Programas del Departamento de Estado promueven la explotación de gas no convencional en vistas de posibles faltantes de petróleo. Altruismo y solidaridad imperial por Asia, África y América Latina.
El reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) proyecta a EE.UU. como el principal productor de hidrocarburos para 2020, ¿pero debería ser tomado al pie de la letra? En su sed de hidrocarburos la Casa Blanca no sólo comanda invasiones militares sino que también impulsa, de forma diplomática, el desarrollo global de yacimientos no convencionales. La inestabilidad del mercado petrolero –donde una de las principales razones sería el estancamiento de la producción desde 2005- ha provocado que EE.UU. busque diversificar las fuentes fósiles: una mayor oferta daría señales claras al mercado descartando una restricción energética que, en los próximos años, podría afectar el “normal” funcionamiento de la economía. Como parte de la “sintonía fina”, el Departamento de Estado ha implementado una serie de programas que propagandizan su experiencia en shale gas. Este asesoramiento abre camino para la entrada de sus empresas por el globo, especialistas en este tipo de formaciones.
‘Paz’ de J. S. Pughe, publicado en 1905 a raíz de la enmienda del presidente Roosevelt a la Doctrina Monroe. Fuente: http://hti.osu.edu/
Por OPSur.- “Señoras y señores la realidad, algo que ha sorprendido a muchos norteamericanos, es que en 2010 los EE.UU. produjeron más gas natural que cualquier país en el mundo; más que todos los países de Medio Oriente juntos”, con estas palabras Robert F. Cekuta, representante del departamento de Recursos Energéticos del Departamento de Estado, definía la revolución de los no convencionales, durante el pasado febrero en la Segunda Ronda de Inversiones Energéticas EE.UU.-Indonesia (6/2/2012). Tanto en esa ronda como en un sinfín de reuniones, los propagandistas gubernamentales y empresariales norteamericanos detallan y exaltan los resultados productivos obtenidos a partir de la explotación masiva de shale y otros fósiles en su territorio. El esquema que se pregona está basado en la alianza público-privada y un marco regulatorio exitoso. ((Vale aclarar que la visión sobre la revolución de los no convencionales en EE.UU. no difiere mucho entre los partidarios republicanos y demócratas, constituyendo una política de Estado. Sin embargo, Mitt Romney -candidato republicano a las últimas elecciones presidenciales- bajo un discurso de promoción de trabajos bien pagos y la independencia energética, iba más allá que su par demócrata: proponía incrementar las alianzas con Canadá y México (removiendo trabas a las operaciones de empresas norteamericanas), eliminar regulaciones federales a la actividad (quedando bajo control de las entidades subnacionales, con todos los problemas que conlleva por su mayor debilidad y la falta de cohesión de un marco regulatorio nacional), reducir las trabas ambientales en la producción doméstica y promocionar la actividad tanto en el continente como en el mar (Klare, M., 23/10/2012).
Cekuta detalla los cambios en el sector gasífero: “Durante la última década, la producción de gas no convencional –que incluye shale gas, tight gas y gas en mantos de carbón- creció hasta llegar al 50% del total en EE.UU.” (6/2/2012). El representante de Recursos Energéticos dice que la revolución de los no convencionales seguirá en aumento. “La [agencia] norteamericana de Administración de Información Energética proyecta que, debido al incremento de la producción doméstica, los EE.UU. serán casi auto-suficientes en gas natural en 2035” (6/2/2012). Para ese año se apuesta a que el 46% del gas provenga de shale y sólo un 1% se importe, valores muy lejanos del 14% y 11% alcanzados, respectivamente, en 2010 (Pascual, 2012). Esto, incluso, ha dado lugar a que se otorguen permisos de exportación de gas natural licuado, a partir de 2014 o 2015; un hecho impensado hace un par de años en el país del Norte (6/2/2012).
Proyección de la producción de gas natural en EE.UU. Fuente: EIA (2012)
Según Cekuta, actualmente en EE.UU. el gas se paga menos de US$ 3 por millón de BTU [British Thermal Unit, unidad de medida para la comercialización], un precio mucho menor del que se paga en Europa (US$ 9) o Japón (US$ 15). El funcionario asegura que este paraíso fue logrado al garantizar un clima apropiado de inversiones: desregulación de precios, incentivos fiscales tempranos, un proceso regulatorio predecible y fondos para investigación y desarrollo al sector privado.
El gas no es el único fósil que ha despuntado. En el 2011, EE.UU. alcanzó los niveles de extracción de petróleo más altos (6,2 millones de barriles por día), respecto de 2003; de esta manera logró reducir a menos del 50% la dependencia de fuentes foráneas, según Cekuta (11/9/2012). Sin embargo, los altísimos niveles de consumo no pueden sostenerse únicamente en las fuentes domésticas, como se verá más adelante.
El funcionario advierte que esta revolución global no se realizará sin desafíos. Y ejemplifica este punto en cuanto a los factores ambientales y de sanidad pública a tener en cuenta con la explotación de shale. “A medida que superamos algunos de los problemas del desarrollo del shale, seguimos examinando formas para evitar y mitigar problemas ambientales y de otros tipos” (6/2/2012).
Cekuta, alegremente, cuenta que en la actualidad la técnica para extraer hidrocarburos de yacimientos no convencionales –fractura hidráulica o fracking– sigue siendo estudiada y mejorada. Para esto la Secretaría de Energía de EE.UU. conformó una comisión asesora. En tanto la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) desde 2010 trabaja en un informe de fondo sobre los impactos en agua, cuyos resultados preliminares se conocerán a fines de este año y la versión final se publicará en 2014.
Pero no sólo la técnica de fractura hidráulica se encuentra en debate sino que el mismo marco regulatorio está siendo cuestionado en EE.UU. La investigadora Lisa Sumi (2012), de la organización Earthworks, publicó un extenso informe sobre el grado de regulación de la industria en seis estados. El reporte concluye que la situación actual es de abandono absoluto y de profunda falencia en el control por parte de los organismos públicos. Basada en los mismos informes de los Estados determinó que entre el 53 y 91% de pozos no fueron controlados; en los casos en los que hubo auditorías y se encontraron fallas, muchas no se informaron debidamente o su penalización económica resultó irrisoria.
Sumi afirma que las agencias de control se encuentran sobrepasadas por la actividad petrolera, con escasos fondos, sin el personal técnico necesario y carentes de herramientas legales para hacer valer el marco regulatorio. En tanto la profesora en Derecho Internacional de la Universidad de San Francisco, Susan L. Sakmar, argumenta que “en vistas de los crecientes desafíos ambientales y el potencial incremento regulatorio que está teniendo la industria norteamericana del shale, la utilidad del marco jurídico como modelo es todavía una pregunta abierta, especialmente en lo que concierne a los aspectos ambientales. (…) Si EE.UU. está teniendo dificultades con los aspectos de seguridad y ambiente en la perforación de shale, ¿cómo harán otros países en mantener el paso con su desarrollo?” (2011: 398).