México: El ‘no’ de López Obrador, las presiones de Trump

Por John Saxe-Fernández
Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades / UNAM.

Antes de iniciar la campaña de 2018 y hasta obtener la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador ha mostrado un abierto rechazo al uso del fracking para la extracción de gas y petróleo en lutitas, que contó con una importante aprobación por parte del electorado. Esta postura contrastó con la política del Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), quien a partir de 2013 formalizó la Reforma Energética, montada sobre mensajes repetidos ad nauseam que anunciaban una “revolución shale”, la misma que estaría transformando a Estados Unidos en “Saudi América”. La “complejidad técnica y alto costo”, argumentaba, requería en México de modificaciones constitucionales que permitieran “alianzas estratégicas” entre la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) y otras compañías nacionales o extranjeras. En los hechos, la reforma constitucional canceló la nacionalización petrolera del presidente Lázaro Cárdenas de 1938.

El Plan Quinquenal 2015-2019 del Gobierno de Peña Nieto, apoyado por el big oil,1 es parte de un proceso de privatización sistemático aplicado desde los años ochenta (Saxe-Fernández, 2016). En ese plan se informa la culminación de nueve procesos licitatorios y de 528 áreas por licitar (cuya superficie total alcanza los 213  000 km2 y cuyo recurso prospectivo es de 40.100 millones de barriles de petróleo crudo equivalente). En el Plan Quinquenal también se contempla la asignación de áreas terrestres para la explotación de los combustibles fósiles no convencionales. Cabe destacar que en 2015 la Administración de Información de Energía (EIA) del Departamento de Energía de Estados Unidos, que cuantifica la existencia de gas y petróleo en lutitas en las cuencas del mundo, había consignado que en el país los recursos “técnicamente recuperables”2 eran de 545 mil millones de pies cúbicos de gas y 13 000 millones de barriles de petróleo (tight oil).

Sin embargo, en las elecciones de 2018, poco más de 30 millones de votantes decidieron no eligir como presidente a ningún candidato del Partido de Acción Nacional (PAN) o del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que históricamente han mantenido el poder en el país, sino a uno del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA): López Obrador, que durante su campaña había prometido el “no” al fracking y había dejado entrever su disposición para recuperar el timón energético del país en Pemex y en la empresa Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Ante la inercia corporativa

Ya presidente, López Obrador reiteró el “no” al fracking. El rechazo, basado en los riesgos bioclimáticos de la técnica por las fugas de metano, se ha reforzado recientemente por los datos científicos recabados en revistas especializadas que incluyen amplios recuentos sobre los efectos de la técnica en fetos en gestación y en la salud humana, contaminación del agua, del aire, consecuencias del metano sobre el calentamiento global, que aumenta y se acelera. Nada de esto parece importarle a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH),3 que “aprobó el plan para una exploración que contempla recursos no convencionales de aceite y gas en lutitas, donde utilizaría la fracturación hidráulica” (La Jornada, 25 de junio 2019).

López Obrador desautorizó de manera contundente esa decisión, consignada en el plan de exploración de Pemex: “No vamos a usar fracking en la explotación del petróleo”, sostuvo el mandatario (Milenio, 26 de junio de 2019). No obstante, la revista Oil & Gas Magazine, vinculada a intereses de las grandes compañías hidrocarburíferas en México, informó que “Pemex considera el fracking en su Plan de Negocios” (18 de julio de 2019). Con el subtítulo “La extracción de recursos de lutitas forman (sic) parte de los seis proyectos estratégicos de la petrolera”, esa fuente sintetiza: “Pese a los anuncios de prohibición de la técnica fracking por parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, Pemex contempla dentro de su Plan de Negocios la utilización de esa técnica”.

Ante esta controversia, la Alianza Mexicana Contra el Fracking consideró alarmante que “mientras el Presidente reitera el compromiso de no permitir el fracking por los riesgos ambientales, los planes de Pemex y los permisos de la CNH ignoren al Ejecutivo” (Milenio, 26 de junio de 2019). Hasta donde sabemos, la desautorización de López Obrador sigue vigente, pero la presión, ahora desde el FMI, que anunció que “mandará misión de supervisión a México con foco en Plan de Negocios de Pemex” (El Financiero, 29/7/2019), es más que un indicio de los intereses del big oil. Este es el tipo de “colonialidad neoliberal”, implantada en México durante treinta y seis años, que incluye una desnacionalización del proceso de toma de decisiones en asuntos de seguridad y energía, centrales a la independencia y soberanía nacional.

México va, no por la extracción y exportación del crudo, sino por agregarle valor y generación de empleos mediante la refinación, además de sustento a la seguridad energética. Los neoliberales dejaron un México importador de gasolinas de EE. UU. al 80 %, con un parque vehicular con entre 44 y 45 millones de motores de combustión interna y una capacidad de almacenamiento de dos días. El esfuerzo de López Obrador por la recuperación de las seis refinerías que operan al 30 % de capacidad, más la construcción de otra, obedece a una vulnerabilidad producto de la condicionalidad que imponen los empréstitos de “ajuste estructural”.4

El T-MEC y el “no” al fracking de López Obrador

En materia de combustibles fósiles y de negacionismo climático, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, más que “presidente” parece un operador del big oil en pos de la “supremacía energética”. Uno de los mecanismos que está utilizando es el Bloque Energético de la América del Norte (BEAN), propuesto por Rick Perry, actual secretario de Energía de EE. UU., que acompañaría el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).5 A decir del investigador César Augusto Díaz Olin, el BEAN es un planteamiento que “se inserta (…) en el marco de un proyecto geopolítico de mayor escala que, para su proyección internacional, requiere del acceso ilimitado a los recursos energéticos de los socios de Estados Unidos” (2017).

Al big oil, a Trump y a la CNH poco les importa la población de México y de Estados Unidos; no dudan en recetarnos 60 000 pozos de fracking para alimentar la ganancia del 0.1 %, lanzándose sobre el recurso desde Alaska a la Cuenca de Burgos, y de ahí al petróleo venezolano hasta Vaca Muerta, en Argentina. Van por la “gestión directa” de recursos, que no son suyos ni deben lanzarse al piso de remates de Wall Street, ni expulsarse a la atmósfera, menos cuando la “revolución shale” está en plena debacle financiera y bursátil.6

Tras la asunción en diciembre de 2018 del nuevo Gobierno mexicano, y en este contexto regional, las calificadoras Fitch Ratings, S&P y Moody´s evaluaron desfavorablemente a Pemex. Estas acciones, que tienden al aumento en el costo de la deuda de Pemex, dificultan tanto el acceso a endosos bancarios exigidos, por ejemplo, por el FMI para acceder a líneas de crédito, como a inducir recortes en inversión privada productiva, y no son hechos aislados. Usualmente coinciden con operaciones de una diplomacia de fuerza no tan encubierta sea bajo la narrativa de guerra al narco (Iniciativa Mérida) o del odio antiinmigrante, del racismo y del supremacismo blanco que está en la base reelectorera de Trump. En la segunda semana de agosto de 2019, Trump lanzó varias amenazas a México, esta vez, incluir al país en la lista de “no cooperación” en la campaña antinarco.

Téngase presente que los documentos de la CNH indican que las 25 asignaciones a Pemex Exploración y Producción para no convencionales tienen una superficie de 9 161,96 km2. Adicionalmente, existen 183 bloques con potencial para ser licitados y adjudicados en un futuro, identificados por el Plan Quinquenal de Hidrocarburos actualizado a noviembre de 2018, con una superficie total de 53 072,33 km2 (Cartocrítica, 2019). Esto que da la pauta de la importancia de los intereses en disputa.

En el T-MEC más sigilo para el fracking

El big oil y las firmas dedicadas a la explotación shale en EE. UU. mantienen su intención de acelerar todavía más el fracking al sur del río Bravo. La unanimidad con que la precipitada legislatura mexicana acaba de ratificar el T-MEC ha sido un craso error (Saxe-Fernández, 2019). En él quedó consignado un estatuto de supeditación neocolonial que abre espacios en el sector estratégico de la energía y los recursos naturales al gusto de una Casa Blanca “negacionista” del papel de los gases de efecto invernadero.

La unanimidad legislativa en favor de T-MEC abre espacios de alto riesgo para la población más pobre y vulnerable: aquella que vive en regiones y localidades cercanas a sus valiosos recursos naturales. En el diseño anterior, Pemex ofrecía resguardo ante los potenciales riesgos de violación a los derechos civiles y humanos de la población o los costos medioambientales. Ahora el T-MEC da la garantía del “secreto comercial” para asegurar la superexplotación mediante fracking en México y resguardar las letales fórmulas químicas en casos de litigio. Por la inclusión de EE. UU., el T-MEC sería emulado automáticamente por los centros del capitalismo que compiten entre sí.

Un escenario abierto

La política energética de México es parte de la disputa global motorizada por Trump para promover el desarrollo de hidrocarburos no convencionales como ingrediente de una ambicionada supremacía energética. En un escenario todavía abierto, las controversias locales se vinculan con las demandas de otras latitudes.

Fue bajo la ola de la “revolución shale” en Estados Unidos que Enrique Peña Nieto prosiguió con la línea privatizadora del sector petroeléctrico, atada a todas las líneas de crédito del “ajuste estructural” del FMI, el Banco Mundial y el BID. Reparar el daño de la reforma energética llevará tiempo y recursos. La desarticulación del sector consumió décadas y préstamos de “ajuste estructural” con la intención de “llevar a Pemex a un punto de venta”.

Jaime Cárdenas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, autor del libro Reforma Energética. Análisis y Consecuencias (2015), indica que durante las sesiones, discusiones y votaciones parlamentarias de la “Reforma” Energética, 250 cabilderos de una vasta gama de ramos económicos deambulaban y deambulan por pasillos, comedores y hasta por los sótanos del Congreso. En este mercado, senadores y diputados procedieron con la mayor opacidad, desde una suerte de amnesia histórica, sin mediar discusión alguna con la oposición ni grupos ciudadanos. El finiquito de la nacionalización petrolera y eléctrica fue un pacto corrupto a espaldas de la población, que debe revisarse a la luz de la avalancha electoral a favor de López Obrador. El ataque al histórico rescate del timón petroeléctrico del país llama a la movilización ciudadana, a la formación de agrupaciones en torno a la recuperación de lo saqueado.

Fuentes:

Cartocrítica (24 de enero de 2019), Actualidad de la fracturación hidráulica en México. Disponible en línea.

Díaz Olín, César A. (Noviembre-diciembre de 2017). “Supremacía Energética Estadounidense: de la Reforma Energética a la Renegociación del TLCAN”, en PetroQuimex. Disponible en línea.

Dirección General de Contratos Petroleros (julio de 2019). Programa Quinquenal de las licitaciones para la exploración y explotación de Hidrocarburos 2015-2017. Disponible en línea.

Gutiérrez, Julio (25 de junio de 2019). Aprueba CNH plan de Pemex para usar ‘fracking’. La Jornada. Disponible en línea.

Ingraffea, Anthony. “Explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos y México. Situación y Alternativas”, en John Saxe-Fernández, coordinador Sociología Política del Colapso Climático Antropogénico, Ceiich/UNAM, 2019, pp. 87-110.

Kelly, Sharon (23 de junio de 2019). Former Shale Gas CEO Says Fracking Revolution Has Been ‘A Disaster’ For Drillers, Investors. desmofblog.com. Disponible en línea.

Milenio (26 de junio de 2019). AMLO instruye suspender uso de fracking en campo de Tampico. Disponible en línea.

Pemex (1 de abril de 2007), “Con nuevos descubrimientos, Pemex incorporó reservas por 684 millones de barriles de petróleo en 2016”. OilProduction.net. Disponible en línea.

Ramos Urzagaste, María Luisa (12 de junio de 2019). “¡Alerta México: El Neocolonialismo se reinventa en el T-MEC”, América Latina en Movimiento. Disponible en línea.

Saxe-Fernández, John (21 de marzo de 2016). La Compra-Venta de México. America Latina en Movimiento. Disponible en línea.

Saxe-Fernández, John (20 Junio de 2019). T-MEC: Craso Error. La Jornada. Disponible en línea.

Notas

1 Las grandes compañías del sector: ExxonMobil, Chevron/Texaco, Shell, BP, Conoco/Phillips, etc.

2 Los recursos “técnicamente recuperables” conllevan el reconocimiento de que no hay técnica capaz de recuperar la totalidad existente del recurso, por lo que los volúmenes son “típicamente menores”. Así que de los sensacionales 545 mil millones de pies cúbicos de gas, como advierte Anthony Ingraffea, “para el caso de México no se puede extraer todo ya que no sería redituable hacerlo por la diferencia entre costos y precios. Los recursos ‘económicamente recuperables’ dependen del mercado, de qué tanto alguien querría pagar por el gas que se podría extraer del suelo” (2019, p. 90). Los “recursos probados”, es decir, que se sabe que se pueden obtener del suelo a un precio que será pagado en el mercado, representan la categoría más realista (y reducida).

3 La CNH es un órgano regulador con personalidad jurídica propia, autonomía técnica y de gestión, está integrada por comisionados nombrados a partir de ternas propuestas por el presidente de la República.

4 Ver texto introductorio a la versión digital del libro: Saxe-Fernández, John (2016). La Compra-Venta de México. América Latina en Movimiento. Disponible en línea.

5 Firmado en 2017, sustituye al tratado de Libre Comercio de América del Norte.

6 Ver Kelly, Sharon (23 de junio de 2019). Former Shale Gas CEO Says Fracking Revolution Has Been ‘A Disaster’ For Drillers, Investors. desmofblog.com. Disponible en línea.