En los últimos años Argentina y Uruguay han hecho una apuesta fuerte por la industria extractiva y en lo político y económico por la profundización de modelos “progresistas”. Nueva/vieja versión de desarrollo que hoy se traduce en la sojización masiva de sus campos y el desembarco de una nueva forma de minería.
En la Argentina, la apuesta por el extractivismo se extiende también a los hidrocarburos en una versión semi nacionalizada que incluye el polémico acuerdo con la Chervron Texaco y la expansión de la forma más contaminante conocida de explotación de hidrocarburos: El Fracking.