El auge de los proyectos para explorar posibles yacimientos de gas mediante la polémica fractura hidráulica (‘fracking’) es acogido con creciente oposición | La Generalitat dio permiso para explorar en 23 pueblos de Osona, Garrotxa y Ripollès | “No permitiremos que contaminen los prados, las vacas ni el agua que bebemos”
Por Antonio Cerrillo
Angel Sainz, alcalde de Villacarriedo (Cantabria, 1.800 habitantes), representa a muchos españoles que se han visto sorprendidos los últimos tiempos por la irrupción de proyectos de búsqueda del gas en su territorio. La concesión de permisos de investigación (que servirían para extraer el gas mediante la fractura hidráulica de la roca a gran profundidad) no está siendo acogida, sin embargo, con alborozo al estilo Bienvenido Mister Marshall. Proliferan numerosas plataformas, creadas para oponerse al aterrizaje de las empresas petroleras cuya principal carta de presentación es un permiso en el Boletín Oficial del Estado. Todas buscan el oro negro, en forma de petróleo o gas. La resistencia ciudadana crece ante el temor de que la imagen de los pozos sepulte un paisaje de vacas, prados y aguas cristalinas.
“Desde que se ha autorizado a autorizado a Repsol investigar si hay hidrocarburos, no hemos parado de encontrar argumentos en contra”, dice Sainz, activo miembros de la campaña para prohibir en Cantabria la fractura hidráulica como procedimiento para extraer el hidrocarburo. El gobierno cántabro, en manos del Partido Regionalista, ya ha iniciado la tramitación del proyecto de ley en el parlamento regional.
En España existe una verdadera fiebre por hallar hidrocarburos. Es más que un sarampión pasajero. Es una apuesta en toda regla del Gobierno y de las empresas petroleras. Las solicitudes de permisos de investigación de hidrocarburos (son indistintas para petróleo o gas) han pasado de 35 en el 2009 a más de 60 el año pasado. Y las licencias concedidas han aumentado desde 47 a 75 en los últimos cuatro ejercicios. Y estos permisos de investigación son la punta de lanza para las grandes petroleras (pues llevan aparejada una posible y futura explotación).
Momento álgido en Catalunya La búsqueda de gas y petróleo vive su momento álgido en Catalunya. La Generalitat ha dado el primer permiso de investigación a Teredo Oil, que podrá explorar en 23 municipios (51.201 has) de Osona, Ripollès, la Garrotxa. Además, está a punto de decidir si concede autorización a la empresa Montero Energy, que ha solicitado dos permisos de investigación: uno que afecta a 37 municipios de la Noguera, Segarra, el Solsonès y Urgell, y otro en 44 localidades en la zona de Osona, Bages y Berguedà.
Mientras tanto, Repsol busca ampliar sus prospecciones de petróleo en la plataforma Casablanca en la costa de Tarragona, y la británica Cairn Energy quiere explorar 11.500 km2 entre el litoral entre Girona y el norte de la provincia de Barcelona.
Pero detrás de la mayor parte de estos planes está el deseo de extraer gas mediante la fractura hidráulica de la roca (fracking, en inglés), una técnica que ha catapultado la creciente autosuficiencia energética de EE.UU. Con ella, se persigue extraer gas pizarra (gas de esquisto o shale gas) alojado en rocas porosas a gran profundidad (más de 2.000 metros) Sin embargo, es un método polémico. En la perforación se usan explosivos y un fluido compuesto por agua, arena y productos químicos introducidos a gran presión para fracturar la roca y liberar el gas. El problema es que, además de los seísmos, se han dado casos de contaminación de las reservas subterráneas de agua, como han documentado los grupos conservacionistas.
Algunas causas
La fiebre por los hidrocarburos obedece a que recientemente se ha hecho un “descubrimiento de gas en la costa de Gaza”, que ha levantado las expectativas en otros países del Mediterráneo, dice Margarita Hernando, secretaria general de la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo (Aceip). El otro factor es el “desarrollo tecnológico de la fractura hidráulica, que se venía utilizando EE.UU. desde hace años y que ahora se usa para yacimientos de gas no convencional (gran profundidad”), agrega. “El fracking llega a España como una técnica probada y segura”, resume Hernando. La a técnica ha disparado la producción de gas en EE.UU, y ha abaratado dos tercios su precio, dice Rafael López Guijarro, jefe de exploración de Montero Energy, convencido de que ésta es una buena solución de abastecimiento. El gas se usa en redes de gasoductos o para producción eléctrica. No obstante, no aún no se ha dado ningún permiso para iniciar su explotación efectiva. Larga tramitación “La concesión de un permiso para investigar no implica nada especial. Es una autorización genérica. Antes de iniciarse los sondeos se requieren múltiples estudios previos. No creo que se inicie ningún sondeo antes del 2016”, dice Rafael López. Los sondeos requerirán permisos concretos y estudios de impacto ambiental antes de concluir si hay gas y su estracción es rentable. “La alarma que se ha generado es infundada. La gente no debe tener miedo. Todo se hará con un control ambiental responsable y usando las mejores tecnologías”, dice López Guijarro. Sin embargo, la llegada del fracking a Europa está siendo criticada. “En EE.UU, la Agencia de Protección Ambiental dejó que los proyectos de fracking retrasen el cumplimiento de las normas de calidad del aire hasta el 2015”, recuerda Jordi Ortega, investigador en energía de la Universidad Carlos III, crítico con los beneficios fiscales dados a esta técnica. En Francia, se ha prohibido (algo lo que algunos interpretan como un intento de proteger el potencia nuclear), y en Gran Bretaña es muy cuestionada, porque muchos expertos estiman que debilita las inversiones en energías verdes.
La opinión del profesor Marzo
Mariano Marzo, profesor de recursos energéticos de la Facultad de Geología de la UB, sostiene en cambio que la oposición a los proyectos de exploración o investigación es injustificable, puesto que se trata de conocer si existen realmente estos recursos. “No podemos oponernos a esta investigación, amparándonos en el prejuicio de que en el futuro podrían usarse unas técnicas supuestamente contaminantes para su explotación, cuando aún no se sabe si existe ese recurso”, dice. Marzo cree que “hay grupos que, con una actitud irracional, pretenden de entrada mantener cerradas las puertas al conocimiento, cuando la sociedad tiene derecho a saber si el recurso que se busca existe”. “Primero, hay que investigar; luego, veremos si este recurso existe, y finalmente, si su explotación fuera comercialmente viable y la sociedad estuviera de acuerdo en proceder a su explotación, se deberá regular cómo se extrae”, ha venido sosteniendo. No obstante, a priori, la probabilidad de encontrar gas en las zonas objeto de exploración le parece bajísima. Pero la controversia ha saltado a los valles cántabros de Pisueña, Pas, Miera. “No permitiremos que contaminen los prados y nuestras áreas ganaderas, ni que ensucian el agua”, dice el montañés Ángel Sainz.
La Vanguardia