– Argentina, Arabia Saudí, Venezuela, han ofrecido adherirse a este texto de manera que sus industrias extractivas quedan salvadas
-La Unión Europea ampara un compromiso que reduce en medio grado, de 2 a 1,5, el incremento máximo de la temperatura pero que se olvida del fin del uso de combustibles fósiles en 2050
-“Ese objetivo, sin las herramientas oportunas para que la temperatura se mantenga por debajo resulta una declaración de intenciones sin compromiso”, analiza Alejandro González de Amigos de la Tierra
Raúl Rejón.- Los negociadores políticos del acuerdo sobre cambio climático que se ultima en la cumbre de París (COP21) están dispuestos a eliminar del texto elementos muy espinosos como la desaparición de los combustibles fósiles a cambio de firmar un objetivo común de calentamiento máximo de la Tierra, según han contado fuentes próximas a las conversaciones. Las mismas fuentes han explicado que el deseo de la Unión Europea por sacar adelante un compromiso ha hecho que se acepte la idea de los países productores de petróleo de rebajar el tope del calentamiento, a cambio de sacar del texto las referencias a la descarbonización de las industrias y el final de la extracción de combustibles fósiles.
Así que se “han eliminado la mayoría de huecos en blanco con opciones que contenía el último borrador escrito el sábado pasado y se está a la espera de una declaración del presidente de la COP21, Laurent Fabius”, han concretado desde las organizaciones observadoras de la conferencia.
Los discursos oficiales al comienzo de la cumbre pedían un incremento de la temperatura global de, como mucho, 2ºC en el año 2100 respecto a los registros preindustriales. Sin embargo, algunas partes y desde hacía algún tiempo pedían que se llegara a exigir 1,5ºC. Al parecer, esa idea es la que ha servido a los países productores para poner sus cartas sobre la mesa. “Arabia Saudí ha estado al frente del grupo de países petrolíferos como, por ejemplo, Venezuela”, contaban desde las negociaciones. Pero también Polonia por la parte de los productores de carbón o Argentina como nueva potencia de la extracción de gas y petróleo mediante el fracking.
Así que en apenas las 48 horas de reuniones de este lunes y martes, esos países con grandes industrias fósiles han ofrecido firmar un acuerdo que incluya horizonte a largo plazo del tope en 1,5 grados para que se retire de la mesa la “descarbonización” prevista para el año 2050 o 2100. Eso supone renunciar a producir energía a base de quemar combustibles como el petróleo, el carbón o el gas. La zanahoria ha sido esa rebaja de medio grado. A cambio, estados como Arabia Saudí, Venezuela, Argentina o Polonia (cuya postura está teóricamente subsumida en la voz unitaria de la Unión Europea) blindarían sus sectores de los pozos petrolíferos, el fracking o el carbón, respectivamente, según ha trascendido desde las mesas de negociación.
“Es incoherente que se coloque un horizonte lejano como el de 1,5ºC si luego las medidas que se adoptan van por otro camino. Si no se descabonifica, ¿cómo se va a conseguir ese objetivo al final del siglo?” reflexiona el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo Florent Marcellesi.
Si una cosa está teniendo la COP21 es que ha obligado a países que tradicionalmente miraban de reojo estas cumbres a acudir a presentar y defender sus posiciones. No les ha bastado con ignorar el encuentro. Venezuela o Arabia Saudí, grandes productores de petróleo, son dos ejemplos de ello. Esgrimen como argumento la “neutralidad energética”, que entiende que “ninguna fuente de energía es buena o mala por sí misma” y que hay maneras de hacer que las fuentes de energía sucia no influyan el balance de emisiones de gases mediante la captura de CO2 (tanto natural con los bosques y océanos como tecnológica) o la compras de emisiones a las industrias que contengan su volumen de contaminación.
Con esos mimbres, se evaporan algunos de los pilares que habian llegado a París a cambio de ofrecer un discurso de mayor contención del calentamiento global y, por tanto, de mitigación del cambio climático. Alejandro González, coordinador de la organización Amigos de la Tierra, ha asegurado que “parece que el acuerdo está encaminándose al límite del grado y medio de temperatura, en vez de los 2ºC, sin embargo parece que ese objetivo se reflejará en el texto a cambio de renunciar a los mecanismos necesarios para contener el calentamiento, como la descarbonización. El 1,5ºC sin las herramientas oportunas para que la temperatura se mantenga por debajo resulta una declaración de intenciones sin compromiso”.
Millones de toneladas al año
Arabia Saudía es el principal productor y exportador de petróleo del mundo (con 542 y 377 millones de toneladas de crudo al año respectivamente). Venezuela está en el top diez de ambas listas (151 y 98 millones de toneladas de crudo), según las estadísticas de la Organización Mundial de la Energía.
Argentina vio en 2010 cómo sus reservas de hidorcarburos convencionales no le bastaban para abastecerse y comenzó a importarlos. Sin embargo, las técnicas para extraer petróleo y gas encerrado en las rocas subterráneas (el fracking) cambiaron su perspectiva. El país suramericano es el segundo del mundo en cuanto a bolsas de esquisto (el mineral que se busca para sacar combustibles) tras China. Eso lo coloca como segundo país en reservas de gas y cuatro de petróleo. Polonia, por su parte, extrae cada año 137 millones de toneladas de carbón, lo que la coloca en el octavo puesto mundial, pero, además, es el décimo en cuanto a dependencia de este mineral para la producción de electricidad.
La incoherencia de la que hablaba Marcellesi se refiere a que la propia ONU ha indicado que el intento de mantener el calentamiento global en los 2ºC precisaba que hasta dos tercios de las reservas de combustibles fósiles que todavía estánintactas deberían quedarse en el subsuelo para no terminar convertidas en emisiones de gases de efecto invernadero al utilizarse en la producción de energía.
Los que han estado al cabo de la negociación cuentan que esta fórmula ha sido amparada e impulsada especialmente por la Unión Europea que ha aglutinado a “más de cien estados”. Para sacarla adelante, también se ha trabajado en habilitar un sistema flexible a la hora de convertir los compromisos en legalmente vinculante. Sin ir más lejos, EEUU se adhiere a la obligatoriedad de los mecanismos de revisión y evaluación del acuerdo pero no respecto a los niveles de emisiones (que haría que tuviera que pasar por una votación en las cámaras legislativas de incierto resultado). El propio secretario de Estado John Kerry “ha estado supervisando eso”, han contado los técnicos cercanos a las mesas de negociación. Con EEUU dentro del convenio, la cosa tiene mejor cartel que en Kioto donde, tras la firma del presidente Clinton, el protocolo nunca fue ratificado.