Por Sol Tobía / Diario Con Vos .- En el marco de la inauguración del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner, algunas voces disidentes elevan sus críticas y ponen en entredicho el consenso aparente sobre la explotación de gas y petróleo no convencional en Vaca Muerta.
“Habrá muchas caras felices cuando usted abra las llaves del Gasoducto: sepa que no serán las mismas caras de nuestras familias que sin gas y sin agua vemos cómo se agita una felicidad y beneficios que no llegan a nuestros territorios arrasados”, le dicen directamente a Sergio Massa desde la Confederación Mapuche de Neuquén en un comunicado difundido en sus redes sociales. Se refieren a la , el orgullo del oficialismo y pretendido chaleco salvavidas de una administración que pone todas sus fichas en el relato de la soberanía y el desarrollo productivo para renovarse en octubre próximo.Pero no sólo el oficialismo se frota las manos con las “posibilidades infinitas” que parecen ofrecer los yacimientos de gas y petróleo no convencional de Vaca Muerta: el alto nivel de consenso sobre el “desarrollo energético” del país es, a día de hoy, una de las pocas expresiones de acuerdo entre los principales representantes del espectro político-partidario.
“Vaca Muerta es un megaproyecto de explotación de hidrocarburos no convencionales con la cuestionada técnica del fracking. Estamos a punto de que cumpla 10 años de existencia formal, el 28 de agosto, y a diciembre del 2022 ya tenía 2620 pozos perforados con orientación a la formación geológica, esta roca madre de más de 30 mil km2”, recordaba Martín Álvarez Mullally, investigador del Observatorio Petrolero Sur, en la víspera de la inauguración del Gasoducto.“Son 51 áreas las concesionadas en toda la cuenca con orientación a Vaca Muerta y hoy están representando más o menos el 60% del gas en la matriz total argentina y un 42% del crudo”, añadió. En lo relativo al transporte de gas, Mullally explicó que, ahora, el Gasoducto Néstor Kirchner “va a dar una gran capacidad de abastecimiento interno con orientación a sustitución de importaciones, es decir, evitás ingresar buques de GNL que son muy costosos y la Argentina estaba gastando muchos dólares en eso”. A esto se añaden los objetivos de exportación a otros países de la región.
Ahora bien, más que la única o más viable opción para el abastecimiento energético, la explotación de hidrocarburos representa una decisión política entre otras posibles: “Las compañías petroleras junto con los Estados han tomado como principal política energética a Vaca Muerta, consolidando lo que es ya una matriz muy fosilizada -más del 90% de la energía que se consume en el país proviene de hidrocarburos fósiles- y están haciendo muy poco para revertirla. De hecho, Vaca Muerta es una nueva frontera, así como todo lo que es la explotación offshore que se quiere hacer en la costa Atlántica en el Mar Argentino”, indicó el investigador del Observatorio Petrolero Sur.En este contexto, el discurso de la soberanía nacional parece no aplicar de igual manera cuando se trata del trato que reciben las empresas energéticas: “Estamos viendo que los Estados han decidido avanzar sobre esas fronteras y que son las empresas las que lo están impulsando, inclusive traccionando, y muchas veces logrando acceder a beneficios de incentivos de inversiones sumamente altos, que vienen a ser grandes subsidios para las petroleras, distintos programas de incentivos, transferencias, incluso muchas exenciones impositivas”, precisó Mullally.
Dicho esto, el investigador consideró que “uno de los principales mitos que este consenso de fracking promueve es que Vaca Muerta va a traer los dólares que el país necesita, que Vaca Muerta es una alternativa a lo que es el campo o a los dólares que traen los granos al país y ante una sequía te puede salvar”. Sin embargo, añadió que “Vaca Muerta hoy tiene su balanza comercial negativa y se lleva más dólares de los que ingresa: de hecho, son prácticamente unos 13 mil millones de dólares en rojo, en negativo, en el período del ‘20 al ‘22, y dentro de eso unos 6 mil millones que están comprometidos en carácter de fuga por distintos mecanismos que las compañías tienen para llevarse los dólares”. Para Mullally, “si tenemos que hacer un balance de lo que está ocurriendo, vemos que Vaca Muerta no sólo no está entregando los dólares sino que se lleva además dolarizado lo que están recibiendo muchas compañías en subsidios”.
Los impactos sociales y ambientales detrás de la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner
En el comunicado dirigido a Sergio Massa, la solicitó al ministro de Economía “traer respuestas y soluciones a quienes están afectados por la explotación de Vaca Muerta: soluciones a los impactos en su vida comunitaria interna, en su sistema económico de pequeña ganadería, su identidad quebrada por el ingreso de miles de extraños a sus territorios, sus centros ceremoniales intervenidos, los sismos que alteraron su sueño y seguridad y el aire contaminado por millones de tonelada de residuos tóxicos (basura petrolera)”. Es que, en una zona donde antes no había actividad sísmica, desde el inicio de la explotación a la fecha los temblores registrados ya fueron más de 400, afectando a las viviendas y la infraestructura de las poblaciones aledañas. Cuando las comunidades mapuches mencionan el “aire contaminado”, se refieren a la enorme cantidad de residuos petroleros que genera el fracking en la región y que ya superó ampliamente la capacidad de las plantas de almacenamiento y tratamiento: “Estos residuos se llaman lodos de perforación y hoy han colapsado todas las tratadoras. Es decir, tenés basureros a cielo abierto recepcionando basura sin tener la capacidad para poder tratarla, o por sobre la capacidad instalada de las diferentes plantas”, indicó Mullally.
Pero no es solo el aire. Quienes visitan los pueblos cercanos a Vaca Muerta saben que una de las primeras recomendaciones es no tomar agua corriente. “Recordemos que en cada pozo se inyectan 90 mil millones de litros de agua con miles de litros de químicos y con unas 14 mil toneladas de arena de sílice que hacen que con gran presión se pueda hacer la fractura”, detalló el investigador antes de explicar que de todo ese líquido cargado de químicos apenas se recupera alrededor de un 25%. Sin embargo, el especialista señaló que ese porcentaje “en vez de mandarse a tratamiento se manda a pozos sumideros generando contaminaciones o peligro de contaminación de acuíferos”.Piletones con residuos petroleros abandonados en Vaca Muerta. Foto de Josefina Molle.En términos económicos, el representante del Observatorio Petrolero Sur indicó que “hay una pauperización de la vida, de la reproducción de la vida, que hace que esta desigualdad petrolera no convencional tenga características especiales: te cuestan muchísimo más, por una cuestión de oferta y demanda, los alquileres. Hoy una pequeña habitación en Añelo sale 1000 dólares”. Mientras tanto, el investigador señaló que, en estos 10 años, el Estado provincial neuquino mostró importantes falencias en términos de fiscalización y control: los accidentes en Vaca Muerta son, en promedio, cinco por día e involucran “derrames de químicos, derrames de crudo y fuga de gases”.
“Festejar en el medio del velorio del planeta”
Claudia Aboaf, representante de la colectiva Mira socioambiental, expresa su diagnóstico de forma directa y concisa: “Este despliegue geopolítico y financiero es pan para hoy y colapso socioambiental para mañana”, aseguró, y consideró que la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner “se compara a festejar en medio el velorio del planeta”.A este respecto, la escritora contrastó la situación del país con una especie de despertar en materia energética que recorre todo el planeta: “En el mundo informado de las consecuencias de la carbonización se discute la urgencia de abandonar los combustibles fósiles. En Argentina no hay plataforma política, de cara a las elecciones próximas, que tenga un plan de descarbonización. Mientras Francia prohíbe el uso del transporte en los vuelos que puedan reemplazarse con trenes, o en otros países plantan árboles a un ritmo frenético para mitigar el calor o se prohíben autos a combustión, aquí, nadie con responsabilidad de gobernar el destino del país piensa más allá de su mandato”, sentenció.
En Argentina no hay plataforma política, de cara a las elecciones próximas, que tenga un plan de descarbonización.
“¿Por qué no dan una solución a los basureros a cielo abierto, a los piletones de residuos petroleros abandonados, antes, o junto con esta inversión veloz y millonaria? Se están generando contextos tóxicos a la par de los dólares. Es indudable que habrá ingresos de divisas al país, aunque dudo seriamente de la distribución de esas divisas. ¿Dólares para qué y para quién?”, cuestionó Aboaf en diálogo con este medio, y continuó: “La población debería estar informada de qué estamos sacrificando, mayormente para pagar una deuda con el FMI adquirida de manera espúrea”.Sin titubear, la escritora de ciencia ficción climática que visitó Vaca Muerta hace apenas unos meses enumeró algunas de las consecuencias que componen la contracara del progreso y la soberanía: “De la deuda ecológica del Norte global con el Sur Global como territorio proveedor de materias críticas resulta un saldo negativo a largo plazo. Además del deterioro del territorio por la contaminación de cursos de agua y napas freáticas, los riesgos ambientales y la masculinización del empleo genera tensiones familiares; Vaca Muerta es un claro ejemplo de cómo el extractivismo produce ecosistemas frágiles, desplazamientos de pueblos originarios, y vecindades sin agua y con graves problemas de salud”.
Para ella, “no es posible festejar” el Gasoducto Néstor Kirchner “sin poner en la cuenta la crisis climática: la atmósfera no resiste más emisiones de gases que producen el efecto invernadero. No es una opinión, es información abrumadora. Luego de haber sufrido en estos últimos días los más calurosos en el promedio global, las familias con hijos pequeños, los jóvenes deben observar qué va quedar para su futuro”. Dicho esto, alertó que “estamos en un punto de inflexión, donde la suma de decisiones se combina en grandes efectos nocivos para nuestra vida en el planeta”. Por su parte, Martín Mullally adhirió a la advertencia contra las emisiones de gases de efecto invernadero al sostener que “Vaca Muerta es una bomba de carbono muy importante en materia de emisiones“ y que “esto, en el marco de una crisis climática muy fuerte, es un grave problema”.
¿Y la alternativa?
Para Martín Álvarez Mullally “no existe una alternativa que sea mágica”, pero continuar profundizando la explotación de hidrocarburos no es un camino viable: “En principio, consideramos que hay que frenar todo lo que tenga que ver con las nuevas fronteras fósiles y orientarse a tener políticas públicas que vayan acompañando la creación de un sistema energético nacional accesible, democrático, que no esté en pocas manos, sino más bien que esté descentralizado; que esté acorde a las necesidades que tienen los diferentes pueblos y localidades; que se pueda hacer de manera distribuida; que este desarrollo que uno pretende como punto de transición parta de que la energía es un derecho humano y que como tal tiene que ser accesible para la población”.En este sentido, sostuvo que “no pueden ser las grandes compañías privadas” quienes tengan el papel preponderante en el manejo de los recursos, ni tampoco es deseable que la energía “sea una mercancía de lujo”. Dicho esto, remarcó: “Hay que modificar esa condición y nosotros lo que vemos es que este proceso avanzado de fosilización hace que estemos ante un horizonte de futuro bastante grave”.
Cuando las compañías no perforen más, no les sea rentable, la caída va a ser muy grande y la energía se puede transformar en un lujo.
“Vaca Muerta, por sus características, y el fracking en sí por sus características, requieren de escalas de factoría, es decir, perforar muchos pozos para que se sostengan. Entonces requieren muchísima inversión constante y vos quedás en manos de las compañías y sus requerimientos. Cuando las compañías no perforen más, no les sea rentable, la caída va a ser muy grande y la energía se puede transformar en un lujo. Hoy nos preocupa eso, nos preocupa que no esté siendo un debate socialmente ampliado y sea un debate más de especialistas y en algunos lados o programas especializados”, manifestó el investigador.Finalmente, Mullally concluyó: “Debemos discutir la transición, debemos discutirla en las claves propias de nuestra sociedad, y tenemos que orientarnos a que el día de mañana algo tan vital para la reproducción de la vida como son la energía y los alimentos sean un bien común, un bien social y que eso nos permita ser motor de desarrollo de una mejor sociedad”.