Shale gas: vía hacia un futuro más cálido

Anthony R. Ingraffe, Ingeniero, Profesor e investigador de la Universidad de Cornell (EEUU).-
Soy ingeniero en gas y petróleo y contribuí al desarrollo de técnicas de fracturación de esquisto para el Departamento de Energía de los EE.UU., y puedo asegurarles que ese gas no es “limpio”. Debido a las filtraciones de metano, el principal componente del gas natural, el gas que se extrae de depósitos de esquisto no es un “puente” a un futuro de energía renovable, sino una vía hacia más calentamiento y menor inversión en energía limpia.

El metano es un gas de invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, si bien no dura tanto tiempo en la atmósfera. De todos modos, en un período de veinte años, medio kilo del gas atrapa tanto calor como por lo menos 36 kilos de dióxido de carbono. Su potencia declina, pero incluso pasado un siglo es al menos veinticinco veces más potente que el dióxido de carbono.

Cuando se lo quema, el gas natural emite la mitad de dióxido de carbono que el carbón, pero la filtración anula esa ventaja debido a su capacidad de atrapar calor.

Si bien no se sabe con certeza en qué proporción, existen filtraciones de metano. Un estudio de 2011 del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas concluyó que, a menos que pueda mantenerse la filtración por debajo del 2 %, el gas carece de ventajas climáticas sobre el carbón.

Un estudio que difundió Climate Central , un grupo de científicos y periodistas que estudian el cambio climático, determinó que el 50 % de las ventajas en cuanto a clima del gas natural sobre el carbón no se conseguirá en las próximas tres o cuatro décadas.

Por desgracia, no tenemos tanto tiempo para abordar el cambio climático: los próximos veinte años son cruciales.

Los pozos de petróleo y gas que pierden su integridad estructural también filtran metano y otros agentes contaminantes por los revestimientos y los liberan en la atmósfera y las fuentes de agua. ¿Por qué son tantos los pozos que tienen filtraciones? Las presiones subterráneas, los cambios de temperatura, el movimiento de la tierra producto de la perforación de pozos cercanos, así como el encogimiento, agrietan y dañan la delgada capa de cemento que se supone sella los pozos.

Mantener el cemento en perfecto estado mientras la perforación avanza de forma horizontal en el esquisto es en extremo difícil. Una vez que el cemento se daña, repararlo miles de metros bajo tierra es caro y con frecuencia no tiene éxito. Las industrias de gas y petróleo llevan décadas tratando de solucionar ese problema.

En la actualidad tenemos opciones renovables como la eólica, la solar y la hídrica, además de tecnología eficiente en términos de energía.

Podemos impulsarlas con rapidez y de forma accesible para generar crecimiento económico, empleos y un futuro verdaderamente limpio.

Copyright The New York Times, 2013. Traducción de Joaquín Ibarburu .

Clarín