Por Roque Sevilla Larrea (*).- En las alocuciones sabatinas del Presidente siempre hay novedades. Este fin de semana les tocó el consabido ladrillazo a los posibles países contribuyentes de la Iniciativa Yasuní-ITT. Amenazó con reducir el ITT a una pilche I, si es que no dan una respuesta financiera positiva a la propuesta del Ecuador.
Este ultimátum lo hace el Presidente, porque los ágiles funcionarios petroecuatorianos, han podido desarrollar una nueva brújula que arremanga las fronteras del Parque Nacional y determina, por arte de magia, que los campos Tiputini y Tambococha (las dos TT) se encuentren totalmente fuera del Yasuní. Así se los podrá explotar sin tener que pedir permiso a la Asamblea, que hace menos caso a los emperros presidenciales.
Mientras el Presidente hacía estas declaraciones, una delegación de altísimo nivel y parece que usando la petro-brújula, viajó a países que nada han tenido que ver con el tema, para promover la Iniciativa mochada Yasuní-I. La respuesta fue un cariñoso abrazo y beso musulmán, pero ni un centavo de contribución.
Nuestro Ministro Presidente de la OPEP, también buscó el apoyo fraterno de la organización extractora de petróleo y obtuvo la valiosa recomendación de que siga presentándola en otros foros.de platita ni una palabra.
A donde se olvidaron de ir fue a Alemania, cuyo parlamento acaba de mandar una carta al Presidente, insistiendo en el interés de aportar mucho dinero. Tampoco fueron a Bélgica, Francia o Suecia, países comprometidos con el proyecto y dispuestos a contribuir económicamente. Para rematar, hasta ahora no se firma con la ONU el fideicomiso que se planeó en Copenhagen hace 3 meses. El patriótico celo de nuestro gobierno encontró que se podía afectar la soberanía.
Después de un cuidadoso examen hecho por la inquisición presidencial, se ha enmendado el texto defendiendo la soberanía a rajatabla y cambiando el término de “países donantes” por los de “contribuyentes”. Además ha conseguido que las decisiones del Comité Directivo del fondo, se tomen, no por consenso como decía antes, sino “en lo posible por consenso y sino por votación en la que Ecuador tendrá la mayoría”.
De paso se elimina el apoyo económico que el gobierno planeaba dar para la protección de 5 millones de hectáreas de bosques húmedos tropicales en manos de las comunidades indígenas. Esto porque temía que en esas zonas haya oro o petróleo y no quería poner en peligro con medidas conservacionistas el extractivismo del que hace gala el gobierno. Como vemos los cambios tienen poco que ver con el tema de la soberanía, y mucho con el dominante interés de abastecer la gula del gasto público.
Con una brújula tan desviada, no nos van a convencer que todavía es un objetivo del gobierno la Iniciativa Yasuní-ITT.
(*) Columnista invitado
El Comercio