12/03 | Bs As: Cine debate “Hidrocarburos: el agua, el aire, la tierra… la muerte”

El problema del fracking en la Argentina

Fracking: la nueva moda en despojo, ahora en Argentina
por Colectivo Aymuray
¿Qué hay de nuevo en la explotación de hidrocarburos?
El petróleo y el gas convencional que, históricamente, alimentaron la maquinaria capitalista se está agotando en todo el planeta debido al uso indiscriminado que los países ricos han hecho de los combustibles fósiles durante décadas. No obstante, la industria extractiva de hidrocarburos no ha demorado en encontrar yacimientos aún vírgenes, pero más profundos, costosos y difíciles de explotar, junto a novedosas técnicas que desde hace algunos años ya lo hacen viable –pero sobre todo rentable- para las grandes transnacionales del sector.
Se trata de yacimientos de petróleo y gas denominados como “no convencionales”, porque deben ser extraídos de las entrañas de la tierra mediante un método diferente al tradicional, mucho más agresivo y depredador, que se conoce como “fractura hidráulica” o “fracking”. La particularidad de esta tecnología de reciente invención radica en la cantidad enorme de explosivos, agua, arena y aditivos químicos que se inyectan en el subsuelo a gran presión, para quebrar la roca más dura ubicada entre los 2000 y 5000 metros de profundidad, y acceder a los combustibles allí atrapados por milenios. En efecto, se necesitan toneladas de dinamita, millones de litros de agua y, al menos, 260 sustancias químicas para que la explotación de cada pozo sea posible.
La contracara silenciada del fracking
Todo este proceso conlleva graves daños ambientales, como la contaminación del aire con los gases peligrosos y elementos radiactivos que emanan del interior de la tierra, y de las cuencas hídricas superficiales y subterráneas que se mezclan de manera permanente con componentes tóxicos y metales pesados. En ambos casos, lo que se pone en juego es el equilibrio de delicados ecosistemas naturales, cuyas plantas y animales son envenenados y, lo que resulta aún más preocupante, la salud de las miles de pobladores que viven en los alrededores de las explotaciones. En Estados Unidos, país pionero en la implementación de esta técnica de extracción desde hace una década, ya se verifican importantes aumentos en los casos de cáncer, problemas respiratorios, desórdenes neurológicos y malformaciones congénitas, en todas aquellas zonas donde se practica el fracking. Como si todo esto fuera poco, el fracking también implica graves perjuicios sociales y culturales, ya que supone la ocupación de territorios históricamente habitados por pueblos originarios o comunidades rurales que son desplazadas; así como el deterioro de las economías locales y regionales, dado que sustituye la agricultura y la ganadería como actividad productiva en las áreas explotadas.
Debido a la contundencia de los nefastas consecuencias que acarrea, esta técnica está siendo duramente cuestionada por movimientos sociales, organizaciones ambientalistas y expertos de todo el mundo. Sus peligros ya son reconocidos por diversos países como Gran Bretaña, Australia y Sudáfrica, que han impulsado moratorias para su implementación; o como Francia, Holanda, Bulgaria, Irlanda del Norte e, incluso, algunas ciudades de Estados Unidos (Buffalo City en Nueva York y Pittsburg en Pensilvania) y Canadá (Quebec), donde ya se ha prohibido su utilización. Sin embargo, a contramano de todas las voces de alerta que se levantan en el plano internacional, el gobierno argentino y algunos gobiernos provinciales celebran el boom del fracking y promueven su llegada a nuestro país como una supuesta panacea para el desarrollo nacional.
Argentina, una vez más, la perla del extractivismo
Como ya ocurrió en las últimas décadas con la minería a cielo abierto –que se ha propagado en cientos de proyectos con distintos grados de avance por toda la cordillera-, Argentina se perfila nuevamente como un polo de atracción para las inversiones extranjeras dirigidas a la explotación de las riquezas del subsuelo. Ahora, es el turno de los hidrocarburos no convencionales. En efecto, nuestro país es el tercero en el mundo con mayores reservas de este tipo de gas y petróleo, después de China y Estado Unidos.
Los yacimientos más importantes descubiertos hasta la fecha se encuentran en Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, pero ya se están realizando nuevas exploraciones en otras partes del país, porque se estima que pueden existir importantes depósitos no convencionales en Mendoza, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Formosa, Santa Fe, Corrientes, Misiones y, especialmente, Entre Ríos. La confirmación de estas previsiones significará la acelerada expansión de la frontera extractiva hacia zonas tradicionalmente ajenas a la explotación de hidrocarburos, que además albergan ecosistemas como el acuífero guaraní –una de las fuentes de agua dulce más importantes del globo- o “El Impenetrable”, ahora también amenazados por esta nueva forma de despojo.
Mientras tanto, en la Patagonia, el fracking ya es una realidad. En diciembre de 2012, YPF anunció un acuerdo con la empresa estadounidense Chevron, por el cual se invertirían 1000 millones de dólares para extraer gas y petróleo de 100 pozos no convencionales en el yacimiento “Vaca Muerta” –uno de los más grandes del mundo- ubicado en la provincia de Neuquén. Finalmente, el pasado viernes 1 de marzo, se dio inicio a la etapa de explotación. Y este es sólo el puntapié inicial de una política de largo plazo que el gobierno nacional ha trazado para usufructuar al máximo las cuantiosas reservas de combustibles no convencionales que alberga el territorio argentino. En efecto, la reciente re-estatización de YPF está directamente ligada con el descubrimiento del nuevo potencial hidrocarburífero del país. Según Diego Pérez Roig, investigador del Observatorio Petrolero Sur consultado por Aymuray, “el objetivo primordial de la YPF con control estatal parece ser la explotación de este tipo de recursos no convencionales. Si uno mira el Plan de Inversiones 2013-2017, el mayor esfuerzo de la empresa va a estar puesto en el fracking. El horizonte que está delineado actualmente para la nueva YPF es, sin duda, la explotación de este tipo de recursos”. Mientras tanto, los pueblos ya se encuentran en estado de alerta y se preparan para resistir este nuevo embate del despojo.
No pasarán: resistencias y alternativas
En diversas localidades de Argentina ya comienza a emerger un incipiente movimiento anti-fracking que crece día tras día. Especialmente en Entre Ríos, Chubut y Río Negro, un conjunto de asambleas y comunidades indígenas se están organizando para luchar contra una actividad que consideran contaminante, saqueadora y destructiva del territorio y la vida. Además de realizar acciones directas y de difusión de la problemática, algunos grupos también han optado por dar la batalla dentro de las instituciones. Así, mientras en Chubut se presentó un recurso de amparo y una medida cautelar para detener las actividades exploratorias en el yacimiento del “El Trébol”, inauguradas por la propia presidente Cristina Fernández de Kirchner a mediados de febrero; en el municipio de Cinco Saltos de Río Negro se logró la sanción de una Ordenanza que prohibía el fracking a fines del año pasado. No obstante, por presiones directas de los gobiernos nacional y provincial, la intendenta de la ciudad decidió vetarla hace menos de una semana, esgrimiendo que iba en contra de la política energética e hidrocarburífera del país.
El asunto que debe debatirse seriamente es si, acaso, dicha política no va en contra de los intereses de los pueblos que serán directamente afectados por las explotaciones no convencionales y, en paralelo, si reportará beneficios reales para la población general. En este sentido, cabe preguntarse a qué modelo de desarrollo responde la actual matriz energética. Si las principales beneficiarias de la explotación de hidrocarburos no convencionales serán las transnacionales mineras -que consumen cientos de miles de litros de gas subvencionado-, estamos errando trágicamente el camino.
Una verdadera política de democratización energética, que sea respetuosa de la naturaleza y de la autonomía de los pueblos, deberá apuntar a una diversificación planificada y de largo plazo, a través de la inversión para el desarrollo de energía limpias, como la solar. Claro que no se puede abordar este problema simplemente a partir de una solución técnica, ya que se trata de un asunto eminentemente político, que debe afrontar la cuestión de fondo: para qué y para quién producimos energía y cómo la consumimos. Esto significa que en Argentina nos debemos un balance muy serio acerca de qué sectores económicos y sociales son los principales consumidores de energía hoy en día.
Las asambleas, pueblos originarios, comunidades campesinas y organizaciones sociales que a lo largo y ancho del país se articulan para resistir el avance del extractivismo en todas sus formas: minería a cielo abierto, desmontes, monocultivo de soja transgénica y, ahora también,fracking, plantean la necesidad de generar alternativas para -y desde- los pueblos. Con ellos debemos empezar a construirlas.
COLECTIVO EN DEFENSA DEL TERRITORIO
-AYMURAY-
colectivoaymuray@gmail.com
Movimiento Popular La Dignidad