Vaca Muerta es la mayor formación con gas de esquisto de la región
Una ‘panchería’ o kiosko de perritos calientes en la ruta a los yacimiento de petroleo de Vaca Muerta. / RICARDO CEPPI
Por Alejandro Rebossio
Por Alejandro Rebossio
– “Volvió, ¿le gustaron los panchos (perritos calientes)? Ayer eran las siete de la mañana y ya los estaba comiendo…”, dice con una sonrisa Norma Huaiquillán, de 30 años. Se marchó de su pequeña ciudad de Cutral Có, en la Patagonia argentina, a Añelo, un pueblo a 78 kilómetros de allí, para cocinar en un tráiler en el medio de la nada, no muy lejos de los campamentos de las petroleras, entre arbustos verdes pálido.
– “Dos hamburguesas danos hoy”, le contesta Maximiliano Yáñez, albañil de 38 años que hace dos recorrió más de 1.200 kilómetros desde Buenos Aires para arreglar baños. “Ahora tengo una empresa de construcción con 40 personas. Me vine a hacer plata, no a trabajar. En Buenos Aires se trabaja y no ganas apenas”, se enorgullece quien hace instantes bajaba de su Volkswagen Vento con dos de sus obreros. Norma, Maximiliano y sus dos empleados pisan la superficie bajo la cual, a 3.000 metros, se encuentra Vaca Muerta, una formación del tamaño de Bélgica, de unos 30.000 kilómetros cuadrados, en la que hay petróleo de esquistos bituminosos y gas de lutitas, esos hidrocarburos que solo se pueden extraer mediante la técnica delfracking o fractura hidráulica.
Así como Estados Unidos va camino de recuperar el auto abastecimiento energético gracias al fracking, Argentina también espera lograrlo con Vaca Muerta a finales de esta década o principios de la próxima. Han pasado tres años desde que YPF, entonces controlada por Repsol, anunció la dimensión de la riqueza de Vaca Muerta. Ahora, la mitad de los pozos de hidrocarburos no convencionales perforados fuera de EEUU y Canadá están en Argentina, en esta formación, una de las más grandes del mundosegún calcula la consultora Wood Mackenzie. Pero en Vaca Muerta operan 25 equipos de perforación, un 10% de los que hay en Eagle Ford, una de las siete formaciones similares a esta que hay en EEUU. De esos 25 equipos, 21 trabajan para YPF, 17 más que cuando fue expropiada en 2012.
YPF, dueña de un tercio de Vaca Muerta, lidera la inversión con unos 1.400 millones de euros aportados este año. De ellos, la mitad vienen de la norteamericana Chevron, que se asoció en 2013 a la petrolera argentina para explotar 395 kilómetros cuadrados, incluida el área Loma Campana, cerca de la panchería (el puesto de perritos), y de Añelo, la conocida como “capital del fracking” latinoamericano.
“Falta para llegar a los 10.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) anuales que se necesitan si queremos alcanzar el auto abastecimiento”, advierte el alcalde de Añelo, Darío Díaz, de 37 años, que hace tres conducía un camión de una empresa de servicios petroleros. Él ha sido testigo de cómo en los últimos dos años el pueblo ha duplicado su población hasta 6.000 habitantes. Otros 5.000 se trasladan allí a diario para trabajar. “[La francesa] Total está haciendo un poco, [la angloholandesa] Shell está moviendo algo, [la brasileña] Petrobras no está moviéndose mucho. La política del país hace que las empresas no inviertan. Ahora vienen los malayos [Petronas invertirá 370 millones de euros en 2015], pero falta”, describe el alcalde a bordo de su todoterreno.
También surgen interrogantes sobre qué cantidad de los recursos que se esconden bajo tierra son económicamente explotables, cómo se repartirá la renta entre el Estado, las provincias (la formación está en Neuquén, pero también en parte de Mendoza y Río Negro), las empresas, los trabajadores y el resto de la sociedad civil, y cuánto se dañará el medioambiente. En las oficinas prefabricadas de YPF en Loma Campana, su gerente ejecutivo regional de hidrocarburos no convencionales, Pablo Bizzotto, compara los datos geológicos de Vaca Muerta con los de formaciones de EEUU, como la cantidad de carbono orgánico, el espesor o la presión de repertorio, y concluye que es una reserva de “muy buena calidad”. El 8,7% del petróleo producido por YPF ya proviene de Vaca Muerta, según Bizzotto. “Pero Argentina necesita no solo de YPF sino de todas las compañías para recuperar el auto abastecimiento”, admite el ejecutivo de la compañía que controla el 41% de la producción argentina de hidrocarburos.
Mucho han escrito las petroleras y los ecologistas acerca de si el fracking contamina nada o mucho. Carolina García, ingeniera especializada en Medio Ambiente y militante de la Multisectorial contra la Hidrofractura, cuenta que un pozo convencional requiere de la inyección de “no más de un millón de litros de agua” y uno no convencional “entre ocho y 18 millones”. El gerente de relaciones institucionales de YPF para Neuquén, Federico Califano, reconoce que hay una diferencia importante, “pero no todos usan 18 millones, que además representan solo seis o siete segundos del caudal del río Neuquén”.
Califano y Bizzotto explican todas las medidas de seguridad que adoptan, pero el alcalde Díaz advierte: “El petróleo en todas sus fases es contaminante, pero hoy tenemos más desastres ambientales por el convencional que por el no convencional”. El 2 de septiembre pasadose produjo un escape de gas en uno de los 200 pozos que este año YPF perforará en Vaca Muerta, y la petrolera informó de que no hubo heridos ni “daños ambientales”. “Por un descuido humano salió gas, petróleo y agua para todos lados”, alerta el alcalde. “Eso produce un daño ambiental e YPF va a tener que invertir un millón de dólares (780.000 euros) para repararlo”, añade. El accidente fue denunciado primero por los indígenas mapuches que reivindican esas tierras como propias, aunque sus derechos no han sido reconocidos por las autoridades. Se trata de la autodenominada lof (comunidad) Campo Maripe, que integra la Multisectorial contra la Hidrofractura.
“En Añelo no hay mapuches. Los Campo Maripe quieren ser comunidad, pero no lo son”, ataca el alcalde. “Hay dos comunidades cerca de Añelo pero sin fracking, solo con petróleo convencional, y son los tipos más ricos de la zona”, indica Díaz para aclarar que esos mapuches cobran la llamada “servidumbre”, una cantidad de dinero que reciben por alquilar sus tierras para que las petrolíferas las exploten. Califano, de YPF, opina parecido: “En Loma Campana no hay una comunidad mapuche. Hay una familia que presentó una reclamación, pero el Gobierno nacional y el provincial dirán si lo son. Hasta que empezó el desarrollo de Loma Campana no había ninguna reclamación”, asevera.
“Sí, somos una familia, siempre pastamos acá”, reivindica Natalia Yzaza, de 29 años y werken (portavoz) de la comunidad Campo Maripe. La tierra que ocupan sus 350 cabras, 30 vacas, 20 caballos y 15 ovejas deben convivir desde principios de 2014 con las torres, los camiones y las furgonetas de la industria petrolera. “Mi abuela vino en 1918”, agrega la inal logko (vicejefa) de la comunidad, Mabel Campo. “Ellos tienen que pagar por lo que rompen”, reclama. Su sobrina, Lorena Bravo, que trabaja en una gasolinera, pide que YPF “deje todo como estaba”. Los Campo Maripe muestran los charcos de agua que salen de los baños químicos y las plumas de pollo de las mantas que protegen de derrames el suelo en los pozos pero que están esparcidas por los arbustos. También señalan una torre manchada de petróleo y el pozo donde ocurrió el escape de gas, donde aún huele a aceite. “Vinieron con camiones para chupar el combustible y lavaron las plantas con detergente”, cuenta Campo. “Nosotros respetamos a los operarios que trabajan, pero ellos no nos respetan”, dice la pareja de Yzaza, Rafael Pérez. Él, al igual que otros jóvenes de la comunidad, justifica que trabaja en la industria petrolera para controlar su impacto ambiental.
A 115 kilómetros de Añelo, en la pequeña ciudad de Allen, la patronal de fruticultores se involucró en 2013 en una campaña para prohibir el fracking porque teme el impacto sobre sus manzanos y perales. En cambio, el presidente de la Cámara de Productores Agropecuarios de Añelo, Fernando Galván, no se preocupa: “No hubo inconvenientes hasta ahora con la industria petrolera, desde que llegó en 1978. Es buena para la economía. El único problema es que nos llevan la mano de obra. En las chacras (fincas), el que gana más cobra un salario de 6.000 pesos (530 euros mensuales) y en el petróleo ganan como mínimo 14.000 (1.230 euros)”.
“Se aceptan dólares, reales, euros y pesos chilenos”, dice un cartel de la panadería más famosa de Añelo, San Cayetano, el patrono del trabajo. Aquella leyenda es la prueba de aquí llegan extranjeros, pero también argentinos de otros sitios de Neuquén y otras provincias. Marcelo Ferreya, de 46 años, era taxista en Plottier, en la periferia de la ciudad de Neuquén, a 95 kilómetros de Añelo. Hace cuatro meses, sin embargo, alquiló su coche y fue a la “capital del fracking”, a trabajar como chófer de un todoterreno que lleva y trae ingenieros y geólogos, muchos mexicanos, venezolanos y ecuatorianos cuyas especialidades escasean en Argentina y que encuentran pocas oportunidades en sus países. Ferreyra ganaba en el taxi el 30% o 40% de los 1.500 euros de salario básico que cobra ahora. Ahora pasa 20 días en el cuarto hotel que se acaba de abrir en Añejo —otros cuatro están en construcción— y siete en su casa, pero su esposa y sus hijos de 12 y 19 años están contentos. “Me veían mal en el otro trabajo. Esto nos posibilita enfrentarnos gastos que antes estaban fuera de nuestro alcance, como los viajes de egresados (graduados) de secundaria y primaria, y la ropa”, relata Ferreyra. También Huaiquillán, la empleada de la panchería, piensa en sus hijos, de 15 y 18 años, a los que dejó con su abuela, y para los que quiere construir una casa propia.
A Añelo llegan las empresas de servicios petroleros. Unas 117 han firmado acuerdos con el municipio para instalarse en las 250 hectáreas de un parque industrial donde, por ahora, seis ya se han asentado al lado de la tienda de perritos. También se acercan personas en busca de trabajo, como los parados que la semana pasada montaron un piquete a la salida del campamento de obreros de la compañía norteamericana de torres de perforación Nabors, con lo que paralizaron el trabajo en algunos pozos de YPF en Loma Campana. “Algunos vienen y pegan la vuelta, otros se instalan en condiciones precarias, en tomas (ocupaciones de tierra). La mayoría son argentinos, también hay bolivianos, señoras de la noche de Paraguay y República Dominicana…”, detalla el alcalde.
Además están los empresarios que buscan una oportunidad de comprar un terreno y construir allí viviendas para alquilarlas a las compañías para que duerman sus empleados. Alquilar de una habitación con baño cuesta 440 euros mensuales. Díaz pone como ejemplo un terreno de 400 metros cuadrados cuya valoración fiscal es de 400 euros, pero que se vende a 220.000. En cambio, el hospital provincial prometido hace seis años sigue sin construirse y los pacientes se acumulan en un pequeño centro médico.
“Hoy se llevan la renta YPF, Chevron, el Estado, las empresas de servicios”, enumera uno de los pioneros en la promoción del ‘fracking’ en Neuquén, Rubén Etcheverry, asesor en temas energéticos de la capital provincial. “¿Empleo? Aumentó: hay 17.000 petroleros en la provincia, y hay empleos indirectos, pero naturalmente no se da un ‘efecto derrame’ (de riqueza) en la sociedad, por lo general la renta tiende a concentrarse, un maestro gana un tercio que un petrolero”, añade Etcheverry, en su casa de un barrio cerrado de la ciudad de Neuquén.
“Las empresas siguen entrando y se habla de mucha inversión, pero la desigualdad social se hace más profunda, hay un golpe grande en los precios de alimentos y alquileres para los que no viven del petróleo”, advierte el exdiputado provincial de izquierda Raúl Godoy, un obrero de la fábrica cooperativa de cerámicas Zanon, en la capital neuquina, que hace un año votó en el Parlamento local en contra del acuerdo YPF-Chevron. “Da trabajo, pero mucho es temporal, y por ahora hay más prostíbulos y salas de juego clandestino que centros de salud en Añelo”, lamenta Godoy, aunque admite que, gracias a la propaganda, el Gobierno de la provincia de Neuquén “ha ganado la batalla cultural” que la izquierda y los ecologistas libraron hace un año contra la llegada de Chevron sobre la base de propaganda. La Fundación YPF, mientras tanto, ha puesto en marcha un plan de obras para mejorar la calidad de vida en Añelo, como los dos contenedores que instaló para que funcionen algunos días por semana como consultorios médicos.
El País
– “Dos hamburguesas danos hoy”, le contesta Maximiliano Yáñez, albañil de 38 años que hace dos recorrió más de 1.200 kilómetros desde Buenos Aires para arreglar baños. “Ahora tengo una empresa de construcción con 40 personas. Me vine a hacer plata, no a trabajar. En Buenos Aires se trabaja y no ganas apenas”, se enorgullece quien hace instantes bajaba de su Volkswagen Vento con dos de sus obreros. Norma, Maximiliano y sus dos empleados pisan la superficie bajo la cual, a 3.000 metros, se encuentra Vaca Muerta, una formación del tamaño de Bélgica, de unos 30.000 kilómetros cuadrados, en la que hay petróleo de esquistos bituminosos y gas de lutitas, esos hidrocarburos que solo se pueden extraer mediante la técnica delfracking o fractura hidráulica.
Así como Estados Unidos va camino de recuperar el auto abastecimiento energético gracias al fracking, Argentina también espera lograrlo con Vaca Muerta a finales de esta década o principios de la próxima. Han pasado tres años desde que YPF, entonces controlada por Repsol, anunció la dimensión de la riqueza de Vaca Muerta. Ahora, la mitad de los pozos de hidrocarburos no convencionales perforados fuera de EEUU y Canadá están en Argentina, en esta formación, una de las más grandes del mundosegún calcula la consultora Wood Mackenzie. Pero en Vaca Muerta operan 25 equipos de perforación, un 10% de los que hay en Eagle Ford, una de las siete formaciones similares a esta que hay en EEUU. De esos 25 equipos, 21 trabajan para YPF, 17 más que cuando fue expropiada en 2012.
YPF, dueña de un tercio de Vaca Muerta, lidera la inversión con unos 1.400 millones de euros aportados este año. De ellos, la mitad vienen de la norteamericana Chevron, que se asoció en 2013 a la petrolera argentina para explotar 395 kilómetros cuadrados, incluida el área Loma Campana, cerca de la panchería (el puesto de perritos), y de Añelo, la conocida como “capital del fracking” latinoamericano.
“Falta para llegar a los 10.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) anuales que se necesitan si queremos alcanzar el auto abastecimiento”, advierte el alcalde de Añelo, Darío Díaz, de 37 años, que hace tres conducía un camión de una empresa de servicios petroleros. Él ha sido testigo de cómo en los últimos dos años el pueblo ha duplicado su población hasta 6.000 habitantes. Otros 5.000 se trasladan allí a diario para trabajar. “[La francesa] Total está haciendo un poco, [la angloholandesa] Shell está moviendo algo, [la brasileña] Petrobras no está moviéndose mucho. La política del país hace que las empresas no inviertan. Ahora vienen los malayos [Petronas invertirá 370 millones de euros en 2015], pero falta”, describe el alcalde a bordo de su todoterreno.
También surgen interrogantes sobre qué cantidad de los recursos que se esconden bajo tierra son económicamente explotables, cómo se repartirá la renta entre el Estado, las provincias (la formación está en Neuquén, pero también en parte de Mendoza y Río Negro), las empresas, los trabajadores y el resto de la sociedad civil, y cuánto se dañará el medioambiente. En las oficinas prefabricadas de YPF en Loma Campana, su gerente ejecutivo regional de hidrocarburos no convencionales, Pablo Bizzotto, compara los datos geológicos de Vaca Muerta con los de formaciones de EEUU, como la cantidad de carbono orgánico, el espesor o la presión de repertorio, y concluye que es una reserva de “muy buena calidad”. El 8,7% del petróleo producido por YPF ya proviene de Vaca Muerta, según Bizzotto. “Pero Argentina necesita no solo de YPF sino de todas las compañías para recuperar el auto abastecimiento”, admite el ejecutivo de la compañía que controla el 41% de la producción argentina de hidrocarburos.
Mucho han escrito las petroleras y los ecologistas acerca de si el fracking contamina nada o mucho. Carolina García, ingeniera especializada en Medio Ambiente y militante de la Multisectorial contra la Hidrofractura, cuenta que un pozo convencional requiere de la inyección de “no más de un millón de litros de agua” y uno no convencional “entre ocho y 18 millones”. El gerente de relaciones institucionales de YPF para Neuquén, Federico Califano, reconoce que hay una diferencia importante, “pero no todos usan 18 millones, que además representan solo seis o siete segundos del caudal del río Neuquén”.
Califano y Bizzotto explican todas las medidas de seguridad que adoptan, pero el alcalde Díaz advierte: “El petróleo en todas sus fases es contaminante, pero hoy tenemos más desastres ambientales por el convencional que por el no convencional”. El 2 de septiembre pasadose produjo un escape de gas en uno de los 200 pozos que este año YPF perforará en Vaca Muerta, y la petrolera informó de que no hubo heridos ni “daños ambientales”. “Por un descuido humano salió gas, petróleo y agua para todos lados”, alerta el alcalde. “Eso produce un daño ambiental e YPF va a tener que invertir un millón de dólares (780.000 euros) para repararlo”, añade. El accidente fue denunciado primero por los indígenas mapuches que reivindican esas tierras como propias, aunque sus derechos no han sido reconocidos por las autoridades. Se trata de la autodenominada lof (comunidad) Campo Maripe, que integra la Multisectorial contra la Hidrofractura.
“En Añelo no hay mapuches. Los Campo Maripe quieren ser comunidad, pero no lo son”, ataca el alcalde. “Hay dos comunidades cerca de Añelo pero sin fracking, solo con petróleo convencional, y son los tipos más ricos de la zona”, indica Díaz para aclarar que esos mapuches cobran la llamada “servidumbre”, una cantidad de dinero que reciben por alquilar sus tierras para que las petrolíferas las exploten. Califano, de YPF, opina parecido: “En Loma Campana no hay una comunidad mapuche. Hay una familia que presentó una reclamación, pero el Gobierno nacional y el provincial dirán si lo son. Hasta que empezó el desarrollo de Loma Campana no había ninguna reclamación”, asevera.
“Sí, somos una familia, siempre pastamos acá”, reivindica Natalia Yzaza, de 29 años y werken (portavoz) de la comunidad Campo Maripe. La tierra que ocupan sus 350 cabras, 30 vacas, 20 caballos y 15 ovejas deben convivir desde principios de 2014 con las torres, los camiones y las furgonetas de la industria petrolera. “Mi abuela vino en 1918”, agrega la inal logko (vicejefa) de la comunidad, Mabel Campo. “Ellos tienen que pagar por lo que rompen”, reclama. Su sobrina, Lorena Bravo, que trabaja en una gasolinera, pide que YPF “deje todo como estaba”. Los Campo Maripe muestran los charcos de agua que salen de los baños químicos y las plumas de pollo de las mantas que protegen de derrames el suelo en los pozos pero que están esparcidas por los arbustos. También señalan una torre manchada de petróleo y el pozo donde ocurrió el escape de gas, donde aún huele a aceite. “Vinieron con camiones para chupar el combustible y lavaron las plantas con detergente”, cuenta Campo. “Nosotros respetamos a los operarios que trabajan, pero ellos no nos respetan”, dice la pareja de Yzaza, Rafael Pérez. Él, al igual que otros jóvenes de la comunidad, justifica que trabaja en la industria petrolera para controlar su impacto ambiental.
A 115 kilómetros de Añelo, en la pequeña ciudad de Allen, la patronal de fruticultores se involucró en 2013 en una campaña para prohibir el fracking porque teme el impacto sobre sus manzanos y perales. En cambio, el presidente de la Cámara de Productores Agropecuarios de Añelo, Fernando Galván, no se preocupa: “No hubo inconvenientes hasta ahora con la industria petrolera, desde que llegó en 1978. Es buena para la economía. El único problema es que nos llevan la mano de obra. En las chacras (fincas), el que gana más cobra un salario de 6.000 pesos (530 euros mensuales) y en el petróleo ganan como mínimo 14.000 (1.230 euros)”.
“Se aceptan dólares, reales, euros y pesos chilenos”, dice un cartel de la panadería más famosa de Añelo, San Cayetano, el patrono del trabajo. Aquella leyenda es la prueba de aquí llegan extranjeros, pero también argentinos de otros sitios de Neuquén y otras provincias. Marcelo Ferreya, de 46 años, era taxista en Plottier, en la periferia de la ciudad de Neuquén, a 95 kilómetros de Añelo. Hace cuatro meses, sin embargo, alquiló su coche y fue a la “capital del fracking”, a trabajar como chófer de un todoterreno que lleva y trae ingenieros y geólogos, muchos mexicanos, venezolanos y ecuatorianos cuyas especialidades escasean en Argentina y que encuentran pocas oportunidades en sus países. Ferreyra ganaba en el taxi el 30% o 40% de los 1.500 euros de salario básico que cobra ahora. Ahora pasa 20 días en el cuarto hotel que se acaba de abrir en Añejo —otros cuatro están en construcción— y siete en su casa, pero su esposa y sus hijos de 12 y 19 años están contentos. “Me veían mal en el otro trabajo. Esto nos posibilita enfrentarnos gastos que antes estaban fuera de nuestro alcance, como los viajes de egresados (graduados) de secundaria y primaria, y la ropa”, relata Ferreyra. También Huaiquillán, la empleada de la panchería, piensa en sus hijos, de 15 y 18 años, a los que dejó con su abuela, y para los que quiere construir una casa propia.
A Añelo llegan las empresas de servicios petroleros. Unas 117 han firmado acuerdos con el municipio para instalarse en las 250 hectáreas de un parque industrial donde, por ahora, seis ya se han asentado al lado de la tienda de perritos. También se acercan personas en busca de trabajo, como los parados que la semana pasada montaron un piquete a la salida del campamento de obreros de la compañía norteamericana de torres de perforación Nabors, con lo que paralizaron el trabajo en algunos pozos de YPF en Loma Campana. “Algunos vienen y pegan la vuelta, otros se instalan en condiciones precarias, en tomas (ocupaciones de tierra). La mayoría son argentinos, también hay bolivianos, señoras de la noche de Paraguay y República Dominicana…”, detalla el alcalde.
Además están los empresarios que buscan una oportunidad de comprar un terreno y construir allí viviendas para alquilarlas a las compañías para que duerman sus empleados. Alquilar de una habitación con baño cuesta 440 euros mensuales. Díaz pone como ejemplo un terreno de 400 metros cuadrados cuya valoración fiscal es de 400 euros, pero que se vende a 220.000. En cambio, el hospital provincial prometido hace seis años sigue sin construirse y los pacientes se acumulan en un pequeño centro médico.
“Hoy se llevan la renta YPF, Chevron, el Estado, las empresas de servicios”, enumera uno de los pioneros en la promoción del ‘fracking’ en Neuquén, Rubén Etcheverry, asesor en temas energéticos de la capital provincial. “¿Empleo? Aumentó: hay 17.000 petroleros en la provincia, y hay empleos indirectos, pero naturalmente no se da un ‘efecto derrame’ (de riqueza) en la sociedad, por lo general la renta tiende a concentrarse, un maestro gana un tercio que un petrolero”, añade Etcheverry, en su casa de un barrio cerrado de la ciudad de Neuquén.
“Las empresas siguen entrando y se habla de mucha inversión, pero la desigualdad social se hace más profunda, hay un golpe grande en los precios de alimentos y alquileres para los que no viven del petróleo”, advierte el exdiputado provincial de izquierda Raúl Godoy, un obrero de la fábrica cooperativa de cerámicas Zanon, en la capital neuquina, que hace un año votó en el Parlamento local en contra del acuerdo YPF-Chevron. “Da trabajo, pero mucho es temporal, y por ahora hay más prostíbulos y salas de juego clandestino que centros de salud en Añelo”, lamenta Godoy, aunque admite que, gracias a la propaganda, el Gobierno de la provincia de Neuquén “ha ganado la batalla cultural” que la izquierda y los ecologistas libraron hace un año contra la llegada de Chevron sobre la base de propaganda. La Fundación YPF, mientras tanto, ha puesto en marcha un plan de obras para mejorar la calidad de vida en Añelo, como los dos contenedores que instaló para que funcionen algunos días por semana como consultorios médicos.
El País