Los intelectuales kirchneristas que se agrupan bajo el nombre Carta Abierta están por emitir un nuevo pronunciamiento, que ayer por la tarde ya circulaba por las redes sociales ( http://laqk.wordpress.com/2014/05/24/carta-16-encrucijadas-del-futuro/ ).
En un momento en que el género epistolar se ha vuelto un poco incierto, tal vez los autores formulen alguna desmentida. Sobre todo porque la declaración, titulada “Encrucijadas del futuro”, tiene algunos pasajes de sospechosa comicidad.
Carta Abierta ha sido el grupo más perseverante en proponer un kirchnerismo que, superando la frontera del PJ, fuera capaz de encarnar una transformación basada en las consignas de la izquierda.
La importancia de esta declaración radica en que fue escrita cuando se ha vuelto evidente que esa ensoñación ha fracasado. Aunque no terminan de dar el brazo a torcer, los mismos autores admiten el problema: “El desafío es complicado -dicen- porque la desaceleración del crecimiento y las simpatías de algunos gobernadores y dirigentes del PJ por una candidatura moderada son las dos pinzas que dificultan una acción más decidida del Gobierno en la perspectiva de 2015”. Cristina Kirchner pareció ayer contestarles al pedir, en la Plaza de Mayo, que “dejen de asustar a los argentinos” y al prometer que “el futuro llegó para quedarse”.
El texto está organizado alrededor de dos núcleos principales. Un repudio de la candidatura de Daniel Scioli y una alarma frente a la amenaza de una “restauración conservadora” que, para estos escritores, siempre está por llegar.
Es una pena que recién ahora Horacio González y su lugarteniente, Ricardo Forster, revelen su sentido del humor. En una advertencia preventiva, que parece dirigida a la Presidenta, aclaran que Scioli no será su candidato. Lo hacen con una fórmula que al gobernador le llevará tiempo descifrar. Comparan al “paciente motonauta” con el mítico Teseo, que, en esta versión, en vez de matar al Minotauro se transforma en él. Enredados en el hilo de Ariadna, estos filólogos porteños demuestran que frente a la mitología clásica tienen el mismo menosprecio por los hechos que frente a la mitología oficial. Para decirlo con su propio fraseo, constituyen “un espacio simbólico de fuerte contenido ficcional”. Así, advierten que Scioli es un conservador repudiable después de haberlo postulado como vicepresidente de Néstor Kirchner en 2003, como candidato a gobernador en 2007 y 2011, y como aspirante a diputado en 2009, en una lista testimonial integrada por Sergio Massa que encabezó -para utilizar la nomenclatura de la Carta- “Viento Sureño”. Quiere decir que a lo largo de la “década ganada” el Frente para la Victoria fue, al menos en lo que a Scioli se refiere, el responsable de una sistemática malversación electoral.
El mismo desapego por lo ocurrido aparece en las explicaciones sobre la gestión económica oficial. “La situación llevó a [..] devaluar la moneda” y “el Gobierno [..] se ha visto obligado a subir la tasa de interés”. Es decir: la Presidenta no tuvo que tomar esas medidas forzada por una dinámica inflacionaria que se empeñó en menospreciar y cuyas consecuencias le habían sido advertidas durante más de cinco años. “El kirchnerismo toma decisiones constantemente acosado”, se exculpa Carta Abierta. O, para seguir con la mitología, es como aquellos héroes homéricos que excusaban su conducta en la influencia irresistible de algún Dios. Como si fuera un movimiento adolescente.
Esta presunta Carta se vuelve más jocosa cuando despotrica contra los que “convocan a la guerra contra el delito, con un tono épico digno de mejor causa”. Un párrafo que se podría esperar de Sergio Schocklender o Ricardo Jaime, no de abnegados profesores que meditan en la austeridad de una biblioteca.
La misma ironía asoma en la queja por la reinstalación de la doctrina de la Seguridad Nacional, expresada por los admiradores de un gobierno que confió el orden público al teniente coronel Sergio Berni y al teniente general César Milani. Estas incongruencias estimulan a la izquierda trotskista, que desde ayer comenzó a impugnar la declaración ( http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/2014/05/el-futuro-llego-hacer-rato-proposito-de.html ).
El desvarío central de esta supuesta Carta/16 es ignorar que la “restauración conservadora” no está por ocurrir. Ya comenzó. La lidera Cristina Kirchner. Y no por la férrea imposición de una crisis internacional. Al contrario: el kirchnerismo ha gobernado en un marco más que confortable, con los precios de las commodities por las nubes y una tasa de interés internacional bajísima. Si no pudo alcanzar sus objetivos es porque estaban mal pensados. Mientras se elaboraba el borrador de este nuevo manifiesto se pudo constatar una vez más ese desajuste entre las palabras y los hechos.
Los grandes inversores ya no creen necesario esperar la llegada de un presidente “moderado” para interesarse en el país. Entienden que, atribulado por la escasez de dólares y la amenaza de un default, el kirchnerismo debió dar un giro hacia el mercado. Éste fue el sentido de la visita de Daniel Poneman, el subsecretario de Energía de los Estados Unidos, que llegó a Buenos Aires para abrir el camino a las empresas petroleras norteamericanas. Desde que Néstor Kirchner vapuleó a George Bush en el año 2005 el país no recibía a ningún funcionario de ese nivel. Poneman, un viceministro, fue agasajado por la Presidenta, algo que, hasta donde se sabe, no consiguió en Santiago de Chile, la otra escala de su gira. Allí se limitó a dialogar con el ministro de Energía y a confirmar que Michelle Bachelet visitará a Barack Obama a fines de junio.
Poneman fue recibido también por Axel Kicillof y por Julio De Vido, quien se reconcilió con los Estados Unidos después de las insultantes filtraciones de WikiLeaks (“tiene mugre en las manos”, entre otras). Miguel Galuccio lo llevó a recorrer Vaca Muerta. Poneman percibió una gran cordialidad, coherente con la mayor urgencia de Cristina Kirchner: necesita que la Corte de los Estados Unidos acepte tratar el pleito con los holdouts y, además, que realice una consulta con el solicitor general Edwin Kneedler, un subordinado de Obama que defendería el criterio de no alterar las reestructuraciones soberanas. En otras palabras, defendería la posición argentina.
Para perplejidad de los redactores de la inminente Carta Abierta, envueltos siempre en la bandera del antiimperialismo, la preocupación de las autoridades energéticas de los Estados Unidos es que el acuerdo secreto con Chevron no obstaculice con prevenciones chauvinistas toda una corriente de inversiones. En otros términos: aspiran a que se entienda que ese pacto compromete una fracción mínima de Vaca Muerta y que se suscribió en circunstancias de excepción, cuando la propiedad de YPF era reclamada por Repsol, y cuando Chevron estaba amenazada por un megaembargo ecuatoriano.
La inquietud es comprensible. El Project Investment Agreement cerrado con Chevron es tan repulsivo para el nacionalismo del Gobierno que la Justicia no consiguió todavía hacerse de una copia. Fue firmado entre dos sociedades de responsabilidad limitada creadas ad hoc: Chevron Overseas Finance I Limited, radicada en Bermuda, e YPF Shale Oil Investment I LLC, radicada en el estado de Delaware. Entre ambas se pactó ceder los derechos del 50% de la concesión del yacimiento Loma Campana en favor de la Compañía de Hidrocarburo no Convencional, otra SRL puesta a nombre de dos empleados de YPF. Litigantes por perjuicios ambientales, abstenerse.
Para conocer el acuerdo principal la Justicia debería librar un exhorto en Delaware. El expediente en el cual la Cámara Federal ordenó investigar a la Presidenta sólo contiene una carta de intención y un inventario de las inusuales garantías a las que se obliga YPF SA a favor de la subsidiaria de Chevron. La empresa que dirigen Galuccio y Kicillof se comprometió a cubrir con fondos propios cualquier incumplimiento de la firma creada por Chevron, a proveerle los dólares que correspondan si por alguna razón la multinacional no accede al mercado cambiario y a garantizarle el precio internacional del producto, sin retenciones, en la eventualidad de que, por razones de desabastecimiento interno, la empresa no pueda exportar. El contrato se celebró bajo la ley de Nueva York, ante cuyos tribunales YPF renuncia a cualquier inmunidad soberana.
El economista Eduardo Basualdo se alejó del directorio de YPF antes de aprobar este arreglo. En cambio, Kicillof ni siquiera descolgó del sitio web del Ministerio de Economía su obsoleto Informe Mosconi. Extasiados en sus navegaciones literarias, los intelectuales de Carta Abierta acaso desconozcan estos documentos. Si, en vez de entretenerse con la mitología, leyeran la historia -el magnífico trabajo de Nicolás Gadano, por ejemplo-, advertirían que nunca el interés nacional resultó más traicionado que cuando la política petrolera se administró en nombre del nacionalismo.
La Nación