Los modelos económicos son la mejor política en materia de cambio climático. El shale gas permitió bajar al nivel mínimo en 20 años la emisión de dióxido de carbono
Bjorn Lomborg, Especial para BAE Negocios
(Director del Centro para el Consenso de Copenhague, y profesor adjunto de la Facultad de negocios de Copenhague)
De acuerdo con un informe de la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) el gas de esquisto (shale gas) aumenta los recursos mundiales de gas natural en un impresionante porcentaje del 47%.
Los recursos de gas de esquisto de Argentina –los segundos más altos del mundo en términos de gas técnicamente recuperable, estimados en 802 trillones de pies cúbicos– no son algo que se pueda desaprovechar. Los beneficios económicos del fracking o fracturación hidráulica son múltiples: mientras que los precios del gas en la Unión Europea se duplicaron desde el año 2000, los precios en los Estados Unidos disminuyeron un 75% en los últimos años. Esto ha ahorrado u$s125 mil millones anuales a los consumidores en precios más baratos de la energía . De modo que la revolución del gas de esquisto promete ser una gran noticia para la economía argentina, pero –tal vez sorprendentemente–, también es una buena noticia para nuestro clima.
Hasta el momento, Estados Unidos es el único país que ha producido el gas de esquisto a gran escala, mediante el uso de la fracturación hidráulica. Una gran cantidad de preocupaciones ambientales se han atribuido a esta técnica, algunas lo suficientemente reales como para justificar una fuerte regulación, pero muchas de ellas exageradas. Un videoclip ampliamente difundido de un grifo abierto incendiándose –incluido en la película Gasland– resultó ser falso, ya que el gas era totalmente natural en su origen. Se suscitaron en todo el mundo preocupaciones sobre el suministro de agua en Dimok (Pennsylvania), pero estas se desvanecieron cuando la Agencia de Protección Ambiental realizó las pruebas pertinentes.
Contrarrestando la retórica ambiental, el fracking ha demostrado ser la solución ecológica de esta década, como un método transitorio hacia el futuro, hasta que las energías renovables se encuentren listas para competir con los combustibles fósiles. El gas natural genera 45% menos emisiones de CO² que el carbón y cuesta mucho menos que la actual energía solar y la eólica. En 2012, las emisiones de dióxido de carbono en Estados Unidos cayeron a su nivel más bajo en 20 años, 14% por debajo de su nivel pico alcanzado en 2007. Mediante la sustitución del carbón, el gas de esquisto ha evitado cerca de 500 toneladas métricas de emisiones de CO² en los EE.UU.. Eso es aproximadamente el doble del efecto total del Protocolo de Kioto y cualquier otra legislación sobre el cambio climático en el resto del mundo durante los últimos veinte años.
Aunque el cambio del carbón al gas natural fue rápido, las tecnologías subyacentes han venido desarrollándose durante varias décadas. El Departamento de Energía de EE.UU. y otros actores implicados invirtieron cerca de u$s10 mil millones durante 30 años para conseguir la innovación en la perforación, fractura y técnicas avanzadas de mapeo . Ahora, cuando el gas obtenido mediante fracturación hidráulica resulta más barato que el resto de los combustibles fósiles, estamos viendo los beneficios. Esa historia tiene una lección importante para las próximas generaciones de energía ecológica.
A largo plazo tenemos que cambiar a fuentes de energía ecológica debido al calentamiento global. Pero en tanto los costos sean superiores a los de los combustibles fósiles, esto nunca sucederá. Los modelos económicos muestran que la innovación es, por lejos, la mejor política a largo plazo en materia de cambio climático. Si todos invirtiéramos mucho más para reducir el costo de la energía ecológica a través de la innovación, lograríamos desplazar a los combustibles fósiles más rápido y encontrar una solución energética verdaderamente viable para enfrentar el calentamiento global.
Por ahora, sin embargo, Argentina también tiene que experimentar la bonanza de la fracturación hidráulica, que promete ser la mayor fuente de reducciones de CO² de esta década, mientras beneficia a la economía argentina y a sus consumidores. Este es un excelente negocio que difícilmente se pueda dejar pasar.
EN NÚMEROS
47% aumenta los recursos munidales de gas natural.
802 trillones de pies cúbicos es la reserva estimada que tiene la Argentina.
125.000 millones de dólares anuales ahorran los consumidores de EE.UU.
10.000 millones de dólares fue la inversión para desarrollar la tecnología del fracking.