino liderado por Omar Gutiérrez, la fuerza provincial lleva más de 60 años en el poder. Con los recursos hidrocarburíferos en sus manos, la conducción emepenista se convirtió en una especie de lugarteniente de Vaca Muerta. Con alrededor de 40 áreas concesionadas principalmente a grandes corporaciones del sector, Neuquén capitanea la era del fracking.
Del lado de la oposición se presentó un frente de raigambre peronista y kirchnerista y. por otro lado, el oficialismo nacional de Cambiemos. Ambas fuerzas muy implicadas con Vaca Muerta: una la impulsó y la otra le dió continuidad, ambas con una fuerte política de subsidios como incentivos a la producción. Ramón Rioseco el candidato kirchnerista se mostró como un buen gestor en la materia, mostrando el manejo del Yacimiento El Mangrullo que co-gestionado por los municipios de Cutral Co y Plaza Huincul. Allí recientemente comenzaron la explotación no convencional de la mano de Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, un íntimo del macrismo. Por su parte, Horacio Quiroga, de Cambiemos, subrayó su alineamiento con la política nacional, pero se diferenció en torno al manejo de la renta extraordinaria que le deja a las arcas provinciales.
El lobby petrolero apoyó al candidato del partido provincial, quién generaba mayor confianza y ofrecía previsibilidad política.
Río Negro es la segunda provincia en extracción de hidrocarburos no convencionales del país. Junto Somos Río Negro, el partido provincial, intentó candidatear al actual gobernador Alberto Weretilneck, pero la Corte Suprema de la Nación resolvió en forma contraria. En su lugar fue la ministra de Turismo, Arabela Carreras. El mandatario sorteó con poco la conflictividad social que surgió con la llegada del fracking a Allen, centro productivo de frutas de pepita. Tras un lustro de explotación y con más de ciento sesenta pozos, Weretilneck sigue afirmando que no hay fracking en Río Negro.
El Frente para la Victoria llevó como candidato al actual intendente de Gral. Roca, Martín Soria, quien en un frente muy amplio intentó llegar al Ejecutivo provincial. Durante la campaña, y tras la pregunta de un vecino de la ciudad de Allen, expresó “¿El fracking? Afuera de la zona productiva, se acabó la joda”. Las alarmas del sector petrolero se encendieron y fue el titular del Sindicato de Petroleros Privados de La Pampa, Neuquén y Río Negro, y también senador neuquino, Guillermo Pereyra el encargado de cuestionar la propuesta enunciada. Nuevamente el empresariado del sector supo a quién apoyar.
Cambiemos logró sumar un magro cinco por ciento. Su candidata fue Lorena Matzen dirigente de la Unión Cívica Radical.
La asociación entre del poder petrolero y el poder político de las provincias comparten agenda e intereses: la renta extraordinaria que genera la explotación. Cambiemos festejó la derrota de las alternativas peronistas, pero no pudo imponer ningún candidato propio. Por último, el cuestionamiento directo al fracking y al consenso extractivista solo estuvo en las fuerzas de izquierda, quienes en Neuquén lograron mantener dos bancas legislativas.