El Gobierno británico ha provocado la reacción unánime de los grupos ecologistas con el anuncio de grandes exenciones fiscales para impulsar el ‘fracking’, la polémica técnica que utiliza agua a presión con productos químicos para ampliar las fracturas en el sustrato rocoso y extraer gas natural.
“El gas de pizarra tiene un gran potencial para ampliar nuestro ‘mix energético'”, declaró el ministro del Tesoro, George Osborne, en el momento de anunciar que el impuesto a las extracciones usando la técnica de la ‘fractura hidráulica’ rondará el 30%, la mitad de lo que pagan las compañías petrolíferas por los pozos del Mar del Norte.
“Quiero crear las condiciones ideales para que la industria pueda explorar y que nuestras comunidades puedan compartir los beneficios”, agregó Osborne, que fue aún más allá en su declaración de intenciones: “Quiero crear el régimen fiscal más generoso del mundo para la extracción del gas de pizarra. Gran Bretaña puede ser un líder en la revolución del gas, que tiene el potencial de crear miles de empleos y reducir las facturas de la energía para millones de personas”.
El anuncio ha sido criticado duramente por grupos como Greenpeace y Amigos de la Tierra, alegando los riesgos del ‘fracking’ (de la contaminación de los acuíferos a su posible contribución a movimientos sísmicos) y su contribución al cambio climático con el aumento inevitable de las emisiones de CO2.
Según una reciente encuesta de la Universidad de Cardiff, el 79% de los británicos son partidarios de disminuir la dependencia de los combustibles fósiles. La mayoría admite sin embargo que su prioridad, antes que la protección ambiental, es “mantener los precios de la energía bajos”.
La mayoría reconoce también que no tiene información suficiente sobre los beneficios y riesgos del ‘fracking’. La controvertida técnica, implantada en los últimos años en Estados Unidos, pasó sin embargo por una moratoria de 18 meses en Gran Bretaña, ante la alarma desatada por dos pequeños terremotos en el condado de Lancashire, coincidiendo con las prospecciones de gas de pizarra de la compañía Cuadrilla.
La respuesta de Greenpeace
Tras una investigación parlamentaria, el Gobierno británico decidió finalmente dar luz verde al ‘fracking’ el pasado mes de diciembre. El ministro de Energía y Cambio Climático, Ed Davey, autorizó el uso generalizado “con nuevas medidas de control para reducir el riesgode actividad sísmica” y habló sin ambages de la “promesa del gas natural”.
Según estimaciones de la Sociedad Geológica Británica, el Reino Unido cuenta con unas reservas de gas de pizarra estimadas en 1,7 billones de euros, principalmente en el noreste del país, suficientes para generar energía barata durante 25 años. El titular del Tesoro, George Osborne, se ha convertido en el principal impulsor de la ‘fiebre del fracking’ y planea incluso la apertura de una Oficina Especial del Gas de Pizarra.
Los mapas iniciales estiman que hasta el 64% de la campiña inglesa podría perforarse a la busca del controvertido ‘maná’ energético, que se ha convertido en el caballo de batalla de los grupos ecologistas en todo el mundo.
Lawrence Caster, responsable de Energía de Greenpeace, destacó la contradicción del ministro del Tesoro: “Osborne promete un milagro económico y al mismo tiempo regala a la industria un caramelo fiscal para asegurarse de que obtienen beneficios (…) No tenemos ninguna garantía de que bajen los precios de la energía, aunque lo que sí vamos a garantizar es la industrialización del campo y las caravanas de camiones cargando con agua contaminada por nuestras carreteras”.
“Regalar exenciones fiscales a la compañías que contaminan el medio ambiente y amenazan nuestras comunidades, mientras todos los demás nos tenemos que apretar el cinturón, es una absoluta desgracia”, declaró Andrew Pendleton, jefe de campaña de Amigos de la Tierra. “Lo que debería hacer el Gobierno es animar a los inversores a desarrollar el enorme potencial de las renovables como la energía eólica en este país. Eso sí que crearía miles de empleos y nos liberaría de la dependencia de las energías fósiles”