El contrato YPF-Chevron para explotar en conjunto Vaca Muerta, la mayor reserva no convencional de petróleo y gas del cono sur de Latinoamérica, guarda misterios para los argentinos. Llama la atención el silencio del Gobierno y que tal noticia haya sido divulgada sólo mediante un comunicado de prensa de la petrolera argentina.
La causa de tanto laconismo, al parecer, es no ventilar la letra pequeña del convenio, que luce contradictorio con el discurso nacionalizador y soberanista que le gusta a la presidenta Cristina Fernández, viuda de Kirchner, y esgrimió en 2012 al expropiar el 51% de las acciones que Repsol tenía en YPF.
En su columna del diario ‘La Nación’ titulada ‘Oscuro, polémico, frágil’, el articulista Carlos Pagni desmenuza el convenio y saca a la luz detalles hasta ahora inéditos. “El kirchnerismo está agregando otra página oscura a sus relaciones con la energía”, anunció.
“La resistencia de los funcionarios de YPF a divulgar precisiones sobre el pacto fortalece la versión, que sale del seno de la empresa, sobre laexistencia de artículos secretos“, destapó el articulista.
Pagni evaluó que la inversión por parte de Chevron “de 1.500 millones, que se venía adelantando (desde YPF), era engañosa” pues finalmente serán 1.240 millones. Y evaluó que “la fragilidad política y jurídica de esta transferencia (de YPF a la estadounidense) explica su hermetismo”.
“Los detalles del convenio siguen en la penumbra, pero se sabe que será celebrado bajo jurisdicción estadounidense. Quiere decir que cualquier controversia se discutirá en los tribunales de Nueva York“, denunció en cuanto a la cesión de la soberanía judicial.
También señaló que esa prerrogativa para inhibir a los magistrados argentinos o de un tercer país busca “asegurar a Chevron que cualquier resarcimiento que Repsol pueda obtener en la justicia correrá por cuenta de YPF. Es decir, del Estado”.
Pagni señala la curiosa mención a “empresas subsidiarias” de Chevron e YPF, hasta ahora desconocidas, y se preguntó si ello “¿será para evitar eventuales embargos?. “Las cláusulas fantasma también pondrían a salvo al inversor del cepo cambiario, para que pueda cobrar su renta en dólares”, agregó.
“En síntesis -concluyó- la presidenta, que expropió YPF a Repsol para sancionar a la multinacional española, reprivatiza ahora algunos de esos activos a una multinacional norteamericana cuyo compromiso inversor fue más débil que el de empresa castigada”.
Una historia repetida
Otros aspectos del contrato YPF-Chevron evocan coincidencias y paradojas históricas. El general Enrique Mosconi fundó YPF a principios de siglo XX para frenar el acoso en el país de California Standard Oil, la antecesora de la actual Chevron Corporation, segunda petrolera de los Estados Unidos.
Y en 1955 el entonces presidente Juan Domingo Perón, fundador del partido que lleva su nombre y domina desde 1946 la escena política de Argentina, el partido de la Presidenta Fernández, suscribió contratos de concesión de pozos a Standard Oil, urgido por el déficit energético e infringiendo su ideario estatista y nacionalizador.
Carlos Menem, también peronista pero neoliberal, apremiado por el rojo presupuestario, directamente privatizó YPF y la vendió a Repsol en los ’90. Y el año pasado, la peronista Fernández cerró el círculo expropiando a Repsol con el argumento de la soberanía energética para ahora volver a sucumbir a la billetera de… Chevron.