Controlará el 12,4%, debido a que el grupo argentino no cumplió con el pago de un crédito
Por Adrián Sack | Para LA NACION
Repsol confirmó ayer aquí que aumentará su participación en YPF al 12,43 por ciento, pero, al mismo tiempo, ratificó su intención de alejarse definitivamente de la Argentina con un gesto de un fuerte carácter simbólico, al quitar de su razón social las siglas de la petrolera que le fuera confiscada en abril pasado por el gobierno de Cristina Kirchner.
En la junta general de accionistas de la multinacional de origen español, que volvió a llamarse Repsol S.A. tras once años de sociedad con su ex filial argentina, su directorio resolvió ayer llevar a cabo la iniciativa de absorber parte del paquete accionario que el grupo Petersen (familia Eskenazi) tenía en YPF, tal como lo había adelantado a LA NACION el propio presidente de la petrolera, Antonio Brufau, el martes pasado, en la conferencia de prensa en la que presentó su plan estratégico 2012-2016.
El ejecutivo catalán anunció en ese encuentro que ya había notificado a la sociedad liderada por Enrique Eskenazi que deberá ceder el 6 por ciento de su porción accionaria, que había sido colocado en garantía por los préstamos que le habían otorgado la propia Repsol y un grupo de bancos, debido al “incumplimiento” del pago de la deuda que mantiene con la empresa.
El grupo Petersen, que había adquirido el 25 por ciento de YPF como parte del plan de “argentinización” de la empresa impulsado por la administración kirchnerista, llegó a hacerse con ese porcentaje al amparo de créditos otorgados por distintas entidades financieras, aunque Repsol también participó en la concesión de esos préstamos.
Falta de pago
Ante la falta de pago de esos créditos, esa porción del capital de YPF pasa a engrosar automáticamente la participación residual del 6 por ciento que Repsol conserva en la petrolera argentina, luego de que le fuera expropiado el 51 por ciento de las acciones en abril.
Como contrapartida, el grupo de la familia Eskenazi redujo su participación al 19,46 por ciento, dado que sus acciones no fueron alcanzadas por la expropiación, aunque fuentes cercanas a la empresa admiten que, como seguramente no cumplirá con los siguientes vencimientos, esas acciones pasarían a manos de los bancos que otorgaron los préstamos.
Pero este avance de Repsol aparece más como el accionamiento automático de un mecanismo legal de compensación que como parte de una estrategia de la compañía por asentarse con mayor fuerza dentro de YPF, más allá de la declarada intención de Brufau de “recuperar para Repsol” los “activos” perdidos tras la confiscación.
Ayer, Brufau volvió a manifestarse a favor de “negociar” con el Estado argentino y evitar, en la medida de lo posible, “un largo pleito” que incluiría una ardua batalla judicial de gran desgaste para ambas partes en disputa.
“Estamos dispuestos a llegar a un acuerdo bueno para todos. No es bueno para la Argentina tener un pleito de esta magnitud durante años, así que lo mejor es sentarnos a negociar”, dijo el ejecutivo catalán.
A pesar de que todas sus propuestas, incluidas algunas reformas importantes en el Consejo de Administración de la empresa, fueron aprobadas, en la junta también hubo reclamos sobre la gestión del conflicto por YPF.
Críticas a Brufau
Según fuentes citadas por el diario español ABC, dos de los accionistas criticaron a Brufau por los “cambios” supuestamente repentinos que habría habido en las condiciones de la firma del acuerdo con el grupo Petersen.
De acuerdo con estos accionistas, que el petrolero catalán identificó con representantes de ex directivos de la constructora Sacyr Vallehermoso, en la operación en que se autorizó al grupo de los Eskenazi a adquirir un 10 por ciento adicional de YPF Repsol habría dejado de percibir 134 millones de dólares.
Otras versiones difundidas por la prensa internacional dieron cuenta de objeciones de los accionistas a la supuesta distracción de la cúpula de Repsol en su lucha por mantener el control de YPF, a causa de problemas internos.
En los meses previos a la expropiación, Antonio Brufau concentró sus energías en conservar la presidencia de la empresa, amenazada por los erosivos embates de sus rivales en el directorio provenientes de Sacyr, la empresa constructora cuyo presidente, Luis Del Rivero, intentó, sin éxito, tomar el control de Repsol.
Pero hoy, tras la pérdida de YPF, las preocupaciones se renuevan. Hoy, el gran desafío de Brufau, tras el espaldarazo recibido ayer por la junta de accionistas, será evitar que la cotización de la empresa continúe su caída en picada en los mercados.
Desde que comenzó el año, la acción de la empresa en la Bolsa de Madrid perdió casi el 50 por ciento de su valor, hasta alcanzar su valor más bajo en tres años, con poco más de 12 euros por acción.
La Nación