Desde hace años en Catriel se habla de la importancia de un cambio necesario en lo que respecta a la economía y, desde esa perspectiva, surgió la necesidad de regresar a los orígenes, cuando la actividad que caracterizaba a los lugareños era agrícola y ganadera.
Con la incorporación de una partida específica del presupuesto municipal para ese fin y el esfuerzo individual de productores que apuestan a las bondades del suelo, comienza a vislumbrarse como una realidad tangible y próxima a concretarse.
En el día de su cumpleaños, presentamos ejemplos de economías paralelas que pueden ser el puntapié inicial para que la ciudad se asegure nuevas vías de crecimiento más allá del “oro negro”, el combustible que impulsó el progreso en las últimas décadas.
Olivos, producción y turismo
Con el fin de estimular la diversidad económica en Catriel, se aprobó un proyecto para fomentar la producción olivícola.
La idea original es que sea integrado a la Cadena de Valor Olivícola que actualmente se está desarrollando “con resultados sobresalientes, como los que están a la vista en San Antonio Oeste” aseguró Luis Deus, autor del proyecto.
Además de los beneficios que redundarían a favor de la agricultura, el proyecto fue ideado para que también se desarrolle como alternativa turística.
Para ello se destinó una parcela de cinco hectáreas ubicadas en el acceso Norte de la ciudad, a sólo uno pocos metros de la rotonda. También se asignó una partida presupuestaria municipal de alrededor de un millón de pesos, para comenzar con la estación experimental olivícola.
Además se inició una campaña incentiva, para que pequeños productores se unan en prácticas asociativas y solidarias para que a través de cooperativas produzcan, industrialicen y comercialicen, el fruto y sus derivados.
Se consolida la alfalfa
En los últimos años se ha consolidado la producción de alfalfa, un producto que se utiliza para engorde a campo, elaboración de fardos y rollos que se comercializan tanto en el mercado interno como en toda la provincia y en otras como La Pampa, Buenos Aires, Chubut y Neuquén.
Las características del suelo son óptimas para su desarrollo. Además tiene la ventaja de que es un producto al que el clima no afectan su comercialización y la producción dura (sin replantarse) unos cinco años, permitiendo que en una hectárea de tierra se cosechen 140 fardos, que pueden realizarse en cuatro cortes al año.
A estos emprendimientos, se ha sumado el desarrollo de la producción apícola, con la que se avanza en proyectos para garantizar su sostenimiento y comercialización y tratar de proveer de más beneficios a los productores caprinos, del área de secano, que continúan desarrollando esta actividad poco fomentada y que podría reactivarse con la instalación del matadero móvil.
Durante este último año, los productores se han visto favorecidos con diferentes capacitaciones, que les ha permitido jerarquizar sus producciones, ya sea aumentando la comercialización o ingresando al mercado, lo que les fue posible después de nuclearse en emprendimientos familiares como desarrollo ganaderos, hortícolas, frutícolas y dedicado a las pasturas.
Nueces para seguir la tradición
Carlos Blanco comenzó a plantar los primeros nogales en el año 80, en paralelo al ejercicio de su profesión de médico, con la intención de continuar con la actividad agrícola que desarrollaba su padre en Mendoza, aunque las características del suelo y el clima frustraban las cosechas. Cuenta este productor que cuando comenzó con la actividad compró dos plantas de cada tipo de nogal y las sembró.
En el 2001 decidió que toda la plantación fuese de nueces californianas por su cáscara fina, pulpa de aspecto agradable, de muy buen sabor, que no se apolilla y al partirse, queda la mariposa entera, de un amarillo rubio. Un matrimonio realiza el cuidado diario, la plantación y también la cosecha que empieza a mediados de marzo. Esta etapa es la que demanda más tiempo porque “a medida que la nuez va cayendo se va levantando, se sacude la planta y después de recoger las últimas se las pone a secar, y se las tapa con nailon para evitar el contacto con la humedad o el rocío”.
Ya comenzó a comercializar su producción, destinando un 5% al mercado local y el resto lo vienen a buscar desde Mendoza o Buenos Aires.
Cría de porcinos
Carlos Bianqui es un bonaerense asentado en Catriel desde hace 30 año y que por mandato familiar se dedicó a la cría de porcinos y pollos, al punto de convertirse en uno de los más reconocidos crianceros en el área ganadera.
Sin suerte en la agricultura (“hace 5 años nos dejaron sin agua y comenzamos a perder todo”) redireccionó el trabajo y logró avanzar y posicionarse en el mercado con la cría de cerdos.
Actualmente tiene 18 chanchas madres y dos padrillos que les son suficientes para vivir de las crías.
Con los años de dedicación aprendió por ejemplo, que es más útil y más sano tener animales de raza, porque le garantiza mayor natalidad, mejor pesaje en las crías y menos edad para convertirse en lechón.
Con el tiempo se sumó la cría de pollos parrilleros y pollos comunes, llegando a tener más de 200 pollos para la venta a diario