Las aspiraciones de Galuccio son ambiciosas: buscará convencer a Alí Moshiri, CEO de la empresa para África y América latina, de que su Chevron ponga por lo menos US$ 600 millones para buscar recursos no convencionales de petróleo y gas en Vaca Muerta, la formación neuquina hiperpublicitada a nivel internacional.
Pablo Fernández.- Sin las condiciones dadas para acceder al financiamiento externo y con dificultades para hacerse de recursos privados en la plaza local, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, intentará esta semana avanzar de manera decisiva en la firma de un acuerdo de inversión con la norteamericana Chevron, una de las principales petroleras del planeta.
Galuccio y Moshiri se verán otra vez las caras en la torre que YPF tiene en Puerto Madero, confirmaron a LA NACION fuentes cercanas al empresario local. Hasta ayer por la tarde, el día del encuentro no estaba definido.
La reunión se utilizará para limar algunos puntos en los que avanzaron en los últimos meses los equipos de ambas compañías. La discusión gira en torno a lo que en la jerga petrolera se llama “acquisition structure” (en otros términos, la manera en que la norteamericana se asociará a activos petroleros que pertenecen a la empresa nacionalizada), el mojón que todavía resta superar para llegar a un acuerdo final.
Ambos ejecutivos se dieron como fecha límite el mes de julio para ponerle la firma al acuerdo comercial definitivo. YPF y Chevron habían acordado en diciembre del año pasado los términos y las condiciones para la explotación conjunta de las áreas de Loma la Lata II y Loma Campana, dentro de Vaca Muerta. El programa piloto incluirá la perforación de más de 100 pozos en su fase inicial, de un año, que demandará un desembolso de por lo menos US$ 1000 millones, con la posibilidad de ampliarlos hasta 1500 millones.
Apremiada por las metas que se autoimpuso en su plan de negocios, YPF inició el programa de trabajo a la espera de que se sume Chevron. A fin de mes, la empresa nacionalizada contará con 14 equipos de perforación activos en esa zona, con 50 pozos de desarrollo y 8 de exploración.
Por eso, la llegada de los primeros dólares por parte de la norteamericana serán una bocanada de oxígeno para las expectativas de la petrolera estatizada. No sólo en términos de recursos líquidos, sino también en cuanto a la incertidumbre que aún despierta la petrolera y, en general, la Argentina como destino de inversión.
Un petrolero que mira con apetito la inversión en Vaca Muerta, pero le inspiran temor las condiciones de negocios del país lo puso en estos términos: “Todos estamos esperando una definición de Chevron. Si una empresa tan grande se equivoca, será más sencillo para nosotros explicarlo cuando sigamos el mismo camino”.
Problemas que poco tienen que ver con la economía y con la política, sin embargo, pusieron minas en el camino que debería conducir a un acuerdo final entre ambas empresas. A fines de 2012, el juez Adrián Elcuj Miranda estableció el congelamiento de activos de Chevron en el país a modo de pedido de un resarcimiento de US$ 19.000 millones a agricultores ecuatorianos por supuesta contaminación en el área del Amazonas. “No podemos avanzar en un acuerdo mientras esto esté en el medio, porque ellos embargarían dinero que nosotros entraríamos para gastar. Entonces, no podríamos hacer nada de todas maneras”, dijo semanas atrás el vicepresidente de la norteamericana, George Kirkland, al Financial Times.
En el mercado ponen énfasis en otro punto: Chevron, con negocios en casi todo el planeta, llegó tarde al boom de los hidrocarburos no convencionales en su propia tierra, Estados Unidos. Por eso debió salir más tarde a comprar empresas con potencial en ese rubro. Una especie de resarcimiento del error la llevaría a aceptar un clima de negocios menos apetecible, como el que presenta la Argentina
La Nación