El ex secretario de Energía asegura que con los cambios necesarios, en cinco años se podría lograr el autoabastecimiento.
Por Oscar Martínez
Caída en la producción, pérdida del autoabastecimiento y crecientes importaciones. Una matriz energética muy dependiente de los fósiles y parches siempre de corto plazo y muchas veces contradictorios. Esta sería, en parte, claro, una pintura de lo que es hoy la energía en el país.
“Esta política energética fracasó, hay que cambiarla”, expresa Daniel Montamat, economista y ex secretario de Energía. Despliega gráficos y datos, para confirmar su posición. “Hasta 2010 la balanza comercial de la energía era positiva. En 2011 y 2012 tuvimos un déficit sumado de US$5.500 millones y este año puede trepar hasta los US$6.700 millones. Pasamos de ser un país que exportaba gas a importar el 30% de lo que consumimos. La exploración y la explotación siguen cayendo y el Gobierno sólo piensa en acusar a otros por los cortes de luz o la falta de gas. ¿Es una política exitosa esta?”.
–¿Los recientes anuncios sobre los yacimientos de petróleo y gas no convencional o los programas Gas Plus y similares no ayudan a mejorar el panorama?, pregunto iEco.
Son fotografias que no cambian la película. Y la pelicula energética es mala. No sólo bajan la exploración y explotación, sino que se sigue sobreexplotando lo que está en producción y no reponiendo las reservas que sacamos. Con lo cual yo creo que al margen de estas fotos incluyendo el aumento del gas a US$7,50 para gas incremental, subir la base de las retenciones a las exportaciones de petróleo de US$32 a US$70, si no se cambia la película, es más de lo mismo.
Montamat recuerda que “nos obligan a tener más importaciones, con un fuerte impacto en la balanza comercial y en la fiscal por el peso de los subdsidios” y remarca que “hay que cambiar urgente de política”.
–¿Cuánto tiempo se tarda en explotar esos yacimientos no convencionales y cuánto cuesta?
La Argentina tiene potencial para autoabastecernos y exportar, y eso cambiaría toda la geopolitica regional. Pero hay que realizar enormes inversiones y todo lleva un tiempo. Por ejemplo, importar equipos que no se consiguen en un supermercado. Se necesitan, como mínimo, 4 o 5 años para comenzar a revertir la tendencia. Recuperar el autoabastecimiento y ser exportador de saldos. Respecto de la inversión necesaria, los ex secretarios de Energía tenemos hecho un relevamiento sobre todo el sector energético, que incluye, por caso, la generación eléctrica. Nosotros hablamos de una inversión en el próximo lustro no inferior a US$15.000 millones anuales para que la energía acompañe el crecimiento del 4 al 5% de la economía. Pero estos recursos nuevos son más caros, así que es posible que haya que sumar unos US$5.000 millones anuales. Unos 100.000 millones en los próximos 5 años.
–Es mucho dinero…
Sí, pero nosotros nos descapitalizamos. El stock de reservas de gas estaba en 800.000 millones de metros cúbicos en 2003 y ahora quedan unos 400.000 millones. Consumimos el 50% de las reservas. Por eso se trata no sólo de acompañar el crecimiento de la economía, sino de recapitalizar el sector. Y esa plata está en el mundo. Y habría gente dispuesta a invertir. Lo que está haciendo YPF buscando socios internacionales, puede paliar esta carencia de inversiones. Además, la mayoría de los potenciales socios extranjeros ya conocen las reglas de juego porque están en el país. Los chinos, PDVSA, Chevrón, Exxon, Esso, Total, por ejemplo. Pero hay que cambiar la película porque parece que tampoco les gusta a ellos ya que no hay inversiones.
–¿Qué significa cambiar la película?.
Primero, hay que sacar a la política energética del corto plazo. Hay intervenciones discrecionales y el Estado cambia las reglas de un día para otro. Hay que recuperar una estrategia energética enmarcada en una estrategia de crecimiento sustentable que incluya un cambio progresivo en la matriz energética. Poner reglas de juego claras para el reparto de la renta, tanto en los precios como en el terreno impositivo. Este es un sector que tiene un horizonte nunca menor que los cinco o diez años. La propiedad no es tan relevante, lo que interesa es cómo se reparte la renta. Y después de definir todo esto, una recomposición de precios gradual, con una tarifa social a la demanda.
“Por no hacer nada de esto, pagamos los precios de importación más caros. El gas del barco cuesta US$17 dólares por millón de btu y en el país pagamos US$2,60, en promedio. Ya se importa cerca del 30% del gas que consuminos. Y la tendencia es creciente. Y si tenemos que importar el 100%, ¿qué precio deberíamos pagar?”, concluyó Montamat.
iEco