Del agua y del petróleo, preguntas sobre el presente de la cuenca del golfo San Jorge

En Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia y otras localidades del sur de Chubut y norte de Santa Cruz los reclamos y conflictos por el agua son una constante que se profundiza. Es que en los últimos años mermó sensiblemente el caudal en toda la cuenca del río Senguer. El lago Colhue Huapi desapareció en 2016 y el Musters ve descender su nivel día a día, esta situación impacta directamente en el abastecimiento de agua de unas 500 mil personas. Desde los organismos provinciales afirman que todo se debe al cambio climático o a “ciclos” de la cuenca. En síntesis, para las autoridades la Naturaleza es el problema y evitan cuestionar el modelo productivo que se sirve de la cuenca.

Foto: Prensa Mala Fama – Periodismo Autogestivo

El acceso al agua potable no es un problema nuevo en Comodoro Rivadavia y el golfo San Jorge, por el contrario, es en algunos casos la marca de nacimiento que llevan poblaciones levantadas en la zona gris donde concluye la Patagonia Central y comienza la Austral. Justamente el hallazgo de petróleo en Comodoro, en diciembre de 1907, es adjudicado a la búsqueda de agua para abastecer al pueblo que nacía de la mano del desarrollo agropecuario de colonia Ideal -luego denominada colonia Sarmiento-, establecida en 1897 al sur del lago Colhue Huapi. El proyecto de colonización demandaba una salida al mar cercana para aprovisionarse y colocar su producción en el mercado: Comodoro fue el lugar elegido para ese fin.

Según reseña Lelio Mármora en Migración al Sur. Argentinos y chilenos en Comodoro Rivadavia, hacia 1905 era notoria la falta de agua en la localidad, que ya contaba con unos ochocientos habitantes. Es entonces que los vecinos iniciaron gestiones ante el gobierno nacional para que enviara una perforadora que facilitase los trabajos de búsqueda. La maquinaria llegó al extremo sureste del Chubut y luego de frustradas tentativas, el 12 de diciembre de 1907, cuando el pozo había superado los 500 metros sin dar vestigios de agua, brotó el líquido aceitoso. El psiquiatra comodorense Miguel A. de Boer, en Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia, rescata una ironía que se hacía respecto a ese acontecimiento, el cual, señalaba, puede ser identificado con el nacimiento del Petróleo Nacional o con el fracaso en la búsqueda de agua.

Foto: Biblioteca Digital Trapalanda de la Biblioteca Nacional

Más allá de las suspicacias, la actividad extractiva poco a poco relegó en un lugar marginal al sector agropecuario, y el acceso al agua potable continuó siendo uno de los principales problemas a resolver. En los valles se dejaron de producir alimentos y pasturas, y el abandono de esas actividades no necesariamente significó un hecho traumático para los dueños de la tierra, que comenzaron a percibir servidumbres petroleras por las intervenciones en sus campos. Mucho menos para los gobiernos nacional y provincial que hicieron del rentismo una forma de vida y orientaron -y orientan- las políticas públicas a consolidar la matriz monoproductora. Lo mismo sucedió en el norte de Santa Cruz, donde la explotación de los yacimientos cercanos a Cañadón Seco, primero, y a Las Heras, más tarde, signaron el destino de la ganadería ovina, que se desarrolló al ritmo de las altas y bajas del precio internacional de la lana. El territorio se convirtió al petróleo, la cuenca sedimentaria del golfo San Jorge ganó la superficie y los pozos se reprodujeron por miles.    

Foto: Archivo General de la Nación

Más de un siglo transcurrió desde la perforación del pozo que cambió la historia del golfo San Jorge; millones de barriles de crudo y metros cúbicos de gas fueron sacados de las entrañas de la tierra y lo siguen haciendo. Algunos se enriquecieron, miles construyeron sus vidas en torno a esta actividad, en diferentes puntos del país, y más allá, se sirvieron de esos hidrocarburos y de sus derivados. Y el acceso al agua es todavía un problema. Ya no sólo en términos de cantidad sino también de calidad, dado que es extendida la desconfianza en torno a su potabilidad y no faltan quienes señalan al agua como responsable de graves enfermedades.

Quedan muchas preguntas sin responder: ¿Quiénes acceden a ella y para qué? ¿Cómo repercute en la salud y calidad de vida de la población? ¿El agua que llega a los hogares tiene relación con los casos de cáncer y enfermedades poco frecuentes denunciadas por pobladores? ¿Lo que sucede en la cuenca del golfo San Jorge tiene que ver con el tipo de sociedad que se construye en torno a la extracción de hidrocarburos? ¿Quiénes se benefician? ¿Y cuando se termine el petróleo, qué?  Muchas preguntas sobre las que volveremos a lo largo de las próximas semanas.

Notas.

  1. Tal es la centralidad del agua en la historia de Comodoro que la ficción no pudo escapar a la realidad cuando en la década de 1960 se filmó Allá donde brama el viento, película que recrea los orígenes de esa ciudad. En aquel drama el poder se expresaba en el control del acceso al agua.
  2. de Boer retoma esa idea en los años 90, cuando la ciudad sufría los embates de las políticas neoliberales -entre ellas, el desguace y privatización de YPF-; entonces afirmaba: “Comodoro se gestó, según lo dicho, desde un malentendido; es el producto de un resultado no buscado. Se trataba de buscar una cosa y se encontró otra, lo cual actuó como bisagra que hizo virar del día a la noche el curso de los acontecimientos, con una sucesión de fracasos en cuanto a poder aprehender los mismos en beneficio de la propia región. Es más: ésta siempre estuvo a la cola de los acontecimientos con las consecuencias correspondientes”.  de Boer, Miguel Angel (1993). Desarraigo y depresión en Comodoro Rivadavia (y otros textos). Comodoro Rivadavia, Ediciones, p. 39.
  3. En ese sentido Mármora señala que los principales problemas a resolver por la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia en los primeros años era la provisión de agua y el almacenamiento y transporte del petróleo. Mármora, Lelio (1968). Migración al Sur. Argentinos y chilenos en Comodoro Rivadavia. Buenos Aires. Ediciones Libera, p. 31.