Bolivia perderá a su sostén energético y dependerá más de nuestro mercado
El mercado brasileño proyecta alcanzar su autoabastecimiento gasífero en 2018. De ese modo, el gigante del Mercosur prescindirá de la importación desde Bolivia, y la Argentina ganará poder a la hora de negociar el precio del gas natural extraído en el Altiplano.
Independientemente de lo que acontezca con el prometedor desarrollo del gas no convencional, la Argentina podría aliviar notoriamente sus deficitarias cuentas energéticas para 2018. Sucede que el Ministerio de Minas y Energía brasileñovislumbra para ese año la obtención de la autonomía gasífera, hito que favorecerá las condiciones de intercambio delmercado argentino, como importador del recurso, y el boliviano, como proveedor.
Lo que a priori puede parecer complejo en realidad no lo es tanto. La venta de gas constituye el principal bastión de la economía de Bolivia. Y al desaparecer del negocio Brasil, su principal comprador, el país del Altiplano pasará a depender casi exclusivamente de la demanda argentina. Debe recordarse, en ese sentido, que la nación gobernada por Evo Morales evita enviar gas natural a Chile debido al histórico conflicto por la salida al mar, y que el resto de los posibles importadores dentro de la región tiene necesidades comparativamente menores.
No se trata de una noticia menor para la Argentina, cuyos vastos recursos de shale gas y tight sand gas demandarán largos años de trabajo e inversiones millonarias antes de convertirse en reservas y abrir el camino hacia la ansiada recuperación del autoabastecimiento perdido. Ocurre que, mientras tanto, la importación de gas seguirá en alza, al igual que su impacto en la balanza comercial.
Así lo cree, por ejemplo, Roberto Carnicer, titular de la consultora Freyre & Asociados. “Sin agregar gas nuevo, nuestro déficit será de casi 100 millones de metros cúbicos (m³) diarios para 2020”, vaticina.
A decir de Daniel Gerold, fundador de G&G Energy Consultants, un mayor poder de negociación a la hora de adquirir el fluido no resultaría para nada desdeñable, ya que la tendencia importadora (no sólo desde Bolivia, sino a través de los aún más costosos barcos regasificadores) es poco compatible con la estructura económica nacional. “En efecto, nuestra dependencia del gas natural (que representa un 51% de la matriz) es superada por muy pocas naciones en el mundo, que cuentan con enormes excedentes”, compara.
Proyecciones auspiciosas
En la actualidad, Brasil importa desde Bolivia unos 30 millones de metros cúbicos (m³) por día; es decir, alrededor de un 35% del gas natural que consume (cerca de 86 millones). Pero eso podría cambiar en el corto plazo, según el ministro brasileño de Minas y Energía, Edison Lobao,
“Luego del último hallazgo gasífero, estaremos en condiciones de alcanzar el autoabastecimiento en cinco años”, aventuró el funcionario. Según sus palabras, a partir de 2018 Brasil se encamina a vivir “la era de oro de su gas natural”.
Sobre la base de un estudio de la Agencia Nacional de Petróleo (ANP), el vecino país tendría reservas suficientes como para incrementar su vigente oferta en un 360% durante la próxima década. Desde los actuales 65 millones de m³ por día, la producción crecería hasta unos 300 millones de m³ diarios entre 2025 y 2027.
De acuerdo con la entidad reguladora, hay 28 cuencas sedimentares en tierra con potencial para entrar en producción. Entre ellas sobresale la del Paranaíba, ubicada en el nordeste brasileño, donde la petrolera privada OGX descubrió 15 billones de pies cúbicos y proyecta extraer cerca de 15 millones de m³ diarios.
Hasta el momento, la mayor parte del recurso se extrae junto con petróleo recientemente descubierto en aguas profundas del océano Atlántico. Pero aún no se realizaron exploraciones en un 96% de las áreas con potencial identificadas por la ANP, que por estos días está preparando nuevas licitaciones para ofrecer esos bloques en concesión.
El otro autoabastecimiento
Además de avanzar a paso firme rumbo a la independencia gasífera, Brasil se ilusiona con acceder próximamente al autoabastecimiento de combustibles. Según Petrobras, ese sueño se hará realidad entre 2020 y 2022, cuando estén listas y operativas las nuevas refinerías de la compañía. Así lo afirmó el titular del área de Abastecimiento de la petrolera estatal, José Carlos Cosenza.
Las primeras unidades en entrar en marcha serán la Refinería del Nordeste y Abreu e Lima, en Pernambuco, que –entre fines de 2014 y mediados de 2015– tendrán una capacidad inicial de procesamiento de 230.000 barriles equivalentes. Asimismo, se espera que la primera etapa de Comper, en Río de Janeiro, comience a producir 165.000 barriles por día en abril de 2015.
Ambas producciones sumarán unos 395.000 barriles por día, lo que elevará la capacidad de refinación de Petrobras a casi 2,4 millones de barriles diarios. No obstante, ese volumen todavía no cubrirá las crecientes necesidades de combustibles en el mercado brasileño, que oscilarán entre los 3,2 y los 3,4 millones de barriles para 2020.
Recién por entonces, con la inauguración de las refinerías Premium I en Marañón, Premium II en Ceará y la segunda etapa de Comper, la empresa llegará a procesar unos 3,6 millones de barriles diarios.
Para este año, el país gobernado por Dilma Rousseff importará 190.000 barriles de gasoil por día y 110.000 de nafta. El cálculo toma en cuenta el aumento de la mezcla de alcohol en la nafta, de un 20% a un 25%, con el que se pretende reducir la importación en casi 30.000 barriles diarios.
Revista Petroquímica, Petróleo, Gas & Química
Lo que a priori puede parecer complejo en realidad no lo es tanto. La venta de gas constituye el principal bastión de la economía de Bolivia. Y al desaparecer del negocio Brasil, su principal comprador, el país del Altiplano pasará a depender casi exclusivamente de la demanda argentina. Debe recordarse, en ese sentido, que la nación gobernada por Evo Morales evita enviar gas natural a Chile debido al histórico conflicto por la salida al mar, y que el resto de los posibles importadores dentro de la región tiene necesidades comparativamente menores.
No se trata de una noticia menor para la Argentina, cuyos vastos recursos de shale gas y tight sand gas demandarán largos años de trabajo e inversiones millonarias antes de convertirse en reservas y abrir el camino hacia la ansiada recuperación del autoabastecimiento perdido. Ocurre que, mientras tanto, la importación de gas seguirá en alza, al igual que su impacto en la balanza comercial.
Así lo cree, por ejemplo, Roberto Carnicer, titular de la consultora Freyre & Asociados. “Sin agregar gas nuevo, nuestro déficit será de casi 100 millones de metros cúbicos (m³) diarios para 2020”, vaticina.
A decir de Daniel Gerold, fundador de G&G Energy Consultants, un mayor poder de negociación a la hora de adquirir el fluido no resultaría para nada desdeñable, ya que la tendencia importadora (no sólo desde Bolivia, sino a través de los aún más costosos barcos regasificadores) es poco compatible con la estructura económica nacional. “En efecto, nuestra dependencia del gas natural (que representa un 51% de la matriz) es superada por muy pocas naciones en el mundo, que cuentan con enormes excedentes”, compara.
Proyecciones auspiciosas
En la actualidad, Brasil importa desde Bolivia unos 30 millones de metros cúbicos (m³) por día; es decir, alrededor de un 35% del gas natural que consume (cerca de 86 millones). Pero eso podría cambiar en el corto plazo, según el ministro brasileño de Minas y Energía, Edison Lobao,
“Luego del último hallazgo gasífero, estaremos en condiciones de alcanzar el autoabastecimiento en cinco años”, aventuró el funcionario. Según sus palabras, a partir de 2018 Brasil se encamina a vivir “la era de oro de su gas natural”.
Sobre la base de un estudio de la Agencia Nacional de Petróleo (ANP), el vecino país tendría reservas suficientes como para incrementar su vigente oferta en un 360% durante la próxima década. Desde los actuales 65 millones de m³ por día, la producción crecería hasta unos 300 millones de m³ diarios entre 2025 y 2027.
De acuerdo con la entidad reguladora, hay 28 cuencas sedimentares en tierra con potencial para entrar en producción. Entre ellas sobresale la del Paranaíba, ubicada en el nordeste brasileño, donde la petrolera privada OGX descubrió 15 billones de pies cúbicos y proyecta extraer cerca de 15 millones de m³ diarios.
Hasta el momento, la mayor parte del recurso se extrae junto con petróleo recientemente descubierto en aguas profundas del océano Atlántico. Pero aún no se realizaron exploraciones en un 96% de las áreas con potencial identificadas por la ANP, que por estos días está preparando nuevas licitaciones para ofrecer esos bloques en concesión.
El otro autoabastecimiento
Además de avanzar a paso firme rumbo a la independencia gasífera, Brasil se ilusiona con acceder próximamente al autoabastecimiento de combustibles. Según Petrobras, ese sueño se hará realidad entre 2020 y 2022, cuando estén listas y operativas las nuevas refinerías de la compañía. Así lo afirmó el titular del área de Abastecimiento de la petrolera estatal, José Carlos Cosenza.
Las primeras unidades en entrar en marcha serán la Refinería del Nordeste y Abreu e Lima, en Pernambuco, que –entre fines de 2014 y mediados de 2015– tendrán una capacidad inicial de procesamiento de 230.000 barriles equivalentes. Asimismo, se espera que la primera etapa de Comper, en Río de Janeiro, comience a producir 165.000 barriles por día en abril de 2015.
Ambas producciones sumarán unos 395.000 barriles por día, lo que elevará la capacidad de refinación de Petrobras a casi 2,4 millones de barriles diarios. No obstante, ese volumen todavía no cubrirá las crecientes necesidades de combustibles en el mercado brasileño, que oscilarán entre los 3,2 y los 3,4 millones de barriles para 2020.
Recién por entonces, con la inauguración de las refinerías Premium I en Marañón, Premium II en Ceará y la segunda etapa de Comper, la empresa llegará a procesar unos 3,6 millones de barriles diarios.
Para este año, el país gobernado por Dilma Rousseff importará 190.000 barriles de gasoil por día y 110.000 de nafta. El cálculo toma en cuenta el aumento de la mezcla de alcohol en la nafta, de un 20% a un 25%, con el que se pretende reducir la importación en casi 30.000 barriles diarios.
Revista Petroquímica, Petróleo, Gas & Química