por Víctor Bronstein
Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad
Históricamente, el petróleo fue un gran negocio y las empresas petroleras siempre obtuvieron grandes utilidades. Hasta tal punto, que en la industria se contestaba irónicamente a la pregunta ¿Cuáles son las empresas más rentables?, con un: Primero, una petrolera bien administrada; segundo, una petrolera mal administrada.
Sin embargo, esto está empezando a cambiar en el mundo, y si bien la actividad petrolera sigue siendo rentable y no hay peligro que el petróleo deje de ser buen negocio y tampoco que las grandes empresas del sector puedan quebrar, el último año han comenzado a disminuir sus ganancias, por lo que resulta interesante investigar el por qué y analizar las consecuencias.
Hace unos días se conocieron los resultados del último trimestre de 2013 de algunas de las llamadas big oil. Exxon Mobil Corp. XOM anunció que sus ganancias en ese trimestre de 2013 fueron de u$s 8.400 millones, una caída del 16% respecto al último trimestre de 2012. Chevron Corp. CVX, por su parte, reconoció una caída del 32% en sus ganancias comparando los mismos períodos. A su vez, Shell, RDSB.LN declaró ganancias por 2.900 millones, contra los 5.600 millones que había ganado en el último trimestre de 2012.
El dato llamativo es que estas caídas se dieron en un contexto de un precio del petróleo que puede considerarse alto, alrededor de los cien dólares, y que las inversiones que realizaron estas compañías fueron muy significativas: estas tres empresas invirtieron en conjunto más de 120 mil millones en 2013 para tratar de aumentar su producción de gas y petróleo. Pero el problema es que obtuvieron pocos resultados de sus grandes inversiones. Las compañías petroleras han reconocido que 2013 fue el peor año en descubrimientos de las última dos décadas. Por ejemplo, la exploración en la costa occidental de África, desde Angola hasta Sierra Leona, no obtuvo los resultados esperados. Lo mismo ha ocurrido con los trabajos de Shell en el ártico. Cada vez es más difícil encontrar nuevos yacimientos. Los descubrimientos tienden a ser más pequeños, más complejos y más difícil de explotar.
La producción de crudo convencional creció aproximadamente un 1,5% por año entre 1995 y 2005, pero a partir de ese año entró en una meseta, a pesar que desde 2004 el precio del petróleo comenzó a aumentar desde los u$s 30 a los casi 110 actuales. Si bien el alza de los precios generó un incremento en las tareas de exploración y en el desarrollo de nuevos yacimientos, sólo se logró compensar la declinación de los yacimientos maduros. Por eso, los aumentos de la producción a nivel global de los últimos años provienen de los condensados del gas natural (etano, propano, butano, pentano), yacimientos de aguas profundas, oil sands y tight (shale) oil.
Hoy, la producción de petróleo está altamente concentrada en un pequeño número de países y en un pequeño número de grandes yacimientos. Aproximadamente 100 yacimientos producen la mitad de la oferta global, 25 producen un cuarto y un solo yacimiento (Ghawar, en Arabia Saudita) produce el 7%. Casi todos estos grandes yacimientos son relativamente maduros, muchos ya han alcanzado su pico de producción y la mayoría del resto entrará en declinación la próxima década. A nivel global, hay pocas esperanzas de encontrar nuevos de los llamados yacimientos gigantes. Además, el 96% de las reservas a nivel mundial están en manos de los estados, por lo que las petroleras deben ajustarse a distintas regulaciones y a compartir la renta.
En cierto modo, las principales compañías petroleras del mundo están sufriendo alguna versión del mismo problema: están gastando más dinero para producir menos petróleo.
Para mantener las tasas de producción, las empresas están corriendo en la búsqueda de nuevas reservas y, al mismo tiempo, están incrementando sus proyectos en gas, ya que les cuesta acceder a las reservas de petróleo convencional a nivel global y el gas está incrementando su participación en la matriz energética mundial. Se está acabando la era del petróleo barato y el mundo se enfrenta a un futuro de turbulencia económica y geopolítica. Por suerte, nosotros tenemos a Vaca Muerta.