“El fracking genera más riesgo de muerte que el promedio de todas las otras industrias”

Así lo señaló una especialista en base a las estadísticas de Estados Unidos, único país en el que se desarrolla masivamente el fracking. Accidentes por inhalación de gases tóxicos y por estrés, leucemia, silicosis, cáncer, son algunas de las consecuencias.

Por Alba Fernández  -fernandez.alba@gmail.com y Fernando Cabrera  – meildefer@gmail.com

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Kathleen Nolan, una pediatra que trabajó en la recopilación de estudios científicos que demuestran los impactos del fracking, señaló los riesgos a los que están sometidos quienes trabajan en ese tipo de explotación. La especialista recorrió Neuquén para explicar las conclusiones a las que arribaron luego de estudiar más de 500 trabajos científicos sobre fracking y que se utilizaron para prohibir esa técnica en Nueva York e Irlanda. “Los trabajadores son unos de los sectores más afectados”, aseguró.

¿Cuáles son los riesgos que corren los trabajadores del fracking?

El fracking es un mal negocio para los trabajadores. La posibilidad de morir mientras se está trabajando es muy alta. Es dos veces y media más alta que el promedio en la construcción y siete veces más alta que la media en otras industrias. En Estados Unidos es dos veces más alta que la que tiene un oficial de la policía, en una actividad que es considerada muy peligrosa.

Incluso sino mueren, los daños que sufren los trabajadores son muy serios: migrañas, fracturas, lesiones por aplastamiento, o explosiones, quemaduras, pérdida de miembros y mucho estrés. Los trabajadores están muy cansados y tienen mayor predisposición a accidentes. Además, están expuestos a altas cantidades de gases tóxicos, y creemos que muchos de los accidentes son causados porque inhalan químicos tóxicos que les provoca mareos, aturdimientos y como consecuencia pérdida de control. Sabemos, además, que estos gases y químicos pueden causar enfermedades crónicas como cáncer.

Una de las exposiciones que primero se revelaron fueron los de gases de sílice. Esto es la arena, que es usada como un ingrediente necesario en los fluidos de perforación. Muchas veces esta arena se filtra o se escapa, y no sólo los trabajadores sino los habitantes locales quedan expuestos a este material. Una de las investigaciones demostró que el 80% de las muestras de aire en pozos estuvieron por encima de los límites de exposición recomendados para el polvo de sílice.

El sílice puede ocasionar silicosis: el sistema inmunológico empieza a atacar los pulmones y causa cáncer. Hasta ahora no tiene tratamiento efectivo. Estas enfermedades generan incapacidad y esto se ve en que hombres jóvenes deben dejar de trabajar. Se ha comprobado un resurgimiento de esta enfermedad desde 2010. El polvo de sílice también es causal de tuberculosis.

Otros exámenes revelaron que los trabajadores también están expuestos a bencina -un componente natural del petróleo y del gas natural- que sabemos que causa leucemia. Hemos encontrado concentraciones lo suficientemente altas en la orina para provocar leucemia.

¿Hay posibilidad de que esto afecte también a las familias los trabajadores?

Los trabajadores pueden traer a sus casas polvo de sílice en sus ropas o incluso en el aire que exhalan, y exponer a sus familias. La industria del fracking es una industria muy corta, sus beneficios no duran mucho, y disminuyen en unos pocos años. Entonces las empresas se tienen que mudar y seguir fracturando todo el terreno. Los trabajadores también se tienen que mover, por eso el petróleo no es un buen trabajo para padres porque si bien van a ganar un buen dinero se van a ir mudando solos, sin su familia.

Aparecen entonces una serie de problemas sociales asociados al fracking, incluido el abuso de drogas, violaciones de mujeres, tráfico sexual, alcohol al volante, violencia. Los hombres jóvenes lejos de sus familias y de las normas sociales tienden a comportarse de forma violenta.

Sucede también que crece la demanda de alojamiento y aumenta la especulación inmobiliaria, y las mujeres pobres con sus hijos son expulsadas de sus casas para que sean ocupadas por trabajadores que pagan más. El fracking es extremadamente peligroso económicamente hablando para mujeres: ellas pagan el precio.

Hay algo más de 900 estudios que confirman los daños y riesgos del fracking. Pero la evidencia científica sola no alcanza, hace falta el activismo.

¿Cuales son las consecuencias en las localidades receptoras?

La comunidad receptora también recibe los impactos negativos. Si las perforaciones son realizadas en los barrios, toda la comunidad está expuesta 24 horas a esas condiciones. Y no sólo afecta la salud sino también trae serios problemas económicos. Si perdés tu agua potable, si tus caminos quedan destruidos, si te enfermas, eso repercute en la economía como un todo.

¿Cuál es la respuesta del sistema de salud ante este informe?

La Administración de Salud en Estados Unidos ha declarado que las consecuencias de fracking son un tema oficial especialmente la exposición a gases tóxicos y polvo. Sabemos que, por ejemplo en Pensilvania, en las comunidades donde hay fracking aumenta el número de accidentes de tránsito -en Texas aumentó un 50%-, el número de hospitalizados, y de consultas médicas especialmente por migrañas y asma. También está comprobado el aumento de los problemas en el embarazo. Cuanto mayor es la cercanía a un pozo de fracking mayor el riesgo -un 34% más- de nacimientos prematuros, de malformaciones, y vemos este patrón repetido en Pensylvania, Utah, Texas y Colorado, los cuatro estados donde el fracking está funcionando.

En el estado de Nueva York tuvimos una moratoria para estudiar los impactos en el ambiente y en la seguridad. Después de años de estudio escribimos este compendio con los resultados sobre los riesgos. Esto fue suficiente para prohibir el fracking en Nueva York. La ciencia confirmó los daños y riesgos desconocidos para los habitantes y se pudieron contraponerlos a los beneficios económicos a corto plazo. El gobernador resolvió prohibir el fracking en diciembre de 2014 basándose en alrededor de 500 estudios. Ahora hay algo más de 900 estudios que confirman que la decisión gubernamental fue acertada. Pero la evidencia científica sola no alcanza, hace falta el activismo.

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