Diferentes aspectos referidos al Acuífero Guaraní, su riqueza, valor, importancia a nivel mundial y los peligros de la sobreexplotación del recurso y la amenaza que implica el fracking a esta reserva de agua dulce, una de las más importantes del planeta, fueron abordados durante una charla informativa realizada en Paysandú que contó con la participación de numerosos estudiantes de Enseñanza Media de la ciudad y el interior Departamental, así como escolares y público en general.
La misma fue planificada por las organizaciones Paysandú Nuestro y Paysandú Libre de Fracking, con el apoyo de la Casa Bertolt Brecht y FOSE y realizada en el Centro Universitario. El ingeniero Carlos Anido, profesor de Hidrología de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, Lourdes Martínez, del sindicato FOSE e integrante de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y de la Vida y el periodista Víctor Bachetta, integrante del Observatorio Minero del Uruguay, abordaron la situación actual del Acuífero Guaraní y las perspectivas a futuro.
El Acuífero Guaraní es un cuerpo continuo de agua subterránea con características que varían por región y un espesor promedio de 250 metros, con una variación de entre 50 a 600 metros y una profundidad que llega a más de 1.000 metros en algunos lugares, como es el caso de la zona basáltica de nuestro país. El área total del acuífero está estimada en 1.087.879 kilómetros cuadrados, con un volumen de agua dulce en almacenamiento de aproximadamente 30.000 kilómetros cúbicos. En general, la calidad del agua es buena y tiene bajos niveles de mineralización. Sin embargo, hay un área de alta salinidad en Argentina. El agua subterránea de esta reserva se usa principalmente para consumo humano, riego agrícola, termalismo, frigoríficos, industrias y ganadería.
No obstante, como señaló el ingeniero Anido en su intervención, existe riesgo de contaminación en la zona de recarga, así como de sobre explotación del recurso, por ejemplo, a través de la actividad del termalismo.
Explicó que a través de las áreas de afloramiento o donde el basalto que recubre el acuífero está fracturado o tiene “ventanas” que exponen el acuífero a la superficie, existe riesgo de contaminación. “Algunas de estas áreas se les llama de recarga, y allí la precipitación o el escurrimiento superficial alimenta el acuífero y podrían llevar sustancias tóxicas. Sin embargo, el acuífero está dominado por el almacenamiento de aguas fósiles y el área total de recarga se estima en menos de un 0,2% del almacenamiento de agua dulce”.
La existencia de fallas en la construcción de pozos, en especial si son de poca profundidad también pueden representar un riesgo. Hay alrededor de 2.000 pozos profundos de producción en operación de los cuales se extraen unos 2.847.013 metros cúbicos cada día. El 80% del total se utiliza para el abastecimiento de agua para consumo humano, el 15% para procesos industriales y el 5% en termalismo.
NUEVA AMENAZA
Anido dijo que una tercera vía potencial de contaminación es la técnica de fractura hidráulica o fracking, aspecto sobre el cual habló extensamente el periodista ambiental Víctor Baccheta. El método de extracción de hidrocarburos no convencionales, llamado fracking o “fractura hidráulica”, es resistido en varios países del mundo –algunos de los cuales los han prohibido– aunque en nuestro país hay poca información al respecto. No obstante, los planes de Ancap para extracción de gas de esquisto al Norte del río Negro, incluyen la utilización de este método en caso de que la explotación sea comercialmente viable. Para la extracción del gas de esquisto es necesario realizar una perforación vertical y luego, al llegar a la napa una perforación horizontal a la que se hace una serie de orificios a través de los cuales se introduce a presión una mezcla de agua, arena y productos químicos con la finalidad de fracturar la roca. Por eso esta tecnología se llama “fractura hidráulica” o fracking, en inglés.
“El problema es que es incontrolable el alcance que puede tener la fractura a 2.000 o 3.000 metros de profundidad y por otra parte, la mezcla de productos químicos tiene componentes tóxicos muy complejos.
Explicó Bacchetta que cada pozo soporta 18 extracciones y cada una requiere de 9 a 30 mil metros cúbicos de agua. “El fluido está constituido por una mezcla de productos químicos y arena, para mantener abiertas las fracturas y ampliar la superficie de contacto con el líquido. Por lo general, los químicos representan un 2% del fluido utilizado. Solo un 30 a 50 por ciento del fluido vuelve a la superficie, mezclado con el metano, que se separa y el resto es depositado en lagunas al aire libre. La parte del líquido que no retorna permanecerá bajo tierra”, explicó al señalar que debido a los intereses económicos el desarrollo de la tecnología en esta área va más adelante que la ciencia y los controles que se podrían recomendar. En este sentido, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) no pudo terminar un estudio sobre los impactos reales del fracking a fines del 2012 como tenía previsto, por lo cual se carece de información científica sobre el daño que podría ocasionar este método de extracción.