Millones garantizados, pieza oculta del pacto con Repsol

Explicando giros. El ministro Axel Kicillof cambió su postura ante Repsol. / DYN

Por Marcelo Bonelli.- El acuerdo con Repsol apunta a liberar las trabas legales que pesan sobre YPF parainiciar una política de endeudamiento externo de la compañía y, así, intentar eludir el ajuste económico que obliga la gestión Cristina Kirchner.La reapertura de la negociación con la compañía española sería la primera de una serie de exigencias que recibió el Gobierno para obtener préstamos del exterior y así fortalecer las alicaídas reservas del Banco Central.Pero el principio de acuerdo habilita en forma inmediata dos cosas: que YPF salga a buscar fondos al mercado internacional para robustecer el ingreso de dólares y, a la vez, que la Argentina pueda avanzar en un arreglo con el Club de París que también le permita buscar financiamiento afuera.Por eso el Gobierno aceptó pagar un precio caro: la cláusula secreta fija el pago en 5.000 millones de dólares cash y ese monto sería mayor si fuese cubierto en bonos a diez años: llegaría nada menos que a 8.000 millones.El convenio fue impulsado en forma esencial por el gobierno de Estados Unidos y fue el presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien trasmitió las urgencias para que la Argentina no lo retrasara más.México –por indicación de Washington– actuó de mediador, desplazando a Brasil. Después intervinieron una serie de técnicos y funcionarios, pero se admite en secreto en la Casa Rosada que habría sido Juan Manuel Abal Medina (padre) el emisario que trasladó un mensaje inquietante a la Quinta de Olivos.
Hombre de Carlos Slim, trajo a Buenos Aires la traducción política precisa de lo que quiere Estados Unidos.
Por este y otros conductos, Washington transmitió a Buenos Aires que Cristina debe avanzar en cinco cuestiones centrales para volver a acceder al crédito internacional.
Las exigencias fueron concretas: cerrar el conflicto de YPF; transparentar el INDEC; normalizar la deuda con el Club de París; aceptar la auditoría del FMI y, por último, resolver la disputa con los fondos buitre.
Idénticos reclamos le exigió, en una cumbre de Cannes, Barack Obama a Cristina Kirchner hace dos años, en el único encuentro que ambos tuvieron a solas. Después no la recibió más y la desairó en el G-20 de San Petersburgo.
Jorge Capitanich tomó como propio el programa de la Casa Blanca y se comprometió a cumplir con EE.UU.
El jefe de Gabinete puso como requisito para asumir que no haya interferencias para encarar esas exigencias.
El propio secretario de Energía de Estados Unidos intervino públicamente para presionar en favor del convenio con Repsol cuando la negociación secreta parecía que se caía, a mediados de noviembre. Ernes Moniz dijo en Madrid: “Apoyamos a Repsol porque no respaldamos la nacionalización de YPF”. Moniz también habría transmitido a la Casa Rosada que Exxon no iba a invertir en Vaca Muerta mientras Argentina no acuerde con Repsol, ni con las leoninas condiciones de Chevron.
La dura presión de Washington y la debilidad objetiva de la economía argentina hicieron que los “cristinistas” otorgaran fuertes concesiones a la compañía española.
El desgaste político mayor fue para Axel Kicillof, que tuvo un giro copernicano. En abril de 2012 diagnosticó que Repsol le debía plata a la Argentina y que YPF no le iba a pagar ni un dólar a Madrid. Ahora, Kicillof aceptó abonar una indemnización equivalente a 5.000 millones de dólares en efectivo. Este sería el dato que el Gobierno no quiere reconocer. A poco de andar, el ministro sufrió un evidente desgaste: fue la cara visible del acuerdo que implica un volantazo de 180 grados en sus convicciones y la Presidenta bloqueó su desdoblamiento cambiario.
El propio jefe de Gabinete se ufana de la suerte de su colega: les dijo a sus íntimos que los anuncios con costos políticos estarán a cargo de Kicillof.
La cifra de 5.000 millones de dólares sería lo convenido en pagar y en efectivo.
Un informe confidencial del JP Morgan habla de 6.000 millones.
El dato se oculta, alegando una inadmisible “confidencialidad”, porque implica un valor difícil de explicar para los negociadores argentinos: en caso de que el país pague con bonos, el acuerdo prevé que sea bajo la legislación internacional y que el monto se ajuste hacia arriba, hasta que los papeles alcancen un valor en el mercado equivalente a 5.000 millones dólares en efectivo.
Repsol obtuvo otra concesión: colocó un banco de inversión para que sea árbitro y eligió al Deutsche Bank, el histórico agente de la petrolera española.
La cifra convenida es un 13% mayor al valor de mercado que tenía el 51% de las acciones el día de la expropiación.
El 13 de abril de 2012 su costo era de 4.403 millones de dólares.
Aún así, Repsol tendrá que castigar sus balances por el exagerado reclamo judicial de Antonio Brufau. Por eso hay mucho ruido contra el catalán.
Los funcionarios argentinos tendrán que explicar por qué pactaron un pago a Repsol sin que haya una evaluación del valor de la expropiación por parte del Tribunal de Cuentas. Además, con este acuerdo se tapan dos hechos complicados: la venta de la acción de oro de YPF, en 1998, que benefició a Repsol y negoció el rey Juan Carlos, así como la entrada del grupo argentino en 2008, patrocinado por Néstor Kirchner. Aún la Justicia investiga la existencia de una empresa en Melbourne, Australia, vinculada a esa compra y por qué un porcentaje del capital accionario de esa firma no está identificado.
La compañía se denomina “PTY Ltd”.
El Gobierno tiene urgencia en tapar esas cuestiones oscuras,pero también debe enfrentar el fracaso de su actual política petrolera. El publicitado plan de Miguel Galuccio decepcionó y por eso el Gobierno gira ahora hacia otra estrategia: una política liberal para las petroleras multinacionales.
Clarín

Cristina llamó a Rajoy para agradecerle su “participación” en el acuerdo por YPF

La Presidenta también recibió en Olivos al ex presidente Frutos y Carlos Bettini, embajador en España.

En blanco y negro, Cristina recibió al embajador de Paraguay en la residencia de Olivos. (TELAM)
Por Guido Braslavsky.- Lejos del atril de la Casa Rosada y recostada en la hiperactividad de su jefe de Gabinete, Cristina Kirchner monitorea todos los asuntos de su gobierno desde la tranquilidad de la residencia de Olivos. En sus oficinas con relajada vista a los jardines la Presidenta mantuvo ayer dos audiencias: con el ex presidente y actual embajador del Paraguay en Argentina, Nicanor Duarte Frutos; y luego con el embajador argentino en España, Carlos Bettini. Bettini, platense, amigo de juventud y de estrecha confianza de la Presidenta, es uno de los negociadores clave del acuerdo por YPF y está muy imbuido en general sobre la situación de las empresas españolas en la Argentina.
Más temprano, Cristina llamó por teléfono al presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, para agradecerle “la participación activa” que tuvo su ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, en el acuerdo alcanzado con Repsol por la expropiación del 51% de las acciones de YPF. Soria viajó especialmente a Buenos Aires el lunes para cerrar la negociación, y se reunió con el ministro de Economía, Axel Kicillof.
Cristina Kirchner se había comunicado también el miércoles con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto agradecer y destacar el “preponderante rol” que asumió en el acuerdo el director general de Pemex, Emilio Lozoya.
Con Duarte Frutos (con quien los Kirchner tuvieron una buena relación cuando fue presidente entre 2003 y 2008) se repasaron las tratativas que lleva adelante el Mercosur con la Unión Europea. Paraguay con aval de Brasil está llevando adelante esa negociación y a fin de año el bloque regional debe presentar su oferta a la UE. Y la Argentina por sus trabas comerciales (el uruguayo José Mujica la acusó de “hacer añicos” el Mercosur) es el socio que más atrasado viene en esta agenda. Por otra parte, tras haber estado suspendido Paraguay debe reingresar formalmente al Mercosur, se supone que en la próxima cumbre de presidentes, en enero próximo. Y Cristina tiene pendiente designar nuevo embajador en Asunción.
En las imágenes que distribuyó la Casa Rosada de las audiencias pudo verse a la Presidenta de pantalón negro y una blusa de gasa blanca, confirmando la variante en su atuendo y la salida del luto que llevó por tres años.
Siguiendo las indicaciones de sus médicos la Presidenta dejó atrás el reposo luego de su operación del 8 de octubre pasado pero se impuso un ritmo muy moderado de actividades. Mientras espera un nuevo estudio el 9 de diciembre y que se le pueda dar la aprobación para volar en avión o helicóptero, a la Casa Rosada sólo concurrió una vez desde el alta médica, el último miércoles 20 para tomarle juramento a sus nuevos ministros.
Clarín

Se sumó al relato desdiciéndose de lo que sostuvo durante años

Por Ismael Bermúdez.- No fue el renunciado Guillermo Moreno sino el actual ministro de Economía de Economia, Axel Kicillof quien ayer negó que exista inflación en la Argentina. Dijo que no hay inflación porque no todos los precios están subiendo ya que “hay tarifas congeladas hace años”.

En realidad, porque aún hay tarifas congeladas y “control de precios”, el nivel inflacionario es más alto al 26-28% interanual promedio de las mediciones alternativas. El llamado IPC Core – que excluye los productos estacionales ni las tarifas de servicios públicos y bienes con un alto componente impositivo— ronda el 30/32%, con los alimentos liderando las subas de precios. Y ahora con una mayor devaluación oficial del peso (a más del 40% anual). Esto significa que la tendencia es hacia una aceleración y no a una reducción de la inflación.
Se podrán discutir la causas de esta alta inflación y las medidas que se requieren para combatirla. Lo que no se puede es negarla. Tampoco sus consecuencias gravosas para la población trabajadora y de menores recursos.
Antes de acceder a la función pública, desde el CENDA, el centro de estudios que dirigía Kicillof, tan solo algunos meses después de la intervención al INDEC, se decía que “el país se encuentra atravesando un proceso inflacionario de significativa magnitud, más allá de lo que pretenden demostrar las estadísticas oficiales”. Y destacaban sus “consecuencias gravosas sobre los sectores de menores ingresos”.
Si esto era válido en 2007, 2009 o en 2011 por qué no lo sería en 2013, cuando la inflación supera los índices de esos años.
Lo único que varió es que Kicillof ascendió en la función pública y está tomando medidas que criticaba en el pasado, como alinear los precios internos de los combustibles a los valores internacionales, acelerar la devaluación del peso o pagarle a Repsol después de decir que había vaciado YPF.
Clarín

Crudo diagnóstico sobre la situación energética

La situación energética argentina se agravó en 2013 y hoy la energía no es un problema de la infraestructura, sino que es un problema de la economía general que no ha sido percibido a tiempo por la mayoría de los políticos y analistas”, advirtió ayer el ex secretario de Energía, Jorge Lapeña.

En el acto por el 30 aniversario del Instituto Argentino de Energía (IAE) General Mosconi, Lapeña destacó que el país “enfrenta un macroproblema que tiene las siguientes características: la necesidad de grandes inversiones; un largo período para implementar las soluciones y un elevado costo político que deberá afrontar quien realice las reformas de fondo”.
Tras celebrar que se haya arribado a un “principio de acuerdo” por la expropiación de YPF, Lapeña reclamó al Gobierno que actúe “con total transparencia e informe adecuadamente a la población los términos de la operación cerrada con Repsol”.
Agregó que “la actual política energética acentúa la tendencia declinante que viene registrando la producción de hidrocarburos”. Señaló que en lo que va de 2013, la producción de gas acumula una caída del 5,99% y la de petróleo, otra baja interanual del 3,12%”.
Clarín