Cosecharás tu siembra

Nuevamente hay conflicto productivo en el Alto Valle. Los números no cierran y la palabra “crisis” ya es una de las más nombradas en la zona de mayor producción y exportación de frutas de pepita del país. Detrás de la línea de los cargados manzanos emerge una torre de perforación, el rojo logo de la empresa Weatherford se confunde con las frutas. Estamos en Allen provincia de Rio Negro en donde las controversias por el fracking crecen a medida que avanza la actividad extractiva hidrocarburífera en medio de las chacras.

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Pozo en perforación en plena zona productiva Allen / Martín Barzilai (SubCoop)

Por OPSur (1).- Allen es la sexta ciudad más poblada de la provincia y se encuentra ubicada a tan solo 16 km de la confluencia de los ríos Neuquén y Limay en donde nace el río Negro, homónimo de la provincia. Tiene unos 30 mil habitantes, según el censo de 2010, y una gran perspectiva de crecimiento debido a la constante presión inmobiliaria que avanza con loteos. Atravesada por la ruta nacional 22, Allen puede considerarse la periferia más lejana de la capital neuquina que, como polo administrativo petrolero, hizo que todas las ciudades que las rodean se vayan transformando en “dormitorios”.

El asentamiento de la actividad extractiva hidrocarburífera se da a finales de los años ´60 con las exploraciones de YPF en la zona del Valle. Su historia es muy parecida a otras áreas de la Cuenca Neuquina, como Rio Neuquén o Centenario, ya que fueron parte de un mismo proyecto de expansión de reservas llevado adelante por YPF. El área Estación Fernández Oro (EFO), es la más importante de la provincia de Rio Negro y pasó por distintas manos: Bridas, Pan American Energy (PAE), Pioneer Natural Resources, Apache, y recientemente en el 2014 fue comprada por la subsidiaria de YPF, Yacimientos del Sur (YSur).

El regreso de YPF a la zona se dio en un contexto de nuevo avance de la frontera gasífera sobre las zonas de producción frutícola, a partir del impulso público de los programas Gas Plus desde 2008. A esto debe sumarse el desembarco de los hidrocarburos no convencionales y la técnica de hidrofractura generando, ambos procesos, un vertiginoso aumento de la extracción de gas en la zona.

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Pozo en perforación en plena zona productiva Allen / Alexis Vichich

Pozos y frutas

Alfredo Svampa tiene 82 años y es productor frutícola, nació y vivió toda su vida en Allen. Las expresiones de su cuerpo que acompañan a sus historias las tornan aún más atrapantes, desde la acentuación que producen sus ojos, al ritmo del movimiento en sus manos que van a son del relato. De vez en cuando nos sorprende con algún acto de destreza física en medio de los recorridos por las chacras allenses.

Alfredo nos cuenta sobre la llegada de la explotación gasífera; él vivía en la chacra 28, a unos 400 metros de donde la empresa YPF instaló el primer pozo “allá por 1966 o 1967”. Al poco tiempo pozos, ductos y caños se transformaron en parte del paisaje productivo de Allen, mientras las exploraciones de la empresa se iban hacia la zona de la costa. “Cuando llegaron al río se dieron cuenta que del otro lado había gas y petróleo, entonces se mandaron a la sierra e hicieron 24 perforaciones”, relata.

Es común encontrarse en el ámbito  petrolero con los relatos de viejos trabajadores que hablan de la falta de conciencia ambiental con la que se operó durante muchos años. Hoy es diferente, suelen aseverar. Alfredo como productor y desde fuera del sector, coincide con esa mirada. Para él la llegada de los pozos fue una novedad, que al contrario de verla como un perjuicio se la tomaba como algo auspicioso. También recuerda que llamaba la atención la explotación recientemente instalada en la zona, “hay un pozo de gas que se hizo en la chacra 25, que queda cerca de la ruta 22, frente a la curva. Ese ardía y bramada, la gente se paraba en la ruta para ver ese espectáculo, era un fogonazo que estuvo muchos años funcionando, hasta que pusieron las cañerías. En esa época no se cuidaba la ecología ni se respetaba al medio ambiente, había mucho desconocimiento e ignorancia”. Pero a pesar de las nuevas herramientas tecnológicas y la mayor conciencia ambiental, el sector petrolero sigue generando numerosos conflictos ahí donde opera. Allen es un ejemplo claro de esto.

El avance petrolero sobre una economía en “crisis”

En la actualidad, el avance de la frontera extractiva petrolera presiona, junto al loteo para el negocio inmobiliario, sobre la tierras productivas. A esto debe sumarse el contexto de crisis del sector frutícola. En 2015, 300 mil toneladas de fruta no fueron cosechadas debido al contexto económico, las impericias climáticas y el vaivén de los mercados. Este número fue obtenido por el propio Estado según las declaraciones juradas de productores al momento de tramitar el subsidio, en lo que debe considerarse como la única intervención de Estado como concesión ante las recurrentes protestas de los chacareros.

Golpeados por los cambios del mercado mundial y el magro precio de la fruta regulado por las multinacionales exportadoras, los productores se ven tentados a las ofertas de compras de sus tierras para los loteos o al alquiler de parte de ellas para la explotación hidrocarburífera.

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Puente colgante de ductos de gas, petroleo y agua / Alexis Vichich

La doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, María Belén Alvaro, en un reciente artículo discute (2) con la idea de crisis productiva, sosteniendo que en el Alto Valle no es la fruticultura en si misma la que está en crisis sino la organización social del sector motivado por la profundización del control trasnacional de este. “Al instalar la idea de crisis de la fruticultura  los sectores dominantes de la cadena logran desdibujar las diferencias reales que existen y se profundizan al interior de la misma con cada ciclo productivo. Al mismo tiempo, logran apropiarse simbólicamente de las dificultades estructurales, reales e insoslayables que atraviesa el sector de los productores independientes (chacareros/as), para naturalizarlas como las dificultades de toda la actividad y utilizar su capacidad de negociación con el Estado en beneficio de la acumulación de capital que monopolizan.”

Maristella Svampa, hija de Alfredo, además de ser una reconocida socióloga argentina, es allense. Conocedora de la zona, en el  libro “20 mitos y realidades del fracking” plantea este difícil contexto en el que se encuentran los productores a la hora de recibir las ofertas de la empresa petrolera. Después de tomar la caracterización de Alvaro, concluye que las consecuencias de la “crisis” son variadas; “la economía regional basada en la explotación frutícola aparece cada día más devaluada, cada vez hay más chacras alquiladas, mientras avanza el paisaje extractivo, de la mano de las altas torres petroleras, las plataformas multipozos, los gasoductos, los grandes depósitos de arena y las largas filas de camiones de gran porte recorriendo los caminos y abriéndose paso por entre las plantaciones y el creciente desmonte”(2014, pag 153).

Para Alvaro, en tanto, es claro tanto el papel del Estado como garantizador de esta lógica de concentración en manos de empresas transnacionales, como también del mercado, que funciona al ritmo y esquema que estas empresas le imprimen. La concentración hegemónica se debe a “la compra de chacras para producción propia, contratos con productores por la adquisición de ciertas cuotas de fruta por adelantado, [los que] fueron parte de los mecanismos que les permitieron obtener el control de proporciones mayoritarias y crecientes de la producción, de la comercialización tanto interna como externa mediante producción propia y de terceros, logrando reducir costos.” (Alvaro, 2015)

De productores a rentistas

La cámara de fruticultores está en el centro de los debates en torno a la explotación petrolera en Allen, transitando de una enérgica oposición a la hidrofractura, hasta una posición un poco más ambigua. Su presidente es Sebastián Hernández nacido y criado en medio de frutales. Proveniente de una familia productora, a sus 39 años, sueña con que las próximas generaciones también lo sean, por lo que declara que no permitiría el ingreso de las petroleras.

Para Sebastián la “crisis” está provocando un desguace del sector, mutando la idea de la familia productora. Los jóvenes se van a estudiar otras carreras que no tienen que ver con la fruticultura, mientras el promedio etario de los productores es alto y no hay generaciones de recambio. En paralelo, el sector es amenazado por el avance petrolero.

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Pozo en zona productiva en Allen / Alexis Vichich

Ante esta realidad, la Cámara ha tomado medidas y decidieron no contener al productor que decida incorporar pozos en sus tierras o la subdivida para ser loteada. El argumento es la debilidad que les genera a los productores estos avances de frontera extractiva e inmobiliaria, “esta es la cámara de fruticultores, que trabaja solamente y exclusivamente por los productores que producen”, remata Sebastián.

La concentración y transnacionalización de capitales, trae consigo el arrendamiento de las tierras que pierden su capacidad productiva en algunos casos de manera irreversible. Los valores de los arrendamientos son muy disimiles, y el número es según quien te los cuente. Para Alfredo Svampa eso pasa porque “no hay sinceramiento entre los productores, imaginen que ya no hay sinceridad en el valor que se paga por la fruta, en esto, mucho menos. El arrendamiento es por hectárea no por pozo y son contratos bianuales. El último [productor] con el que hablé alquiló 4 hectáreas y le pagan $385 mil. Acá nos van cazando de a uno y nos pagan según lo que quieren ellos, según la cara de uno” nos dice reflexivo mientras su mirada se pierde en un mate.

En el caso de Sebastián los números que entrega son comparativos, “hoy se está pagando 10 veces más por hectárea. Para producir, 450, 500 pesos la hectárea por mes. Y, en la petrolera se ofrecía entre 4500 a 5000 pesos la hectárea por mes. Entonces eso es casi un sueldo que el productor está recibiendo”. Los arrendamientos se transformaron en un gran negocio, con algunos productores que concentraron grandes cantidades de pozos en tierras tanto productivas como improductivas.

El debate de la convivencia entre la actividad extractiva y la fruticultura está vigente, mientras la empresa se han dados muchas políticas para lograr los consensos que les avanzar sin grandes problemas. Para algunos productores la idea de convivencia y fracking seguro les permite hacer negocios sin culpas. Por parte de las organizaciones sociales, partidos políticos y ambientalistas la convivencia de estas actividades es imposible, además de la contaminación, el desequilibrio económico que genera el desaliento de producir en lugar de rentarles a las empresas.

Quinta nota de la serie Alto Valle Perforado, realizado en cooperación con la Fundación Heinrich Böll Cono Sur. Ver también:
Alto Valle Perforado: postales de la desigualdad petrolera
Basureros petroleros: cuando el remedio es peor que la enfermedad
-Tres razones para la desigualdad del barrio Valentina Norte
-Mi vecino Pluspetrol

Notas

  1. En un próximo reportaje ampliaremos información respecto de los afectados por el sector no convencional en Allen y los grupos que se resisten a su avance.
  2. Nos referimos al reciente artículo ¿Crisis de la fruticultura o crisis de un modelo excluyente de hacer fruticultura? De María Belén Alvaro publicado por distintos medios digitales.

Fuentes consultadas

Boletín oficial de la Nación (3/07/05) Decisión administrativa 384/2005

Clarín (08/09/2013) El fracking “avanza” sobre los frutales del Alto Valle de Neuquén y Río Negro.

— (09/03/2014) Cuestionan condiciones de la venta de Apache a YPF

Enciclopedia de ciencias y tecnologías en Argentina (2009), Yacimientos de hidrocarburos en la provincia de Río Negro

Río Negro (26/11/2012) Impacto de un yacimiento que convive con las chacras.

— (21/08/2013) Productores de Allen debaten sobre fracking.

— (19/07/2014) Fracking, discursos y eventos: crónica de una realidad anunciada.

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