OPSur se reunió en París con representantes de la Asamblea Nacional. Proyecto francés para la prohibir la exploración y explotación de recursos no convencionales.
Por Irina Mendiara.- Mientras en Argentina, después de la nacionalización de YPF, el pensamiento único en materia extractiva coloca como principio incuestionable el desarrollo de la explotación de recursos no convencionales (shale, tight) y se felicita por creer en sus promesas de prosperidad económica sin cuestionar sus costos; mientras la vociferación patriótica de la supuesta soberanía energética recuperada deja en silencio toda difusión de información a la ciudadanía (y su consulta) sobre las consecuencias medioambientales y las perjuicios de este tipo de explotación para poblaciones presentes y generaciones futuras; mientras la Presidenta inaugura un nuevo pozo exploratorio y se entusiasma con avidez: «Queremos ir por todo, por el convencional y el no convencional»[1] ; mientras en Argentina es hora de celebraciones eufóricas que no dejan lugar a preguntas que apenas articuladas son descartadas y acusadas como intentos de desestabilización; mientras este panorama se cristaliza, en otros países el debate público en torno a los no convencionales está abierto y los cuestionamientos son cruciales, vitales.
Es el caso de Francia, que en estos días debate un proyecto de Ley de prohibición de la exploración y la explotación de hidrocarburos no convencionales. En gira por Europa Diego di Risio, representante del Observatorio Petrolero Sur, fue recibido en la Asamblea Nacional en París por diputados franceses preocupados por la situación argentina en materia de no convencionales. Entre ellos, Sergio Coronado – diputado de la 2da circunscripción de franceses en el extranjero (América Latina y Caribe) y presidente del Grupo de Amistad Francia/Argentina – y el diputado François-Michel Lambert de la Comisión de Desarrollo Sostenible de la Asamblea. Este encuentro fue además la ocasión de intercambiar con el autor del proyecto de ley, el diputado François-Michel Lambert, quién pudo así explicar la necesidad de esta iniciativa de ley.
Pero antes de entrar en el proyecto legislativo, que a continuación presentamos traducido, quizás sea pertinente volver sobre el panorama francés respecto de este tipo de explotación. En 2011, gracias a la movilización de colectivos ciudadanos y a la información que se pone en circulación sobre las consecuencias de este tipo de explotación, se vota por primera vez en Francia un texto de ley de prohibición (n° 2011-835 del 13 de Julio de 2011). Desde entonces todos los permisos solicitados para este tipo de exploración por empresas de extracción de hidrocarburos, tanto francesas como extranjeras, son denegados. A pesar de la presión de los industriales -y su cantinela repetida hasta el hartazgo (y no por repetida verdadera) de independencia energética y tesoros escondidos bajo tierra-, se produjo un consenso ciudadano acerca de la necesidad de no condenar el futuro por un provecho a corto plazo. Quizás tengamos que volver a explicarlo esquemáticamente: la fracturación hidráulica en cuestión es la técnica para extraer el gas o el petróleo contenido en rocas porosas (yacimientos no convencionales) que liberan estas reservas al ser impactadas por la inyección a gran presión de grandes cantidades de agua (según el tamaño del pozo: entre 3000 y 30 000 m3 de agua) mezclada con arena y químicos. En el mismo gesto se producen desestabilizaciones (sísmicas) del suelo, contaminación del agua de las napas freáticas (el verdadero tesoro en peligro) por filtraciones (el 20% del agua inyectada en la roca remonta a la superficie con el gas) y el peligro de un pasivo ambiental inestimable, ya que el agua contaminada que remonta en superficie y debe ser tratada es lo que provoca el mayor problema ambiental. Así el suelo queda envenenado por ese «eficaz cóctel»; la impermeabilización de los pozos está lejos de ser infalible.
Vale decir que en el contexto francés estamos hablando desde 2011 de un texto de prohibición de la «exploración», proceso que lamentablemente en Argentina ya está bien avanzado y movilizado en extracción. En Francia el opaco lobby petrolero insiste en una hipócrita demanda de transparencia: ¿por qué privarse del conocimiento de lo que contiene nuestro suelo?. La respuesta es clara: porque para la exploración se utiliza la misma técnica de fracturación que para la explotación, lo cual significa que se autoriza el principio mismo y sus costos ambientales concretos.
Pero la ley francesa adoptada en 2011 tiene un problema de formulación. Se trata de la prohibición de la exploración por la técnica de fracturación hidráulica. Sin embargo, deja en suspenso la posibilidad de aplicar otras técnicas que de pronto harían de la exploración y la explotación algo aceptable. Es ahí donde vuelve a hacerse patente la insistencia de las empresas extractivas por encontrar la fisura: existirían otros métodos en experimentación ¿entonces porqué no intentarlo con las nuevas técnicas? Precisamente por esa misma razón: están en experimentación (todavía no han causado los desastres ambientales constatados en Estados Unidos, Canadá o incluso, Argentina). Y porque el principio es el mismo: también producirán fugas de gas colaterales (¿recuerdan la imagen de Gasland donde del grifo de agua se enciende fuego?), filtraciones en las napas freáticas (o en reservas como los acuíferos) y fuertes emisiones de gas de efecto invernadero. Mientras que ninguna de las técnicas alternativas actualmente en estudio funciona sin intervención de agua en alguna u otra etapa. El proceso de fracturación del suelo en busca de gas encontrará en algún momento agua que se infiltrará y subirá contaminada a la superficie. Por otro lado, una vez adjudicado un permiso ¿cuáles son las posibilidades de que se quede sólo en « conocimiento »? Una empresa que invierte en exploración ya tiene calculada la amortización en la futura explotación. El margen para hacer marcha atrás es mínimo (si acaso existe voluntad política o preocupación ambiental) y no depende del bien común sino del cálculo de negocios.
Mientras se desgastan energías en estos intentos perdemos tiempo, recursos e inteligencias que necesitan ser invertidas en construir otro modelo energético, esta vez sostenible y durable. La era del post-petróleo ya llegó y seguimos postergando la confrontación con la realidad con tentativas irracionales -desde todo punto de vista-, irresponsables y desesperadas que profundizan el problema. El diputado ecologista Lambert explica en el encuentro: “La explotación de hidrocarburos no convencionales desde un punto de vista económico no tiene sentido. No tiene sentido porque en Francia, en todo caso, son 15 o 20 años de explotación. Se necesitan inversiones e investigaciones que movilizarán fondos públicos, créditos de impuestos para subvenciones y ayudas para que en 20 años se termine. Tomo como ejemplo si hiciéramos lo mismo para construir una línea de tren diciendo quiero dinero para poder construir la línea de tren pero en 20 años ya no va a servir para nada, me tomarían por un loco. Es la misma lógica. Yendo más lejos, el dinero que ponemos en el gas de esquisto -en los no convencionales- es dinero que no ponemos en energías renovables que ellas sí estarán aquí en 50, 100 años. Así que nos retrasamos en el desarrollo de energías renovables que son el verdadero futuro”.
Sin embargo, el actual gobierno socialista francés mide sus palabras en contexto de crisis y volvemos a escuchar la canción entre algunos de sus miembros: promesas de puestos de trabajo de los que no habría que privarse y, una vez más la « patriótica » -y falaz- independencia energética. Y aunque el gobierno francés ratifica la prohibición de la fractura hidráulica, no se pronuncia con claridad frente a las técnicas que podrían utilizarse en el futuro. La puerta queda cerrada pero no con llave. De ahí la necesidad de este proyecto de ley del diputado Lambert: producir un cerrojo jurídico y sentar las bases de un posicionamiento claro que proteja a futuro. Vemos que incluso en países donde la opinión ciudadana pudo resistir al avance de la industria extractiva, en este caso de no convencionales, nada está ganado definitivamente. Los grupos de presión cuentan con los medios económicos -y por eso con el tiempo necesario- para ejercer influencia, seguir torciendo la mano en la pulseada y reclutando adeptos, incluso entre los « bien-pensantes » (los más valiosos).
Aquí va entonces la traducción del proyecto de ley que acaso pueda darnos en contexto argentino algunas ideas. Abrir el campo de posibles implica en todos lados tomar decisiones claras para no quedar encerrados en circuitos de repeticiones, profundizando modelos extractivistas que ya han demostrado su límite: se agotan.
Descargar proyecto de ley: Castellano / Francés
Nota
1. En: Página/12, jueves 14 de febrero de 2013. «El oro negro también se esconde en Chubut »