Vaca Muerta se presenta como la gran oportunidad del país para resolver el problema de acceso a divisas. Dicen “Vaca Muerta” pero se escucha “dólares”. Por otro lado, el debate energético reciente estuvo vinculado también con el encarecimiento como política para disminuir el costo fiscal de los subsidios. El Anuario de la Economía de la Energía 2022 que se presentó días atrás ofrece miradas alternativas sobre esos dos temas. Marco Kofman, economista del Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (EJES) y uno de los autores del Anuario, asegura que entre 2020 y 2022 salieron del país 4.000 millones de dólares por el pago de deuda privada de empresas petroleras, y que poco se trató al respecto en el debate público.
-¿Cómo caracterizarías la situación de Vaca Muerta?
En los últimos años hay un desplazamiento de Vaca Muerta hacia el petróleo. En los últimos dos meses, tres cuartos de los pozos conectados son petroleros. Esto hizo que la producción de petróleo en Vaca Muerta crezca a un ritmo acelerado, en cambio la producción de gas se encuentra estable, básicamente esperando al gasoducto Néstor Kirchner, a través del cual llevar su producción al mercado. Este vuelco convirtió a Vaca Muerta en el principal polo exportador energético que, luego de una veintena de años, desplazó al Golfo San Jorge, la cuenca de petróleo convencional que comparten Chubut y Santa Cruz. Y también le dio protagonismo a otras empresas como Vista o Shell, por ejemplo. Nosotros estamos hablando de Vaca Muerta en desarrollo exógeno. Esto quiere decir que Vaca Muerta se desarrolla por factores que no controlamos internamente, principalmente el precio del petróleo. Cuando el precio se dispara, las empresas invierten. En el caso de que estos precios tiendan hacia la baja, habrá que ver qué ocurrirá con la actividad.
– Estuvieron analizando los movimientos financieros del sector petrolero, ¿qué encontraron?
En materia financiera, o en relación también a la entrada y salida de dólares, el sector energético consumió muchísimos dólares en los últimos años. Hablamos de 13.500 millones de dólares. Esto no tiene exclusivamente que ver con las importaciones de energía que es donde se pone el foco en el análisis público. Se discute bastante sobre la relación entre energía y sector externo, pero se deja de lado un poco lo que tiene que ver con los aspectos de movimiento financiero. Lo que vimos es que en este periodo de gobierno, desde diciembre del 2019, si bien se perdieron 6.000 millones de dólares por la diferencia entre exportaciones e importaciones energéticas, se perdieron también otros 7.500 millones de dólares por razones más financieras. Con esto nos referimos a la parte de servicios que las empresas pagan, o hacen figurar como pagos, que tienen que ver con contrataciones de servicios técnicos, u otros, que les permite facturar y acceder al mercado de cambio y pagarlos en dólares. Generalmente son contratos que tienen consigo mismas, con filiales radicadas en el exterior, y es una posibilidad para sacar los dólares de la economía local en un contexto de restricción cambiaria. A lo largo del tiempo las empresas van utilizando diferentes herramientas para sacar los dólares. Hoy en día, la principal forma de sacar los dólares es a través de préstamos, a través del pago de los intereses por esos préstamos. En los últimos años, entre 2020 y 2022, salieron más de 4.000 millones de dólares por esta razón, por intereses pagados por las empresas, por préstamos que habían sido contraídos en los años anteriores.
-¿Cuáles son los principales resultados del trabajo en cuanto a subsidios y tarifas?
Respecto del documento de subsidios energéticos, lo que nosotros empezamos haciendo en el documento es una caracterización de los subsidios que el Estado fue otorgando en los últimos 20 años, diferenciando aquellos subsidios que tienen que ver con atender una demanda y aquellos que tienen que ver con atender la oferta. Nos referimos con los primeros a los subsidios que cubren una parte del costo de energía que los hogares no pagan es decir, a cuyo resultado es mantener el costo pero reducir el precio que pagan los usuarios. Y en cambio, del otro lado, tenemos los subsidios que van a parar a las manos de los empresarios como estímulo para que estas empresas inviertan. En los últimos 20 años el 85% de los subsidios tienen que ver con la demanda y el 15% de los subsidios tienen que con estimular la oferta del sector.
En segundo lugar, tratamos de identificar de qué dependía la evolución de los subsidios, entonces nos pusimos a simular algunos cambios de la economía para estudiar de qué dependieron en 2022 los subsidios. Y ahí aparecen otras variables además de las tarifas. Argentina importa una parte de la energía que consume y esa parte es en gran medida subsidiada porque es el Estado el que se hace cargo del costo de esa importación, luego el Estado se las otorga a las empresas que generan y comercializan la energía. Ahí hay un subsidio muy importante que depende del precio internacional de los combustibles. A un precio más alto, mayores son los subsidios. Ese fue el principal factor que explicó el aumento de subsidios en 2022. El segundo factor, fueron las tarifas congeladas. El tercer factor, tiene que ver con el precio de programas de estímulos a la oferta. Mientras mayor es el precio que se le paga al productor, o mayor es la cantidad de producción de energía estimulada, mayores son los subsidios. Otro factor importante es la cantidad de importaciones más allá del precio. Cuando hay que importar más, se gasta más. Esto depende en parte del nivel de actividad interna. Esos son los cuatro factores que implicaron o que explicaron el aumento de subsidios en 2022 y que hoy siguen siendo importantes. El último elemento que también incide en el monto final de los subsidios es el tipo de cambio. El mercado energético es un mercado muy dolarizado pero los subsidios son otorgados en pesos. Entonces cuando el dólar está barato, está relativamente más barato que en otro momento, hacen falta menos pesos para pagar esa misma cantidad de dólares y, por lo tanto, los subsidios caen.
– ¿Hay alternativas al aumento tarifario?
El tercer punto que trabajamos en el informe de subsidios tiene que ver con la posibilidad de reducir subsidios con políticas no tarifarias. Principalmente hay que tener en cuenta que el costo de energía no es homogéneo, si bien cuando pagamos una tarifa estamos pagando lo mismo por cada unidad de energía, o es apenas cambiante, en realidad el costo de producir energía es muy heterogéneo. Por ejemplo, para producir un megavatio hora el costo de combustible según sea nacional o importado, o qué tipo de combustible sea, ese costo puede variar entre 27 dólares y 120 dólares. Y, por lo tanto, como el subsidio viene a cubrir lo que el consumidor no puede pagar, cuando estamos hablando de esa energía que utiliza el combustible más caro, ese subsidio aumenta muchísimo. Entonces, tenemos que reemplazar esa energía marginal, como llamamos a esas últimas unidades de energía caras que se agregan. Reemplazar esa energía, por medio de políticas de eficiencia, es muy redituable en términos de subsidios.
– ¿Por qué no alcanza con tener una mirada energética de la energía? ¿Por qué economía y energía parecen ir de la mano?
El problema energético es un problema económico también. A veces se plantea como una cuestión técnica en la cual, por ejemplo, un país solo tendría que optar por usar una u otra fuente de energía o una determinada combinación de fuentes, y a partir de eso se determinaría un costo de esa energía y los hogares la utilizarían en función de las necesidades o del presupuesto con el que cuenten. Cuando nosotros decimos que es un problema también económico, estamos haciendo referencia a que también hay intereses concretos detrás de la energía, hay actores que tienen distintas características, diferentes fortalezas, hay corporaciones que son más o menos importantes, es un tema mucho más complejo que solamente una cuestión técnica. Y en particular en la coyuntura de la Argentina esta dimensión económica de la energía se vuelve central. Esta dimensión permite entender a la energía como parte de un problema distributivo, como parte de un problema estratégico en relación al desarrollo del país, o en relación al sector externo de la economía, en relación a la inflación, en relación a otros dilemas de la economía, como por ejemplo el acuerdo con el FMI. En definitiva, lo que nosotros proponemos entonces es abordar el problema de la energía desde una mirada económica.