El desafío de construir un saber que rompa la visión monolítica y se proyecte desde la independencia
Por Roberto Ochandio (*)
En su edición del 13 de diciembre este suplemento publicó una nota, de Vladimir Cares Leiva, criticando nuestro libro colectivo “20 mitos y realidades del fracking”. Aunque no nos sorprenden las críticas de Cares, conocido defensor del fracking, con quien los autores del libro ya han mantenido polémicas en este mismo medio, en esta nota quisiéramos responder a los tres estudios que el autor utilizó para fundamentar sus críticas.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. inició un estudio para determinar los posibles impactos de operaciones de fractura hidráulica en la contaminación de acuíferos subterráneos (EPA’s “Study of the Potential Impacts of Hydraulic Fracturing on Drinking Water Resources”). Este estudio analiza tres posibles vías de contaminación de acuíferos: a) a través de fracturas tan grandes que lleguen hasta el nivel de los acuíferos; b) a través de fallas geológicas abiertas por las presiones desarrolladas durante la operación de fracturas y; c) a través de fallas estructurales de los pozos, es decir, cementaciones, cañerías o aislaciones deficientes. Éstos fueron los casos considerados en la preparación del libro “20 mitos y realidades del fracking”.
BUENAS PRÁCTICAS
Ahora bien, con respecto a los estudios usados para fundamentar las críticas –el informe “Shale gas extraction in the UK: a review of hydraulic fracturing” de 2012–, tiene como objeto identificar los mayores riesgos asociados a operaciones de fractura hidráulica en el Reino Unido, incluyendo los geológicos y medioambientales tales como contaminación del agua subterránea, y discute la posibilidad de controlar efectivamente esos riesgos. Sin embargo, pese a la abundancia de información sobre los productos químicos usados en fractura, el informe no hace una sola mención de estos productos, limitándose a sugerir recomendaciones sobre la necesidad de llevar un control de los mismos. De la misma manera, tampoco analiza la contaminación del aire y el agua como consecuencia de la liberación de gases y productos de desecho y las enfermedades resultantes de los mismos. Al análisis riguroso de cada uno de los riesgos se lo sustituye con ‘las mejores prácticas’ de la industria, las cuales son mencionadas en 18 páginas del informe. La aparente buena intención del informe queda desvirtuada por lo incompleto y parcial de su análisis.
Al mismo tiempo, el crítico de nuestro libro prefiere ignorar otros aspectos del mismo informe, tal como la fuga de líquidos y gases de la fractura a través de la cementación en las inmediaciones del área de fractura. Tal como bien lo explica el informe, la mayor cantidad de fracturas se concentra en la zona que rodea al pozo, donde la cementación queda mayormente expuesta a las presiones de fractura. Este informe dedica un capítulo entero a la integridad de los pozos y con buenas razones, dado que la falta de integridad estructural es el factor predominante en pérdidas de fluidos de un pozo. La solución de estos problemas estructurales, de acuerdo con el informe, queda una vez más en manos de las ‘buenas prácticas’ de parte de los operadores.
Sin embargo, las buenas prácticas no son suficientes. El primer y único pozo de fractura hidráulica de Inglaterra (Preese Hall, Lancashire) acaba de registrar fallas estructurales (The Only Fracked Site in the United Kingdom Suffered Structural Failure; https://news.vice.com/article/the-only-fracking-site-in-the-united-kingdom-suffered-structural-failure), después de haber sido sacudido por dos terremotos causados, precisamente, durante la operación de fractura. El pozo fue posteriormente abandonado. Más cerca de casa, las pérdidas por daños estructurales pudieron verificarse en pozos perforados por la compañía Apache (hoy Yacimientos del Sur) en la zona de Allen, durante el 2014.
Esto indica claramente los riesgos de la fractura en general, al mismo tiempo que pone de manifiesto la importancia de un monitoreo constante de estos pozos en todas sus etapas: perforación, terminación y fractura, producción y abandono. Tal es la magnitud del problema que, de acuerdo con estadísticas publicadas en EE. UU., hasta un 6% de pozos nuevos tiene fallas estructurales y hasta un 60% de los mismos desarrolla fallas con el transcurso del tiempo (Fluid migration mechanisms due to faulty well design and/or construction: An overview and recent experiences in the Pennsylvania Marcellus play. Anthony Ingraffea, Ph.D., P.E, october 2012)
COLABORADORES
Con respecto al segundo artículo (A geochemical context for stray gas investigations in the northern Appalachian Basin: Implications of analyses of natural gases from Neogene –through Devonian– age strat, febrero del 2014, de J. A. Baldassare y otros) es relevante mencionar que los autores, todos pertenecientes a la industria petrolera, lo prepararon con la colaboración de las compañías petroleras Chesapeake Energy, Talisman Energy, y Shell, tal como lo indican en el encabezado del artículo. Si bien esto no debería invalidar la credibilidad de este informe, al menos le quita validez ya que no se puede ser juez y parte al mismo tiempo. Nuestro crítico debería limitarse a usar fuentes imparciales para fundamentar sus comentarios.
IMPOSIBILIDAD DE PREVENIR
En ese sentido, el análisis hecho por Darrah y otros (Noble gases identify the mechanisms of fugitive gas contamination in drinking-water wells overlying the Marcellus and Barnett Shales, septiembre del 2014) contribuye a llenar el vacío de información dejado por EPA y demuestra que la contaminación de los acuíferos proviene de metano termogénico, es decir, de las profundidades de los pozos y efectivamente relaciona esta contaminación a fallas estructurales de los pozos, al menos en los casos tomados para el estudio. Para los autores, la evidencia de contaminación a través de fracturas que lleguen a los acuíferos no es concluyente, por lo tanto descartan esta posibilidad en los casos bajo estudio.
Sin embargo, este muy buen trabajo pone énfasis en una de las deficiencias de la industria petrolera: la imposibilidad de prevenir fallas estructurales en los pozos y fugas de fluidos contaminantes. Pese a notables desarrollos técnicos en cuanto a la calidad del cemento y técnicas de entubación y aislación, la industria todavía no puede asegurar la homogeneidad y calidad de la cementación, la buena adherencia de los anillos de cemento o la integridad, a través del tiempo, de cañerías y roscas expuestas a corrosión permanente desde el mismo instante en que son instaladas en los pozos.
El crítico culpa a nuestro libro de generalizar, al señalar a ‘la fractura’ como responsable de las contaminaciones, sin discriminar entre los distintos aspectos de este proceso. Sin embargo, no puede obviarse que la combinación de condiciones extremas en las que se realiza esta operación contribuye al potencial de contaminación. Considerando las elevadas presiones de fractura y los grandes volúmenes de agua y productos químicos, no es de extrañar que existan pérdidas inexplicables de fluidos y contaminación de acuíferos.
La nota de Cares se limita a repetir, fuera de contexto, párrafos seleccionados de la bibliografía de referencia, sin informar todas las conclusiones de esos estudios. Al mismo tiempo que abusa de la buena fe de sus lectores, el crítico comete una falta grave de deshonestidad intelectual. Asimismo, la ironía podrá ser una muy buena herramienta de la crítica literaria, pero queda fuera de lugar cuando están en juego la salud de las personas y la integridad del ambiente. Nuestro crítico no debería olvidar que Newton, al mismo tiempo que era amigo de la verdad, también era amigo de demostrar sus teorías. Si de preconceptos se trata, nuestro crítico no hace nada para demostrar la inocencia de la fractura hidráulica ante los casos documentados de contaminación ambiental. Más aún, la sociedad argentina, al igual que en otras partes del mundo, todavía está esperando que la industria petrolera cumpla con el principio precautorio demostrando la inocuidad de la fractura hidráulica antes de ponerla en práctica, misión imposible si las hay. Recientemente, ante la falta de compromiso por parte de la industria petrolera, el Estado de Nueva York, EE. UU., prohibió el uso de este método para la explotación de pozos no convencionales.
INTERDISCIPLINARIO
Finalmente, quisiéramos terminar diciendo que nuestro libro propone una mirada integral y comparativa sobre el fracking, sobre sus características generales y específicas, así como sobre sus impactos económicos, sociales, territoriales, ambientales y sanitarios, tanto en Estados Unidos (donde ya se pueden evaluar sus impactos), como en la Argentina (donde ha comenzado a implementarse en los últimos años), lo cual involucra directamente a las provincias del Neuquén (Añelo y otras zonas) y Río Negro (Allen). Lo que el crítico ve como una “clasificación disciplinar ecléctica” es un trabajo interdisciplinario. Es un libro que apunta a romper con la visión monolítica que hoy se impone sobre el fracking, a partir de la producción de un saber experto independiente, tanto del poder económico como del poder político. Una tarea necesaria y cada vez más difícil en un contexto de descalificación e invisibilización de las críticas y cuestionamientos que colectivos de ciudadanos y miembros de la comunidad científica hacen actualmente sobre el fracking.
Dichos cuestionamientos, que insertan al fracking en un registro muy controversial, hacen necesarias la producción y divulgación de información plural, interdisciplinaria y crítica sobre el tema, así como la apertura de un debate verdaderamente democrático en nuestra sociedad.
*Geógrafo, técnico en Petróleo, coautor del libro “20 mitos y realidades del fracking”.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. inició un estudio para determinar los posibles impactos de operaciones de fractura hidráulica en la contaminación de acuíferos subterráneos (EPA’s “Study of the Potential Impacts of Hydraulic Fracturing on Drinking Water Resources”). Este estudio analiza tres posibles vías de contaminación de acuíferos: a) a través de fracturas tan grandes que lleguen hasta el nivel de los acuíferos; b) a través de fallas geológicas abiertas por las presiones desarrolladas durante la operación de fracturas y; c) a través de fallas estructurales de los pozos, es decir, cementaciones, cañerías o aislaciones deficientes. Éstos fueron los casos considerados en la preparación del libro “20 mitos y realidades del fracking”.
BUENAS PRÁCTICAS
Ahora bien, con respecto a los estudios usados para fundamentar las críticas –el informe “Shale gas extraction in the UK: a review of hydraulic fracturing” de 2012–, tiene como objeto identificar los mayores riesgos asociados a operaciones de fractura hidráulica en el Reino Unido, incluyendo los geológicos y medioambientales tales como contaminación del agua subterránea, y discute la posibilidad de controlar efectivamente esos riesgos. Sin embargo, pese a la abundancia de información sobre los productos químicos usados en fractura, el informe no hace una sola mención de estos productos, limitándose a sugerir recomendaciones sobre la necesidad de llevar un control de los mismos. De la misma manera, tampoco analiza la contaminación del aire y el agua como consecuencia de la liberación de gases y productos de desecho y las enfermedades resultantes de los mismos. Al análisis riguroso de cada uno de los riesgos se lo sustituye con ‘las mejores prácticas’ de la industria, las cuales son mencionadas en 18 páginas del informe. La aparente buena intención del informe queda desvirtuada por lo incompleto y parcial de su análisis.
Al mismo tiempo, el crítico de nuestro libro prefiere ignorar otros aspectos del mismo informe, tal como la fuga de líquidos y gases de la fractura a través de la cementación en las inmediaciones del área de fractura. Tal como bien lo explica el informe, la mayor cantidad de fracturas se concentra en la zona que rodea al pozo, donde la cementación queda mayormente expuesta a las presiones de fractura. Este informe dedica un capítulo entero a la integridad de los pozos y con buenas razones, dado que la falta de integridad estructural es el factor predominante en pérdidas de fluidos de un pozo. La solución de estos problemas estructurales, de acuerdo con el informe, queda una vez más en manos de las ‘buenas prácticas’ de parte de los operadores.
Sin embargo, las buenas prácticas no son suficientes. El primer y único pozo de fractura hidráulica de Inglaterra (Preese Hall, Lancashire) acaba de registrar fallas estructurales (The Only Fracked Site in the United Kingdom Suffered Structural Failure; https://news.vice.com/article/the-only-fracking-site-in-the-united-kingdom-suffered-structural-failure), después de haber sido sacudido por dos terremotos causados, precisamente, durante la operación de fractura. El pozo fue posteriormente abandonado. Más cerca de casa, las pérdidas por daños estructurales pudieron verificarse en pozos perforados por la compañía Apache (hoy Yacimientos del Sur) en la zona de Allen, durante el 2014.
Esto indica claramente los riesgos de la fractura en general, al mismo tiempo que pone de manifiesto la importancia de un monitoreo constante de estos pozos en todas sus etapas: perforación, terminación y fractura, producción y abandono. Tal es la magnitud del problema que, de acuerdo con estadísticas publicadas en EE. UU., hasta un 6% de pozos nuevos tiene fallas estructurales y hasta un 60% de los mismos desarrolla fallas con el transcurso del tiempo (Fluid migration mechanisms due to faulty well design and/or construction: An overview and recent experiences in the Pennsylvania Marcellus play. Anthony Ingraffea, Ph.D., P.E, october 2012)
COLABORADORES
Con respecto al segundo artículo (A geochemical context for stray gas investigations in the northern Appalachian Basin: Implications of analyses of natural gases from Neogene –through Devonian– age strat, febrero del 2014, de J. A. Baldassare y otros) es relevante mencionar que los autores, todos pertenecientes a la industria petrolera, lo prepararon con la colaboración de las compañías petroleras Chesapeake Energy, Talisman Energy, y Shell, tal como lo indican en el encabezado del artículo. Si bien esto no debería invalidar la credibilidad de este informe, al menos le quita validez ya que no se puede ser juez y parte al mismo tiempo. Nuestro crítico debería limitarse a usar fuentes imparciales para fundamentar sus comentarios.
IMPOSIBILIDAD DE PREVENIR
En ese sentido, el análisis hecho por Darrah y otros (Noble gases identify the mechanisms of fugitive gas contamination in drinking-water wells overlying the Marcellus and Barnett Shales, septiembre del 2014) contribuye a llenar el vacío de información dejado por EPA y demuestra que la contaminación de los acuíferos proviene de metano termogénico, es decir, de las profundidades de los pozos y efectivamente relaciona esta contaminación a fallas estructurales de los pozos, al menos en los casos tomados para el estudio. Para los autores, la evidencia de contaminación a través de fracturas que lleguen a los acuíferos no es concluyente, por lo tanto descartan esta posibilidad en los casos bajo estudio.
Sin embargo, este muy buen trabajo pone énfasis en una de las deficiencias de la industria petrolera: la imposibilidad de prevenir fallas estructurales en los pozos y fugas de fluidos contaminantes. Pese a notables desarrollos técnicos en cuanto a la calidad del cemento y técnicas de entubación y aislación, la industria todavía no puede asegurar la homogeneidad y calidad de la cementación, la buena adherencia de los anillos de cemento o la integridad, a través del tiempo, de cañerías y roscas expuestas a corrosión permanente desde el mismo instante en que son instaladas en los pozos.
El crítico culpa a nuestro libro de generalizar, al señalar a ‘la fractura’ como responsable de las contaminaciones, sin discriminar entre los distintos aspectos de este proceso. Sin embargo, no puede obviarse que la combinación de condiciones extremas en las que se realiza esta operación contribuye al potencial de contaminación. Considerando las elevadas presiones de fractura y los grandes volúmenes de agua y productos químicos, no es de extrañar que existan pérdidas inexplicables de fluidos y contaminación de acuíferos.
La nota de Cares se limita a repetir, fuera de contexto, párrafos seleccionados de la bibliografía de referencia, sin informar todas las conclusiones de esos estudios. Al mismo tiempo que abusa de la buena fe de sus lectores, el crítico comete una falta grave de deshonestidad intelectual. Asimismo, la ironía podrá ser una muy buena herramienta de la crítica literaria, pero queda fuera de lugar cuando están en juego la salud de las personas y la integridad del ambiente. Nuestro crítico no debería olvidar que Newton, al mismo tiempo que era amigo de la verdad, también era amigo de demostrar sus teorías. Si de preconceptos se trata, nuestro crítico no hace nada para demostrar la inocencia de la fractura hidráulica ante los casos documentados de contaminación ambiental. Más aún, la sociedad argentina, al igual que en otras partes del mundo, todavía está esperando que la industria petrolera cumpla con el principio precautorio demostrando la inocuidad de la fractura hidráulica antes de ponerla en práctica, misión imposible si las hay. Recientemente, ante la falta de compromiso por parte de la industria petrolera, el Estado de Nueva York, EE. UU., prohibió el uso de este método para la explotación de pozos no convencionales.
INTERDISCIPLINARIO
Finalmente, quisiéramos terminar diciendo que nuestro libro propone una mirada integral y comparativa sobre el fracking, sobre sus características generales y específicas, así como sobre sus impactos económicos, sociales, territoriales, ambientales y sanitarios, tanto en Estados Unidos (donde ya se pueden evaluar sus impactos), como en la Argentina (donde ha comenzado a implementarse en los últimos años), lo cual involucra directamente a las provincias del Neuquén (Añelo y otras zonas) y Río Negro (Allen). Lo que el crítico ve como una “clasificación disciplinar ecléctica” es un trabajo interdisciplinario. Es un libro que apunta a romper con la visión monolítica que hoy se impone sobre el fracking, a partir de la producción de un saber experto independiente, tanto del poder económico como del poder político. Una tarea necesaria y cada vez más difícil en un contexto de descalificación e invisibilización de las críticas y cuestionamientos que colectivos de ciudadanos y miembros de la comunidad científica hacen actualmente sobre el fracking.
Dichos cuestionamientos, que insertan al fracking en un registro muy controversial, hacen necesarias la producción y divulgación de información plural, interdisciplinaria y crítica sobre el tema, así como la apertura de un debate verdaderamente democrático en nuestra sociedad.
*Geógrafo, técnico en Petróleo, coautor del libro “20 mitos y realidades del fracking”.
LA FALTA DE INTEGRIDAD ESTRUCTURAL ES EL FACTOR PREDOMINANTE EN PÉRDIDAS DE FLUIDOS DE UN POZO, ASEGURÓ OCHANDIO.
EN EE.UU, HASTA EL 6% DE LOS POZOS TIENE FALLAS ESTRUCTURALES.
LA CEMENTACIÓN DE LAS PERFORACIONES ES UN PUNTO CRÍTICO.
PARA EL AUTOR, ES NECESARIO ESTABLECER EL PRINCIPIO PRECAUTORIO.
EL ESTADO DE NUEVA YORK PROHIBIÓ EL USO DE LA FRACKING EN SU TERRITORIO.
EN LOS ALREDEDORES DE AÑELO SE REALIZAN UNA DECENA DE FRACTURAS HIDRÁULICAS POR DÍA. LA CANTIDAD PODRÍA INTENSIFICARSE.