La enorme captación de agua por parte de las petroleras obedece, sobre todo, al nuevo ‘boom’ del gas esquisto y petróleo Shale.
Por Cristian Valencia
Quizás no sea el cambio climático el culpable de la sequía en Casanare, como bien lo sugirió Ómar Franco, director del Ideam: la temporada seca es habitual en esa zona del país y la emergencia ambiental no obedece necesariamente al cambio climático. Las palabras ‘no necesariamente’ quizás se refieran a la cantidad de agua que necesita la actividad petrolera. Según la página oficial de Ecopetrol, durante el 2012 captaron 55,76 millones de metros cúbicos de agua de 217 fuentes hídricas. Eso es mucho. El estado de Texas, en Estados Unidos, durante el 2011 gastó en la extracción de petróleo por medio del fracking 632 millones de barriles de agua para producir 441 millones de barriles de petróleo –cada barril tiene 42 galones–.
A pesar de que todavía no tenemos una legislación clara al respecto, parece ser que Ecopetrol (y algunas compañías extranjeras) vienen practicando este método. En la edición 19 de Carta petrolera (publicación de Ecopetrol), de agosto-septiembre del 2008, ya se anunciaba que el fracturamiento hidráulico era una realidad. Dice: “El fracturamiento hidráulico comprueba efectividad en los campos de Ecopetrol (…). Una técnica para aumentar la producción de los yacimientos, que ya probó su éxito en los pozos de Guando, Cusiana, Cupiagua y San Francisco se está aplicando cada vez más en campos maduros de Ecopetrol”. Cusiana y Cupiagua quedan en Casanare. Se estima que un solo pozo de fracturación hidráulica puede consumir un promedio de 15 millones de barriles de agua. En Texas, desde el 2008 se han excavado 45.000 pozos. Texas se queda sin agua. El periódico inglés The Guardian publicó en agosto del 2013 un extenso reportaje: ‘A Texan tragedy: ample oil, no water’, que en traducción local significa ‘Más petróleo, menos agua’. Lema que podría ser una verdad de a puño en Casanare, a juzgar por el crecimiento de la producción petrolera vs. el decrecimiento de las fuentes de agua y la desoladora imagen de animales silvestres muertos de sed en ese Casanare de La vorágine, que era tan frondoso y pleno de vida.
Frente a esto, resulta irrisoria la suma que ofrecieron las siete multinacionales que operan en Casanare: 205 millones de pesos. Frente a esto, resulta contradictorio que el Presidente la jale las orejas a Corporinoquía, porque el mismo Gobierno quiere promover la técnica de fracturación hidráulica para elevar nuestra producción. En noviembre del 2011, ante un auditorio repleto, la Agencia Nacional de Hidrocarburos (AHN) ofrecía 113 nuevas zonas para exploración y explotación; 30% de ellas con potencial para hidrocarburos no convencionales, que solo pueden extraerse mediante el método de fracturación hidráulica. Y el ministro de Minas y Energía de entonces, Mauricio Cárdenas, dijo que cabría la posibilidad de bajar aranceles a la importación de equipos para la fractura hidráulica. Y todos aplaudieron, claro.
Frente a las imágenes del Casanare hoy, creo que no aplaudirían, al menos no públicamente.
El Tiempo