Sebastián Hernández tiene 39 años, es el presidente de la Cámara de Fruticultores de Allen y uno de los pocos jóvenes productores que quedan, la mayoría de ellos rozan o han superado los 65 años. El aumento exponencial de la producción hidrocarburífera se desarrolla al ritmo de una crisis del modelo productivo sin parangón. La encrucijada que genera el avance extractivo sobre las tierras productivas abrió una brecha en la que muchos debates fluyen con la fuerza de intereses contrapuestos.
Por OPSur*.- La sala de la Cámara de Fruticultores de Allen está vacía, es cercano al mediodía. Sebastián Hernández llega agitado, claramente se hizo unos minutos del trabajo para atendernos. Con sus manos curtidas y los dedos entrecruzados sobre la mesa se alista a escucharnos y respondernos sobre la realidad que atraviesa el sector ante el avance extractivo.
-La industria hidrocarburífera en Allen llega a fines de los años ’60, mientras que la fruticultura venía desarrollándose desde las primeras décadas del siglo XX. ¿Tenés referencias de cómo fue esa primera relación entre ambas actividades?
SH: Desde que tengo noción del tiempo como que [la actividad hidrocarburífera] pasaba desapercibida. Había alrededor de veinte, veinticinco pozos, la mayoría estaban en la misma parcela y no se notaba mucho. No había una incidencia, no los veías por todos lados, no había el movimiento que se ve hoy, por ejemplo. No nos influía porque no la veíamos, no había trato alguno, únicamente con el arrendatario, el que le daba el lugar; pero no había trato alguno con la comunidad en general.
-¿Y cuándo lo empezaste a notar?
SH: Hace dos años más o menos, que fue cuando se empezaron a instalar y a hacer más movimiento. Antes en la ciudad no veías una camioneta petrolera, no veías un camión petrolero, y hoy se ve cotidianamente, ya un poco es como si vieras transitar a los productores. Se nota ese boom.
-¿Los productores te comentan cómo es la relación con la empresa en la cotidianidad?
SH: Comentarios de productores he sentido y muchos. En algunos casos satisfactorios, contentos por cómo les iba, porque les pagaban; y en otros casos, mal porque no le pagaban, porque estaban atrasados. Y la verdad es que si esa gente puso un pozo es porque tenía necesidad de máxima urgencia, no le daban los costos en la fruticultura y lo que generaba no le alcanzaba ni para vivir.
Nosotros no tenemos ninguna ley, ningún mandato desde el que podamos decirle al productor que no haga o que no deje entrar a las empresas petroleras a sus chacras, son propiedades privadas y ellos deciden qué hacer con la chacra. En base a eso es que el productor que decide incorporar a sus tierras explotación de hidrocarburos no tiene defensa en la Cámara. Esta es la Cámara de Fruticultores, que trabaja sola y exclusivamente por los productores que producen, y esto no es solamente para los hidrocarburos, también para los loteos. El productor que quiere lotear la chacra, acá no tiene ninguna defensa, ningún acompañamiento, porque creemos que la cantidad de hectáreas que van decayendo en lo que es urbanización y lo que tiene que ver con hidrocarburos, nos genera debilidad.
-¿Por qué considerás que se da el avance de la frontera inmobiliaria y el de la frontera hidrocarburífera? ¿En qué condiciones encuentra al productor frutícola?
SH: El problema viene de muchos años anteriores, porque nunca hemos logrado tener un precio en la fruta. Al no tener un precio en la fruta el productor está vendiendo a consignación, a doce meses, y realmente las empresas les pagan lo que quieren. Y el precio lo pone la empresa. Lo que queda [al productor] es lo que queda de la venta menos todos los costos que tiene de embalaje, cajas, etc…
-¿Y no regula el Estado?
SH: No, el Estado no está regulando el precio de la fruta, pone un precio tentativo, que sería el costo de producción, pero no lo impone. Y de esa manera es que el productor ha venido decayendo, no tiene la economía que quiere tener, no es rentable, y al no ser rentable empezamos a cambiar, por ahí, la manera de pensar. Y en muchos productores, al no poder mantener a la familia… porque antes con una chacra vivían tranquilamente los hijos, los padres, todos. Hoy, los padres tratan de mandar a los chicos a estudiar, a salir a ejercer otra carrera que no sea la de fruticultura, y eso lleva a que tenemos un promedio de edad en los productores de 65 a 70 años. Somos pocos los productores que quedamos jóvenes, van quedando productores viejos y ya no tienen la misma fuerza para trabajar, la misma iniciativa, el mismo pensamiento de futuro.
Eso hace que se decaiga en el sentido de lo económico, y lamentablemente es ahí donde entran todas estas oportunidades.
Si uno mira las chacras que se han loteado, son todas de productores que no han tenido posibilidad de seguir viviendo dignamente y alquilan una parte a un precio que es diez veces más de lo que sale una hectárea para producir. Se está pagando 450, 500 pesos por mes por hectárea para producir, y la petrolera ofrecía entre 4500 a 5000 pesos la hectárea por mes. Realmente a un productor que ya es jubilado, que no le alcanza con la jubilación, y anda muy mal económicamente… ahí es donde empieza. Hoy no puedo decir que el hidrocarburo esté matando la fruta, lo que sí puedo decir es que implica un cambio grande en el movimiento de lo que es la fruticultura en Allen.
-¿Es un peligro la industria hidrocarburífera para la fruticultura?
SH: Mientras se regule y se mantengan todas las seguridades que se necesita, creería que no. El problema es que de parte de los gobiernos no hay regulación, no hay inspecciones cotidianas -ver cómo van haciendo los pozos, cómo van perforando- y como siempre pasa, se hace lo más barato y no lo correcto.
En algunas situaciones hemos encontrado irregularidades que las hemos hablado, hasta denunciado. Nos pasó con un pozo en el que se trabó una cabeza [trépano] allá abajo, después nos explicaron que le habían echado cuarenta mil litros de gasoil para destrabarla. Cuando yo, con lo poco que sé, sé que hoy la medida superadora es el nitrógeno líquido, que es lo que hace que destrabe abajo y no el combustible, que en sí es contaminante. Ellos dijeron que sí, que tendrían que haber usado eso, pero es diez veces más caro que el gasoil y todavía no tienen disposición en contra de usar gasoil.
Después, la otra, con los camiones que llevan el barro que sale de las perforaciones, las bateas, los contenedores, no venían tapados y en una entrada de Allen -donde había lomos de burros, reductores de velocidad- vuelca una parte de ese barro con crudo, que fue mínima, tampoco todo el contenedor. Lo fotografié, lo filmé, lo denuncié a la policía, a Medio Ambiente. Y hoy, a registro de eso, veo los camiones todos con tapas contenedoras para que no haya ningún derrame. Entonces, si se podía hacer eso, había que hacerlo antes de que pase una cosa así.
-¿Hay controles de la Secretaría de Medio Ambiente? ¿Ves inspectores?
SH: Los pozos los vemos cotidianamente, están entre medio de las chacras. En las chacras uno circula constantemente y no se ve un seguimiento. La única función que cumplió [la Secretaría de Medio Ambiente], creo yo, fue cuando hubo esa trabada de pozo. Ahí sí vinieron y nos mandaron a unos cuantos productores más a analizar el agua de pozo para ver si había habido contaminación. Ese fue el único momento que vi movimiento de parte de la Secretaría de Medio Ambiente, de parte del Estado.
“Nos produce miedo de que con esta incorporación de hidrocarburos en algún momento nos pongan trabas para poder comercializar frutas”
-¿Qué resultados les dio el estudio?
SH: Hasta ahora no me vinieron a mostrar los resultados del agua que habían sacado de la chacra. Eso lo tendrán que hacer público, porque es algo de interés público, la mayoría nos preocupamos.
-Acá están desarrollando tight y se utiliza fractura hidráulica. ¿Escuchaste hablar de la fractura hidráulica?
SH: Sí, los he escuchado a ellos y los he escuchado a los que protegen el medio ambiente, he visto videos, he visto información de otros países sobre lo que está pasando, los reclamos que hay. Y ese miedo se genera en que acá puede suceder algo malo. Si hoy me preguntás, no pondría las manos en el fuego porque no sé lo que podría llegar a pasar entre medio de esta actividad. Siempre hemos dicho que a nosotros nos han ido llevando al punto de tener una fruta inocua, sin contaminantes ni nada de eso, porque es comida. Y sobre esto nos han hecho hacer certificaciones de toda clase para llegar al mundo con fruta de buena calidad y sin residuos tóxicos. Quiere decir que hoy estamos con certificaciones que no te dejan ni tirar ni un litro de gasoil ni de aceite al piso. Por ejemplo, en Europa hay determinaciones que marcan que para producir hay que estar a más de 500 metros de toda la contaminación que se genera en una autopista. Y eso nos produce miedo de que con esta incorporación de hidrocarburos en algún momento nos pongan trabas para poder comercializar frutas que esté cerca de pozos de gas o de lo que sea.
-¿La empresa se acercó a comentarles cómo realizan la extracción, con qué métodos?
SH: Sí, sí, lo hemos charlado. Se les pidió que como la fruticultura hace una certificación de medio ambiente, que ellos también hagan una certificación de medio ambiente, porque esto no ha sucedido nunca, entre las dos actividades, que haya una certificación o que haya un estudio del impacto ambiental, estando las actividades una al lado de la otra. Qué puede suceder, qué beneficios o qué contras puede tener esto. Eso se lo pedimos para que se trabaje en conjunto, porque de ésa manera podemos dictaminar si realmente podemos llegar a tener problemas a futuro o no. Porque la verdad es que cuando vienen [las petroleras] a una chacra, [para nivelar el terreno y perforar un pozo] le echan caliza, sacan todas las plantas y esa tierra ya no es más productiva. La empresa se va, levanta todo, y esa tierra no va a ser más productiva. Entonces, lo que nosotros tratamos con esto es ver qué impacto va a generar en el tiempo esta situación.
No nos olvidemos que ahora hay casi ciento cincuenta pozos en Allen y, por lo que hablamos con la empresa, vienen por muchos más, y verdad es que eso nos preocupa, porque nos complica en la actividad. No solamente por lo que pueda contaminar o no, porque no lo sabemos, porque es todo nuevo tanta cantidad, y haciendo hidrofractura, antes era todo pozo convencional. No tenemos registros de qué pueda pasar acá pero no queremos estar llorando después de que pasa. Queremos que se tomen los recaudos que se necesitan para que esta actividad no complique más todavía la fruticultura, que está complicadísima en lo económico.
Yo fui clarito con la empresa, le dije: “Mientras que ustedes hagan las cosas como se deben, conmigo no van a tener problemas, más allá de que nos los quiero. Pero el día que los encuentre en algo raro, los voy a denunciar. Están invadiendo una zona productiva con pozos, moviendo maquinaria pesada, ustedes son los que tienen que entrar con cuidado, tratando de hacer las cosas bien”. Si nosotros dejamos pasar en alto esto, un día de estos tiran un contenedor en el medio de la calle, en el medio del pueblo, y uno no quiere eso. Antes lo desviaban tres, cuatro kilómetros, y de a poquito fueron avanzando, como nadie les dice nada, hoy están pasando al límite. No quiero ver un día de estos que cruce un camión con esta batea por la ciudad, porque es de riesgo.
Tenemos calles que las destruyeron cuando vinieron con los camiones a hacer sísmica, las dejaron hundidas cuando estaba Apache, no hubo mantenimiento. Eso también se lo reclamamos a la empresa, pero ellos dijeron que tienen una calle que es la principal y que a esa la van a mantener. Si uno mira las calles principales, tampoco les han dado mucha bola, están con pozos, esas cosas no arreglan, no miran. Lo que han hecho, sí, es romper las rutas alternativas que teníamos para pasar los caños; las han arreglado pero no quedaron como estaban. Y son rutas paralelas a la ruta 22, que nosotros tenemos, para llevar nuestra fruta, para que no haya tanto problema de tráfico.
“El presidente del Deliberante nos dijo: “Pero si ahora con la tecnología que hay pueden ir a producir a la barda”. ¿Te imaginás? Teniendo un valle tan fértil, regado con canales y todo, ¿que te digan eso?”
-Con Apache, ¿había diálogo?
SH: Cero diálogo con Apache, desde que está YSUR recién se empezaron a acercar a la comunidad. Antes no había acercamiento de las empresas petroleras y tampoco había mucho movimiento.
Nos pusimos a charlar con la empresa por el hecho de que los productores quisieron charlar. Si me preguntás a mí, yo no voy a dejar meter un pozo de petróleo en mi chacra. Yo no quiero nada de hidrocarburos en la chacra, prefiero arrancar las plantas, dejar todo limpio, dedicarme a trabajar en algo y mantener la chacra de esa manera, pero nunca voy a dejar entrar. Pero es mi pensamiento, porque no quiero destruir la tierra, porque es ya un problema de sentimientos más que económico. Hemos peleado tanto con la urbanización, porque hemos llegado hasta a un Plan Rector para que no nos avancen. Hemos tenido, por ejemplo, al presidente del Concejo Deliberante que nos dijo: “Pero si ahora con la tecnología que hay pueden ir a producir a la barda”. ¿Te imaginás? Teniendo un valle tan fértil, regado con canales y todo, ¿que te digan eso?
Uno sabe que el hidrocarburo, más allá de que nosotros nos pongamos en contra, es lo que más reditúa a la Provincia, la fruticultura casi no le da nada, porque de ingresos brutos y todas esas cosas estamos exentos. Uno puede entender que todas estas regalías que vienen de parte del hidrocarburo no las consigue de otra manera y por ahí es el fuerte que la Provincia pelea y la fruticultura va quedando a un costado. Pero la verdad es que los sesenta y pico mil puestos de trabajo que genera la fruticultura nunca los va a dar el petróleo. Entonces va a ser un problema mucho mayor dentro de unos años si no cuidamos la producción. Porque es impresionante la mano de obra que se genera. Nomás en Allen hay más de quince mil puestos de trabajo.
“La verdad es que los sesenta y pico mil puestos de trabajo que genera la fruticultura nunca los va a dar el petróleo. Entonces va a ser un problema mucho mayor dentro de unos años si no cuidamos la producción.”
-¿Cuánta es la tierra dedicada a la fruticultura en la región?
SH: Cuarenta y un mil hectáreas en todo Río Negro, y seis mil, casi seis mil quinientas hectáreas en Allen.
-¿Sabés cuánta es la tierra afectada hoy a la industria de hidrocarburos?
SH: No, de hidrocarburos no tengo noción. Por lo que sé, han agarrado parcelas de una hectárea, si vamos a hablar en proporción de la cantidad de pozos que hay, y… podés estar hablando de que son ciento cincuenta pozos a una hectárea por pozo, son ciento cincuenta hectáreas. Es más o menos el cálculo, porque se usa una hectárea para poder meterse y hacer el pozo, de lo que vemos: las torres y todas esas cosas.
-¿Hay mucho loteo de chacras?
SH: Sí, se están loteando cantidades de chacras, es que hoy es el boom. Si te vendo mi chacra para producir, no te la puedo vender a más de quince, veinte mil dólares la hectárea, depende de la producción que tengas y de cómo la tengas implantada. Si es para lotear le sacás cincuenta mil dólares. Un viejo de 65, 70 años, agarra 50 mil dólares por una hectárea, tiene diez hectáreas, ¿sabés que hace con eso? Se compra una casita en el pueblo, chiquita, y vive el resto de su vida tranquilo. Entonces, cómo vos podés pelear con eso. Hoy una tierra al frente de la Ruta 22, para un emprendimiento que no sea fruticultura, se está vendiendo en 80 a 100 mil dólares la hectárea. Es una fortuna de plata para el productor.
Se nos ataca de los dos lados [hidrocarburos y loteos] y la debilidad del productor, al no tener sustento económico, hace que dependamos de esas cosas. Es un problema, porque cada mes quedamos menos productores y ya va a llegar un momento en que va a ser insostenible. Si uno mira Cipolletti, Fernández Oro, ya han pasado a ser mucho más ciudad dormitorio. Porque conviene comprarse un terrenito en estos lugares y no en Neuquén, que te matan en la cabeza. Y eso ha hecho que haya crecido y se está trasladando algo acá.
Ahora, lo que va a afectar, y no dentro de mucho, va a ser lo económico. Ya estoy viendo alquileres que se fueron a las nubes, como saben que los petroleros pueden pagar, levantan los alquileres y después a la gente de acá le cuesta alquilar. Se infló todo y la gente que vive en la chacra, la que trabaja en la chacra, te dice: “Che, yo no puedo estar cobrando esto”. Ya se quieren acercar a una petrolera. Creo que en un año más se va a notar muchísimo todo eso.
-De hecho, de eso se quejaban los productores de El Chañar.
SH: De que no tenían gente… eso es lo que va a pasar acá. Porque [las petroleras] entraron con tanta fuerza que yo creo que va a pasar eso. Yo veo a muchos familiares, hay primos míos que tienen chacra y están trabajando arriba de un camión en la petrolera.
*La entrevista fue realizaba en el mes de marzo, meses después los productores de Allen tomarían en dos oportunidades (varios días en cada una de ellas) los pozos gasíferos en el marco de una protesta del sector. A su vez una explosión de un pozo afecto nuevamente a vecinos y contamino pequeñas lagunas naturales. La empresa YSur intentó compensar a los vecinos económicamente a cambio de un compromiso de no reclamar más puesto en un contrato confidencial.
Novena nota de la serie Alto Valle Perforado, realizado en cooperación con la Fundación Heinrich Böll Cono Sur. Ver también:
–Alto Valle Perforado: postales de la desigualdad petrolera
–Basureros petroleros: cuando el remedio es peor que la enfermedad
-Tres razones para la desigualdad del barrio Valentina Norte
-Los primeros frutos del extractivismo