Presentan un libro sobre el extractivismo en las ciudades

Adelanto del libro “Alto Valle Perforado: El petróleo y sus conflictos en las ciudades de la Patagonia Norte” realizado por el Observatorio Petrolero Sur en cooperación con la Fundación Heinrich Böll Cono Sur, que se presentará en diciembre en distintas ciudades.

alto valle perforado

“Alto Valle Perforado”  recorre las realidades de las ciudades del Alto Valle, hoy insertas en la vorágine de explotación hidrocarburifera que ya está dejando impactos. ¿Cómo es “convivir” con pozos, basureros petroleros y ductos? ¿En que afecta la explotación a las economías regionales? ¿Qué papel juegan los Estados? ¿Cuál es el rol de las ciudades en la era del fracking?, son algunos interrogantes sobre los que el libro discurre.

Participarán de las presentaciones los realizadores, vecinos afectados, miembros de la asambleas y multisectoriales contra la Hidrofractura. También se expondrá la muestra fotográfica “Cicatrices de la tierra” realizada por la Cooperativa de fotógrafos SUB-Coop y la serie documental “Territorio Crudo” producida por el Colectivo Vaca Bonsái.

La presentación comienza hoy, 4 de diciembre, en Fiske Menuco/Roca a las 18 en la Biblioteca de la Estación (9 de Julio 960) y participará Diego Rodil, el investigador que fue censurado por el Inta.

En Neuquén Capital la actividad será el próximo miércoles, 9 de diciembre, a las 19 en el Teatro Ambito Histrión (Chubut 240) y contará con la participación se la Asamblea de Vecinos Fuera los Basureros y Multisectorial Contra la Hidrofractura de Neuquén.

Este primer ciclo de presentaciones concluirá en Cinco Saltos el 18 de diciembre a las 20.30 en la  Biblioteca Popular Guido y Spano (Av. Roca y Primera Junta) y estará Ariel Muñoz, de Tierra Madre.

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Territorios en pugna

La extracción de hidrocarburos y actividades anexas se sitúan, desde el imaginario colectivo, en zonas rurales, alejadas de los principales centros urbanos. Incluso, entre los argumentos para sostener que es segura la utilización masiva de la hidrofractura, se dice que en las zonas afectadas no vive gente, que son desiertos. Lo cierto es que ni el extractivismo -y sus lógicas políticas, institucionales y financieras- son patrimonio de lo rural, ni estas zonas son un páramo. Nos encontramos ante un discurso no ya invisibilizador, como el de los “conquistadores del desierto” a fines del siglo XIX, sino directamente negador ante la realidad de la explotación, tratamiento y refinación de hidrocarburos en Neuquén y Río Negro en los albores del siglo XXI.

La imagen de contexto general de penetración de la industria en las provincias está más bien clara. Para muestras, falta un botón. En Neuquén, la dependencia de la renta hidrocarburífera es desproporcionada: el presupuesto público tiene una gran dependencia de los hidrocarburos y está fijado según el precio del barril. Parte del corazón energético del país, el Comahue, late al ritmo de la actividad extractiva hegemónica y al son del mercado mundial. La música la pone hace más de medio siglo el mismo partido. Por otro lado, hacia el este, el Alto Valle del Río Negro -región que se ubica al margen del río desde la ciudad de Neuquén hasta Chichinales, 100 km al este- vive las contradicciones del reciente despertar hidrocarburífero que avanza sobre el tight gas de la concesión Estación Fernández Oro. La matriz económica de la región, anclada en la producción frutícola, tendrá en un corto plazo consecuencias muy grandes, al pasar de los alimentos a los hidrocarburos. Pensar la convivencia entre ambas por lo pronto es un engañapichanga emitido por los sectores de poder que se beneficiarán directamente de ello.

En ese contexto, los cambios ocurridos en las ciudades y zonas más pobladas son dejados de lado dentro del entramado petrolero. Para discutir con esto decidimos recorrer las zonas urbanas donde se emplazan hoy las petroleras de la región buscando producir la serie de artículos que aquí presentamos. Nos guía en nuestro viaje una pregunta: ¿cuál es el rol de los centros urbanos, cuál es el papel de quienes los habitan, dentro de la economía petrolera de enclave en la Norpatagonia? Para esto recorrimos el Alto Valle, de oeste a este y viceversa, por tierra y por aire, hablamos con los vecinos y las vecinas, trabajadores de la educación, productores, trabajadoras sociales, miembros de organizaciones y partidos políticos.

Por un lado, vemos que los territorios y sus realidades parecen ser distintas según la óptica de quien la perciba. En el caso de la cuenca neuquina, para una parte de los neuquinos y rionegrinos, la “industria” petrolera es la salvación inmediata, bendición de Dios y cuestión de orgullo. Mientras que, para otros, la actividad extractiva hidrocarburífera es una condena a futuro, mezcla de saqueo con una explotación que contamina y deja graves problemas sociales. Estas contradictorias y hasta beligerantes miradas cuentan con una asimétrica correlación de fuerzas, ya que la idea de “progreso”, trabajada por los sectores de poder, ha calado profundo en las sociedades norpatagónicas. La socióloga Maristella Svampa describe a este ejercicio propagandístico como discursos eldoradistas; una ilusión desarrollista que permite el acrítico avance de la explotación de bienes comunes -“producción de recursos naturales” en jerga- como solución de todos nuestros problemas. El discurso actual de desarrollo, está untado con otros conceptos: soberanía, patria, crecimiento, los que se propagan en nuestra sociedad y legitiman el extractivismo, a través de una trabajada maquinaria propagandística que invade diarios, radios, la televisión y las redes sociales.

Al mismo tiempo, encontramos a las ciudades como centros neurálgicos de las economías de enclave. La principal función que se les impone es la de ser centros administrativos y logísticos de la actividad, bajando los costos en las fuerzas de trabajo, garantizando la reposición de la misma -descanso físico, recreativo- en las cercanías de las zonas de producción, además de lograr buenas condiciones sociales y económicas para asegurar que la actividad no tenga sobresaltos. Ciudades del mundo extractivista ya son conocidas en nuestro país. Comodoro Rivadavia se sitúa como ícono de la ciudad que vive en torno al mundo petrolero, mientras Cutral Co y Rincón de los Sauces son las muestras regionales de esta idea de desarrollo y progreso en diversos momentos históricos. Las consecuencias del agitado ritmo de crecimiento de estos centros administrativos, especialmente en las periferias, también son consabidas: altos valores de alquileres producto de la especulación y aumento de la demanda, condiciones precarias de vida sin servicios básicos, una inflación descontrolada al calor de la burbuja extractiva, trata de personas y aumento de la prostitución, adicciones como ludopatías, drogadicción, alcoholismo, tasas de desocupación en ascenso por el ingreso constante de personas, aumento del delito, así como de la deserción escolar en los últimos años de la educación media, deficiencias en los sistemas educativos y de salud, baja inversión en atenciones sociales a los sectores vulnerables, son parte de la cotidianidad de estas urbes.

Por último, la ciudad es también sitio de extracción, y eso podemos verlo históricamente en Valentina Norte, en el oeste neuquino, y de forma reciente, como decíamos antes, en Allen, provincia de Río Negro. En muchos de los suburbios de estas ciudades la extracción de gas se ha intensificado; sin embargo, quienes los habitan, como en las zonas rurales, padecen su escasez: en barrios donde se extrae tienen que cocinar con garrafas.

En última instancia, la expansión de la actividad extractiva y el anunciado e inminente bienestar general no parecen notar que la industria tiene casi 100 años en la región y los últimos 25 bajo el paradigma neoliberal. Que se trata de un problema histórico con transformaciones presentes. Tras décadas de extracción, el principal derivado del petróleo norpatagónico parece ser la desigualdad y la injusticia ambiental. El derrame de la renta llega a cuentagotas a las clases más vulnerables y mayoritarias de la población. Misma población que carga sobre sus espaldas la degradación ambiental y pagará la deuda pública contraída para las flamantes obras de infraestructura requeridas por los no convencionales; la que ve resuelta algunas de sus necesidades básicas sólo a través de la responsabilidad social empresarial, siempre sujeta a la firma de la paz social. ¿Y el Estado?

Captando mísera renta, jugando a favor de los intereses corporativos y garantizando la reproducción y circulación de la preciada mercancía.

En función de estos puntos hemos dado el nombre a la serie Alto Valle Perforado, escrita durante 2015. A través de esta herramienta, esperamos aportar al debate actual nuestra mirada sobre las transformaciones de las ciudades de la región. Especialmente en un contexto en donde los hidrocarburos no convencionales y el cuestionado fracking entran a jugar un peligroso papel, por su impacto ambiental, social, económico, cultural. Los siguientes artículos tienen como objetivo ser un aporte al pensamiento crítico de las realidades en las que estamos inmersos. Ir caminando en un sano ejercicio de siembra de incertidumbres para que en el día de mañana, en conjunto, vayamos cosechando certezas en la construcción de una sociedad más justa.

Prólogo de “Alto Valle Perforado: El petróleo y sus conflictos en las ciudades de la Patagonia Norte”, gentileza del Observatorio Petrolero Sur.