Matriz energética: Ambiente y complejidades

Por Claudio Lowy *

Las notas de Claudio Scaletta en Cash muestran las grandes dificultades que tienen los simplificadores y lineales en incorporar la complejidad. Pertenecen al grupo todavía tan extendido de economistas, políticos y científicos que confunden crematística con economía; que explicitan que cualquier tecnología es neutra en sí misma; que construyen el discurso de que lo que mide la calidad de vida es el producto bruto interno, ese precario indicador de casi todo; que el único desarrollo posible es el material, sin importar a qué costo ni de qué manera.

Su discurso anti-ambiental esconde que la verdadera derecha, la que trabaja a tiempo completo para acumular ingreso e impunidad, la que detenta el verdadero poder concentrado, está hoy en la titularidad y gerencia de Monsanto, Syngenta, Chevron, Barrick Gold y similares, que usufructúan de los beneficios de esas tecnologías: la biotecnología y los pesticidas, el fracking y la megaminería. Se podría añadir en ese discurso la incineración de residuos y la energía nuclear de fisión.

En su nota “Utopía reaccionaria”, del 8 de septiembre, dice que la utopía de los ambientalistas es funcional al imperialismo. Ya lo dijo Grobocopatel en su aporte a la construcción del mismo discurso: los que reaccionan y se oponen a la biotecnología y a los pesticidas porque destruyen el ambiente y arruina sus vidas, las de sus hijos, parientes y amigos, son funcionales a las empresas imperialistas porque las locales son demasiado débiles como para neutralizar esa oposición popular. Así, dice el líder del grupo Los Grobo, les dejan el territorio libre a las poderosas empresas multinacionales que pueden desarrollar sus actividades sin competencia.

Lo que en realidad pretende este discurso es la neutralización de la lucha por una mejor calidad de vida, sobre todo la lucha que se enmarca en la construcción de otro paradigma civilizatorio, sinérgico, solidario y ambientalmente sostenible.

Este discurso simplificador y lineal tiene una nueva expresión en la nota “Alternativas e intermitentes”, del domingo 22 de noviembre. Además de objeciones y observaciones de la “Respuesta de los Verdes”, de Juan Carlos Villalonga y Roque Pedace del domingo 6 de octubre, hay aspectos vinculados con la complejidad de la matriz energética que requieren consideraciones adicionales, vinculadas al cómo, quién, para qué y para quién se produce energía.

Desde el punto de vista tecnológico, la nota ignora fuentes y tecnologías muy significativas. Los biocombustibles pueden también obtenerse a partir del cultivo de microalgas con un rendimiento mucho mayor y sin competir con la producción de alimentos ni promoviendo el agronegocio. El uso del hidrógeno como vector energético, obtenido por electrólisis del agua con la energía solar y la eólica producidas al momento de menor demanda, anula la argumentación de la intermitencia. Lamentablemente, el desarrollo científico argentino no tiene significativamente incorporado el del uso del hidrógeno, su generación, acumulación, transporte y carga. La energía mareomotriz. La energía solar térmica. La posibilidad del desarrollo y uso de pilas de combustibles.

Las energías geotérmicas. El uso racional de la energía, que debería ser considerada la principal fuente de energía alternativa. Para dar una idea, sólo si se cambiaran los pilotos de los artefactos de gas (en calefones, termotanques, estufas) por encendedores piezoeléctricos, lo que tendría un costo por única vez de unos 200 millones de dólares, se ahorraría por año un mínimo de 500 millones de dólares, medida al costo del gas natural importado de Bolivia, el más barato que importa la Argentina.

La producción de biocombustibles a partir de cultivos compite con la producción de alimentos, y por ello no debe incentivarse su producción a nivel masivo. Pero una cosa es el cultivo masivo de soja transgénica para la obtención de aceite como insumo para la producción de biodiesel para exportar, que destruye el ambiente, el sistema productivo local y la salud de la población afectada, y nos somete a las arbitrariedades del mercado de la UE que prohíbe la importación por dumping, y otra completamente distinta es la producción de biodiesel a partir de aceites usados en los territorios urbanos, o la producción de biocombustibles de productores agrarios cooperativizados para independizarse de los vaivenes de la provisión y costo del gasoil y lograr autonomía, que a pesar de no cotizar en pesos en el mercado tiene gran valor para los productores y para la sociedad, sobre todo si destinan su producción a los mercados cercanos. No es lo mismo producir electricidad a partir de recursos geotérmicos con licencia social para el abastecimiento de la población local e industrias locales, que imponer la explotación de recursos geotérmicos para producir energía eléctrica subvencionada para las empresas transnacionales megamineras. Lo mismo ocurre con las megarrepresas y con toda otra fuente de energía. La energía y los vectores energéticos, transformados en commodities o en recursos subvencionados para producirlos, son sólo negocio para pocos y perjuicios para la mayoría de la población.

* Ingeniero forestal. Master en Desarrollo Humano Sostenible.

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