Cuando el presidente Barack Obama se lanzó contra BP y exigió que se estableciera un fondo de 20.000 millones de dólares para las víctimas del vertido de petróleo del Golfo, la gente en India se enfureció. Vio un doble rasero de EE.UU. Éste demostró que valora la vida humana dentro de EE.UU. más que las vidas de la gente de India
Bill Quigley y Alex Tuscano
CounterPunch
BP debería pagar 20.000 millones de dólares de compensación, probablemente aún más. La gente en India está de acuerdo con eso.
Pero la gente está indignada porque EE.UU. trata el vertido de petróleo, considerado el peor desastre ecológico en la historia de EE.UU., de una manera radicalmente diferente de cómo EE.UU. trató la explosión de una planta de pesticidas de propiedad estadounidense en Bhopal, India, que algunos consideran el peor desastre industrial en la historia.
La explosión de Bhopal en 1984 liberó al aire toneladas de productos químicos tóxicos que costaron la vida a entre 15.000 y 20.000 personas en una quincena, y discapacitó a cientos de miles más –muchos de ellos por daño físico y defectos genéticos-
La planta que explotó era operada por Union Carbide India Limited, una corporación de propiedad de Union Carbide de EE.UU.
El desastre ocurrió en un área densamente poblada cerca de la estación central de ferrocarriles de Bhopal, un área urbana de 1,5 millones en el corazón de India. Mucha gente en el área vivía en chabolas.
Miles de seres humanos y animales muertos llenaron las calles de Bhopal. Los sobrevivientes se quejan de daño genético que ha causado defectos de nacimiento generalizados en hijos e incluso en nietos de los expuestos a los efectos de la explosión.
El suelo y el agua de Bhopal siguen siendo tóxicos, con fuertes residuos de pesticidas y de metales tóxicos como plomo, mercurio, arsénico, cadmio y cromo.
Aunque el presidente Obama mostró su indignación contra los responsables de BP por las 11 muertes del vertido de petróleo en EE.UU., se ha negado a extraditar a Warren Anderson, el presidente de Union Carbide para enfrentar las acusaciones por su papel en el desastre de Bhopal.
Hay que recordar también que el asesor de Obama, Larry Summers, entonces economista jefe del Banco Mundial, declaró en un infame memorando de 1971: “Sólo entre nosotros, ¿no debería el Banco Mundial alentar MÁS migración de las industrias sucias a los Países Menos Desarrollados?… Siempre he pensado que los países poco poblados en África están vastamente SUB-contaminados…”
Las industrias obsoletas y peligrosas se han transferido sistemáticamente a países del Tercer Mundo, no sólo para explotar la mano de obra barata, sino también para evitar el desastroso impacto de esas industrias en los países avanzados.
Union Carbide colocó los beneficios de la corporación por encima dee las vidas y la salud de millones de personas. Dow Chemical, que adquirió Union Carbide, trata de distanciarse de toda responsabilidad.
En India hubo dos noticias relacionadas con Bhopal en este mes. El Gobierno indio anunció un paquete de compensación de 280 millones de dólares para víctimas de Bhopal, unos 22.000 dólares para cada una de las familias de los fallecidos según la BBC, y siete antiguos administradores de la planta de Bhopal recibieron sentencias de prisión de dos años por su responsabilidad en la explosión. Estos acontecimientos legales constituyen una burla a la justicia para uno de los mayores desastres del mundo.
Llamamos al pueblo de EE.UU. y al pueblo de India a unirse para exigir que nuestros gobiernos respeten los derechos humanos de toda la gente, no importa dónde viva.
Juntos debemos imponer un cambio en el desarrollo corporativo. Tenemos que dar prioridad a la producción social para las necesidades de la gente y mejores relaciones sociales.
Nuestro mundo no durará si seguimos valorando algunas vidas más que otras y permitiendo que las corporaciones arruinen impunemente algunas áreas.
A menos que respetemos los derechos humanos de todos y exijamos que las corporaciones hagan lo mismo, estaremos condenados a realizar la profecía de los indios Cree: “Sólo cuando se haya talado el último árbol; sólo cuando se haya envenenado el último río; sólo cuando se haya pescado el último pez; sólo entonces, descubrirá el hombre blanco que el dinero no es comestible.”
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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Bill Quigley es director del Centro por Derechos Constitucionales y profesor de derecho en la Universidad Loyola en Nueva Orleans. Para contactos con Bill escriba a: quigley77@gmail.com
Alex Tuscano dirige Praxis, una organización de derechos humanos en Bangalore, India. Para contactos con Alex escriba a: alextuscano@gmail.com
Rebelión