Pablo Pardo.- Estados Unidos vive una revolución energética. Pero no es una revolución de la energía solar, eólica o ninguna renovable. Al contrario: es una revolución petrolera y gasista. Hace ahora justo 7 años, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advertía de que EEUU estaba afrontando una grave escasez de gas. En 2009, EEUU alcanzó el autoabastecimiento de gas natural, y ahora está comprando barcos capaces de exportar LNG (gas natural licuado). La caída de la demanda de gas en EEUU se debe al ‘fracking’, un sistema de explotación de esta fuente de energía muy controvertido que ha logrado que EEUU, en siete años, se encuentre con que tiene gas natural para, por lo menos, el próximo siglo. Sólo que esgas ‘no convencional’, que impregna la roca pizarrosa y no se encuentra en bolsas.
Al mismo tiempo, el fracking ha cambiado el panorama energético mundial, como revela este estudio del FMI y ha dañado a empresas tan diversos como los monopolios gasistas y energéticos noruego (Statoil), ruso (Gazprom) y argelino (Sonatrach), que contaban con la demanda estadounidenses y con precios más altos. Incluso Qatar, la ‘Arabia Saudí’ del gas natural está estudiando hacerse con una flota de barcos que transporten gas para poder hacer frente a la demanda allí donde la haya. Es un sistema mucho más caro e imprevisible que el tradicional uso de gasoductos y mercados de futuros.
El ‘fracking’ ha roto el vínculo entre el barril de crudo West Texas Intermediate (WTI) y el gas natural. De hecho, mientras el WTI se ha disparado, el gas natural ha subido muy poco en EEUU, a pesar de que la demanda está disparada. Pero el WTI ha sorprendido por más cosas. La más obvia, que ahora es más barato que el Brent, que se usa de referencia en Europa.
Pero hay otra cosa: tradicionalmente, el WTI era entre 2 y 5 dólares por barril más caro que el Brent, ya que es más ligero y tiene menos azufre. Ahora, sin embargo, está entre 15 y 25 dólares por debajo del Brent. ¿Por qué?
Por el petróleo ‘no convencional’. Que a su vez procede de dos lugares. Uno es Fort McMurray, en Alberta (Canadá), donde la producción de crudo sacado de las arenas bituminosas supera ya los 800.000 barriles diarios, más o menos lo mismo que Omán. Fort McMurray es lo más parecido a la película Avatar que uno se pueda imaginar, al menos en lo que se refiere a una zona remota devastada por unas explotaciones de petróleo en minas a cielo abierto increíblemente gigantescas. A unos 1.500 kilómetros de Fort McMurray hay otra región que está viviendo un ‘boom’ petrolero: Dakota del Norte, donde la producción ya alcanza los 300.000 barriles (casi tanto como Guinea Ecuatorial) gracias a las pizarras asfálticas, que se obtienen con un sistema similar al ‘fracking’.
La llegada en masa del petróleo de Fort McMurray y de Dakota del Norte ha colapsado el pueblo de Cushing, en Oklahoma, una localidad de apenas 8.000 habitantes en la que confluyen los oleoductos de América del Norte y en la que se realiza la entrega física del crudo de los contratos de futuros. Y es lo que explica que el WTI sea más barato, por primera vez, que el Brent.
Así, EEUU se está aislando del mercado petrolero mundial. Lo cual explica, por ejemplo, su indiferencia en Libia: el Brent se ve mucho más afectado por la desaparición de la producción de ese país que el WTI.
Lo más paradójico es que esta revolución energética tiene lugar con un presidente, Barack Obama, que ha declarado que “para 2035 el 80% de nuestra electricidad procederá de energías verdes”.
Ahora bien, ¿es replicable este sistema en Europa? Ahí las cosas no están tan claras. Por de pronto, nosotros no tenemos arenas ni pizarras bituminosas. Y el ‘fracking’ ha sido prohibido en Francia, aunque Polonialo está desarrollando para no depender del gas de Rusia. EnCantabriahan dado permiso a la empresa californiana BNK para que explore gas natural con fracturación hidráulica. Por ahora, esta revolución de las energías ‘sucias’ en EEUU no está llegando a Europa y, de hecho, los diferentes modelos energéticos entre ambos continentes pueden agravar la ‘fractura trasatlántica’. Aunque eso es tema para otro blog.