Neoextractivismo y Derechos de la Madre Tierra

Por Patricia Molina.- El éxito del presidente Evo Morales en el debate internacional sobre el cambio climático fue plasmado en la institución del Día Mundial de la Madre Tierra el 22 de abril; en su reconocimiento como “héroe y defensor” de la Madre Tierra, pero también en la inclusión de los debates oficiales de la Asamblea General de Naciones unidas de la resolución “Armonía con la Naturaleza”.

Por esto la Cumbre de los Pueblos sobre el Cambio climático y los derechos de la madre Tierra que se realiza en Cochabamba se vive con gran expectativa. Y además porque  el fracaso de Copenhague, reflejado en la falta de compromisos y la continuidad de las intenciones de exportar a nuestros países del  sur los costos de la crisis ambiental. Por esto Cochabamba se perfiló como una respuesta de dignidad y soberanía desde los pueblos. Y por esto están presentes delegaciones de pueblos, intelectuales comprometidos con el cambio, organizaciones de defensa de los derechos humanos y de la naturaleza. El Vivir Bien, los derechos de la naturaleza, de justicia climática, de la deuda ecológica están al centro del debate. Sin duda se ha dado un salto.
Sin embargo, la discusión sobre las industrias extractivas -petróleo, gas, minería- y los megaproyectos, está ausente, como lo están los problemas ambientales locales. Es más fácil criticar a los gobiernos neoliberales que debatir los impactos ambientales generados por el modelo extractivista que no se consigue desmontar y se fundamenta en la explotación intensiva de recursos naturales, principalmente minería e hidrocarburos, así como los servicios de transporte y energía que estos requieren y que generan los megaproyectos del IIRSA. Son estas las actividades que generan no solo la vulneración de los derechos de los pueblos y sus territorios, sino también comprometen la soberanía de los países. Si se trata de construir una nueva visión y un nuevo modelo de desarrollo se precisa, como dice Gudynas, de una  nueva ética ambiental que articule los problemas globales, regionales y locales, lo que no puede hacerse con ceguera ecológica local.
El proceso de cambio representa una oportunidad histórica que no podemos desperdiciar, porque  nuestros gobiernos progresistas latinoamericanos iniciaron la recuperación del control de los recursos naturales por parte del Estado y prometieron diversificar la economía, planificarla democráticamente, robustecer el mercado interno, integrar el país y este a la región,  redistribuir los ingresos, prometieron mecanismos de concertación, participación y consulta y aseguraron el reencuentro de la economía y la sociedad con la naturaleza, a través del nuevo paradigma del Vivir Bien, desmontando el modelo extractivista, descolonizando el Estado.
Y fueron más allá reivindicando nuestros planteamientos y constitucionalizando algunos principios y valores de nuestras culturas originarias, pero insisten en buscar el progreso y el crecimiento económico ilimitado a partir de la sobreexplotación de la naturaleza.
Descolonizar el Estado implica  “releer el tema del desarrollo”, para que efectivamente este tenga como objetivo la eliminación de la pobreza y no de los pobres. Se requiere abandonar el extractivismo y el rentismo asociados a la visión capitalista para la cual el crecimiento económico es ilimitado e infinito y por tanto la explotación de recursos naturales y de reservas energéticas no tiene límite, por lo que nuestros países deben continuar permitiendo la extracción indefinida de gas, petróleo y minerales, la utilización indiscriminada de agua, bosques y la contaminación de los mismos y de suelos, destinados al desarrollo de todos menos el nuestro y sobre todo al desarrollo de las empresas transnacionales que continúan bien instaladas en nuestros territorios y en el de los vecinos.
Por esto la Mesa 18, reunida en dos días de debate y aporte a la Revolución Cultural, amenazada por el modelo de desarrollo neoextrativista adoptado por los operadores del gobierno del presidente Evo Morales, asumió la responsabilidad de defender y proteger el proceso de cambio logrado con la lucha del movimiento popular. Y para ello puso en debate la matriz exportadora de hidrocarburos, hidroelectricidad, minería, agroindustria y manufactura forestal a través de los casos presentados por las comunidades afectadas del país y de la región que permitió ver que la lógica neoextrativista contradice la propuesta del Vivir Bien, al fragmentar la vida comunal liquidando  las bases de la subsistencia de las comunidades manteniendo las bases del neoliberalismo.
Para enfrentar el cambio climático la humanidad deberá reencontrarse con sus raíces culturales comunitarias. Eso significa construir una sociedad basada en la propiedad colectiva y en el manejo comunitario de los recursos naturales, señala su declaración final.
La nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia sienta las bases de un nuevo modelo económico plural constituido por formas de organización económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa, articuladas por los principios de “complementariedad, reciprocidad, solidaridad, redistribución, igualdad, sustentabilidad, equilibrio, justicia y transparencia”.
La sociedad del Vivir Bien se sustenta en las necesidades de las comunidades, de las regiones y del país, en la producción local, en el intercambio y la distribución de productos entre comunidades y con recursos y esfuerzos locales. Es vital cambiar el modelo de desarrollo que privilegia las exportaciones de materias primas, con la intervención planificada del Estado, bajo criterios de sostenibilidad, reformulando la relación del Estado con el capital privado. En estas nuevas relaciones, los mercados se convertirán en dinamizadores de alternativas y enlazamientos productivos que impulsen el desarrollo territorial, privilegiando la equidad, la solidaridad y la complementariedad.
El gobierno del presidente Evo Morales debe escuchar y entender que si sigue por el camino suicida del desarrollismo, puede seguir incendiando la Bolivia plurinacional. Hoy, son Los Lípez y Liquimuni en las Tierras altas y en la Amazonia Sur, mañana, será Coro Coro, pasado mañana, los pueblos del rio Madera, en el Norte Amazónico.
El debate del desarrollo permitirá impulsar el fortalecimiento de las organizaciones sociales, generar su autocrítica y su articulación para trabajar con decisión y con propuestas claras para la formulación de un modelo de sustitución y superación del neo extractivismo.
Pero es toda la población la que debe solidarizarse con estas luchas, sentir que Los Lípez, el Tipnis, Coro Coro, el Norte y Sur Amazónico, el Pantanal, la Chiquitania, son también Bolivia, como el Yasuni, Belo Monte, San Juan y Pascua Lama y los pueblos que los habitan, así como el pueblo Mapuche, son Latinoamérica y cuando sus habitantes están defendiendo sus derechos y sus recursos naturales, están defendiendo los derechos y los recursos de todos.

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