Sí, o son, por lo menos acá en Argentina, descubrimientos muy mentirosos. Por ejemplo, con los hidrocarburos no convencionales se hicieron anuncios espectaculares, que en realidad se trataban de recategorizaciones de cantidades dadas de recursos, que por determinados factores técnicos y económicos en su momento no eran explotables de forma rentable. En los últimos años por un aumento en la cotización y el perfeccionamiento de las técnicas, su extracción sí se volvió económicamente viable. Pero en sí no se trató de descubrimientos genuinos. Esto es lo que sucede también muchas veces, estos grandes anuncios son una farsa…
Este asunto está relacionado con lo que un analista mexicano, Alfredo Jalife-Rahme, denomina Los cinco precios del petróleo. Él dice que hoy el petróleo tiene que ser analizado a partir de cinco precios: el precio económico, el precio financiero, el precio especulativo, el precio geopolítico, y el precio desinformativo. En efecto, como el petróleo es el combustible esencial del sistema capitalista, su control y su precio son fundamentales. Un elemento a resaltar es el precio desinformativo, que tiene que ver con lo que usted mencionaba, es decir, con el hecho que con frecuencia se hacen anuncios que nunca resultan ser ciertos, son anuncios fantásticos, algo así como que se encontró el pozo de la dicha, el yacimiento que va a solucionar todos los problemas de petróleo de un país y del mundo. Generalmente, muchos de esos hallazgos son inflados, para justificar muchas cosas: concesiones territoriales a las empresas, venta de futuros que fijan el precio especulativo –y así funciona el mercado de los recursos mineros, porque las empresas empiezan a lucrarse de un recurso, antes incluso de que éste sea extraído. En Colombia hay experiencias de este tipo, por ejemplo con el oro.
Como el petróleo es tan importante tiene esos cinco precios según este autor mexicano, algo que es importante recalcar. La especulación es trascendental cuando se habla de petróleo, porque además estamos hablando de competencia entre grandes grupos empresariales, entre transnacionales que compiten por obtener ganancias, y en gran parte la obtención de ganancias se basa en el precio especulativo, exagerando lo que realmente se encontró. Al poco tiempo se confirma que los anuncios eran mentirosos por razones que usted también señalaba: en muchos casos puede que ahí esté el petróleo, pero es de difícil acceso, es muy costoso sacarlo, porque no se encuentra cerca de la superficie o porque hay que invertir en tecnología muy costosa, o no se dispone de la misma. Y no se dice tampoco que se trata de “petróleo extremo”, como lo denomina Michael Klare, porque se encuentra en los lugares más recónditos de la tierra o del mar, y, teóricamente, se puede extraer, pero con consecuencias también extremas. Si hay petróleo extremo, las consecuencias son extremas. Y ya tenemos ejemplos, siendo el accidente del Golfo de México lo más reciente. No obstante, predominan los anuncios triunfalistas de los canales de televisión, como aquellos que hablan de las mega construcciones y lo espectacular y extraordinario que es edificar una plataforma petrolera en pleno mar y hurgar en el lecho marino, a varios kilómetros de profundidad, y sacar el petróleo. Pero lo que nunca se considera en esos anuncios triunfalistas, es que la obtención de petróleo es una actividad cada vez más riesgosa. Y ya no estamos hablando de cosas hipotéticas que se pueden presentar en el futuro, sino que ya se desenvuelven ante nuestros ojos.
Petroleras en el ártico. Fuente: longshoreshippingnews.com
En ese sentido, la lógica dominante sigue siendo la misma: hay un modo y un estilo de vida al que no se quiere renunciar, y que se sustenta en la burbuja energética, en la que el capitalismo ha hecho vivir a la humanidad, una burbuja de corta duración que, como cualquier burbuja, se está desinflando. Y, en la lógica capitalista, no tiene solución, salvo que sucediera un milagro, pero en términos energéticos y físicos los milagros no existen. Aquí es bueno leer un poco de literatura gerencial para examinar cómo el pensamiento dominante considera la crisis del petróleo, lo cual es tragicómico. Por ejemplo, Thomas Friedman, editorialista del New York Times y divulgador de la globalización, hace unos años escribió un libro sobre el calentamiento global, con el título de Caliente, plana y abarrotada. Este personaje hace un diagnóstico a partir de los hallazgos y las pruebas más contundentes sobre el calentamiento global, y que están relacionadas con el petróleo. El tipo mencionado lo reconoce. Es un gran avance que un plumífero de esta naturaleza reconozca que el calentamiento global se debe al petróleo. Pero resulta que las consecuencias analíticas y políticas que se desprenden de ese diagnóstico no llevan a plantear el abandono del patrón civilizatorio actual, sino de mantenerlo. ¿Y mantenerlo cómo? Dice este individuo que para encontrar una solución energética, Estados Unidos debe contratar a los 10 mil o 15 mil científicos que en el mundo saben de energía, se los lleve a ese país, los introduzca en sus laboratorios y, al cabo de pocos años, como por arte de magia esos miles de científicos van a ofrecer otro paradigma energético. Eso es un milagro. El problema es cómo lo van a producir. Ahí está planteado el meollo del asunto, porque queda claro que la civilización capitalista no va a renunciar a su modelo de vida y para que este modelo funcione se necesita, en primer lugar, del petróleo, además de muchos otros recursos materiales. En consecuencia, debe extraerse hasta la última gota de petróleo donde quiera que se encuentre y por ello se anuncian grandes negocios presentes y futuros, que están relacionados, por ejemplo, con el derretimiento del polo norte, una gran noticia para los empresarios del petróleo.
En el capitalismo hasta las desgracias se convierten en una mercancía, como lo ha demostrado Naomi Klein. Y con respecto al petróleo, en Estados Unidos se debate desde hace unos años en el Parlamento si se vuelve a perforar en zonas que estaban vedadas, como en Alaska y otros lugares. Los miembros del partido Republicano dicen “que se perfore”, porque son puros cuentos de los ecologistas aquello que el “petróleo se va a acabar” y que “destruye el medio ambiente”, porque los ecologistas son comunistas disfrazados –son como las sandias: verdes por fuera y rojos por dentro- que hasta se han tomado la Casa Blanca. John McCain, un personaje que fue candidato presidencial en el 2008, es famoso porque alguna vez afirmó “Baby, perfora, perfora”, para indicar que debe extraerse petróleo donde quiera que se encuentre, sin preocuparse de las consecuencias. A esos personajes, “enfermos y sedientes de petróleo” no les interesa que se esté derritiendo el Polo Norte, porque eso implica una acceso fácil y expedito a lo que se supone es una gran reserva de petróleo.