Medio siglo después de las luchas por la independencia, el norte de África vive una suerte de neocolonialismo en donde los gobiernos europeos y las empresas privadas de ese origen tienen un peso decisivo en las políticas nacionales. En materia energética Europa mira al Magreb buscando sumar, a futuro, fuentes hidrocarburíferas no convencionales, sin embargo la utilización del fracking ha despertado una fuerte resistencia local en una de las zonas más secas del mundo. La exigencia de una moratoria al uso de esa técnica se expande por la región.
Por Felipe Gutiérrez Ríos.
El Magreb, es decir, “el poniente” en árabe, es la zona del norte de África que comprende los territorios de Mauritania, Sahara Occidental, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. Tradicionalmente islámica, la región fue en 2011 la cuna de lo que en estos pagos se conoció como Primavera Árabe pero que allí se reivindica como la Revolución de la Dignidad, un movimiento democratizador sin precedentes que terminó expandiéndose por buena parte del mundo árabe. Por la misma época la zona era tocada por la varita mágica estadounidense: según la Agencia de Información de Energía (EIA) de ese país, la región tiene uno de los mayores potenciales de gas y petróleo de lutitas (shale). Mientras Libia era sindicada como el quinto país con mayores recursos técnicamente recuperables de shale oil fuera de EEUU., Argelia se ubicaba en el tercer lugar del ranking de shale gas, sólo por detrás de China y Argentina. A pesar de que dicho informe es ampliamente cuestionado, incluso desde sectores corporativos,[1] comenzó a ser esgrimido desde los gobiernos como argumento para la búsqueda de acuerdos con una serie de empresas europeas que permitieran desarrollar el sector no convencional en la región, particularmente en Marruecos, Túnez y Argelia.
En este último país las masivas y violentamente reprimidas protestas en contra de la utilización del fracking en el Sahara, iniciadas en enero, recorrieron los medios periodísticos del mundo y se pusieron en el centro del debate político, tanto a nivel regional como en distintos espacios internacionales. Así ocurrió durante el Foro Social Mundial 2015 realizado en Túnez, al que viajó un grupo de dirigentes de la región argelina de In Salah en busca de apoyos para su lucha. Durante el encuentro corrió el rumor de que habían llegado micros con gente pagada por el gobierno argelino para defender el fracking, finalmente ambos sectores se encontraron durante una actividad sobre resistencias a los no convencionales. “Hablar de shale es peligroso en Argelia”, comentaba el activista antifracking Fateh Titouche[2]. “Por ejemplo, ese señor que está sentado ahí, y me está grabando, es diputado de mi país”, señaló apuntando a un hombre sentado al final de la sala, el que preguntó si había algún problema con que estuviera grabando. “No, pero quería comentar las consecuencias que tiene hablar de fracking en Argelia”, respondió Titouche. Hacia el final de la mesa, la sala se fue llenando de argelinos. Cuando Titouche terminó su exposición, ambos grupos comenzaron a gritarse, acusarse unos a otros de antiargelinos y de trabajar para el Mossad, el servicio secreto israelí. Al final, la sala fue desalojada. Aunque el incidente no llegó a los golpes, a todos los presentes les quedó la amargura: en el Magreb recién comienza a hacerse fracking y sus consecuencias ya están a la vista.
Rebelión en el oasis
Argelia, quizás el país más icónico de la lucha contra el colonialismo en el siglo XX, es el más grande de África. Miembro de la OPEP desde 1969, es el principal productor de hidrocarburos del continente y su venta representa el 97% del valor total de sus exportaciones y el 26% de su PBI. Del total de la extracción, el 88% tiene como destino la otra orilla del Mediterráneo, lo que la convierte en una prioridad estratégica para la Unión Europea. Como otros países magrebíes, es una suerte de paraíso para las petroleras multinacionales. La vanguardia la ocupan las corporaciones privadas llegadas del norte, instaladas hace décadas en su territorio, como la española Repsol, la francesa Total y la francobelga GdF-Suez, entre otras. A la cercanía con las casas matrices y la mínima legislación ambiental del país, se suma un Estado caracterizado por altos índices de corrupción, fuerte dependencia de la renta petrolera y un nulo interés por la diversificación productiva (Platform London, 2014).
En ese marco, en 2013 el Congreso argelino votó por unanimidad la nueva Ley de Hidrocarburos. “Es necesario vincular el problema del fracking con la democracia en Argelia” señaló Fateh Titouche, miembro de la asociación Acción Ciudadana por Argelia. “La nueva Ley se aprobó a través de un doble discurso que lo permitió. La falta de democracia es el problema central del país”, afirmó refiriéndose a que los no convencionales no eran parte de la discusión durante la tramitación de la ley, y recién fueron permitidos a partir de una serie de enmiendas durante 2014.
Esgrimiendo argumentos como la baja del precio del petróleo así como del horizonte de reservas del país, junto a un explosivo aumento de la demanda interna, el gobierno argelino impuso la meta de aumentar la extracción de hidrocarburos en un 20% para 2019, a través de la explotación de yacimientos de gas y petróleo de lutitas (La Verdad, 4/5/2015). El 31 de diciembre de 2014 un Consejo extraordinario de Ministros aprobó el primer plan piloto de shale, lo que detonó masivas movilizaciones de carácter pacífico, que tuvieron como epicentro a la ciudad de In Salah, un oasis del Sahara en el centro-sur del país. La represión policial dejó un estudiante asesinado, lo que intensificó la movilización.
En un intento por minimizar las manifestaciones varios ministros visitaron la zona. Titouche contó que esto volvió a avivar las protestas debido a la actitud que tuvieron los miembros del gabinete, que trataron a la población de ingenua. Mientras reconocían que el fracking pudo haber ocasionado impactos negativos en otros países, esos estaban controlados en Argelia. El problema central en la zona, así como en todo el Magreb, es que el estrés hídrico es permanente y las napas de agua no son renovables en una de las zonas más áridas del mundo. Así, la competencia por el agua que supondría el fracking, además de los riesgos ciertos de contaminación, ponen en peligro tanto la actividad productiva ganadera y agricultora de la población local, como la sobrevivencia misma de estas personas (Attac y Frack Free Europe, 2015).
Las exploraciones continuaron a pesar de la masificación de las protestas que incluyeron la ocupación de la plaza mayor de In Salah y el bloqueo de pozos. Con excepción de la capital Argel, donde fueron prohibidas, las manifestaciones se repitieron en las principales ciudades del país exigiendo una moratoria al fracking. Líderes de la movilización recordaron las pruebas nucleares realizadas por el gobierno francés durante la década de 1960, en plena guerra de independencia, en Reganne, distante a 200 kilómetros de In Salah (Open Democracy, 13/02/2015). “Somos conejillos de india”, sostuvo Titouche; “Argelia tiene reservas convencionales y a pesar de eso quieren promover la explotación de lutitas, lo que demuestra que estamos sometidos a las potencias extranjeras. Por eso dicen que Paris es la segunda capital de Argelia”.
El tsunami marroquí
Socio comercial estratégico de Europa, Marruecos es uno de los destinos “más atractivos del mundo en términos de inversiones relacionadas con la exploración de petróleo”, según Gerard Lane, director financiero de la compañía norteamericana Kosmos Energy (Attac y Frack free Europe, 2015). Como sus vecinos, el país combina la ausencia de regulación ambiental con una nula transparencia en los contratos en un marco de alta corrupción, lo que se convierte en una triada muy atractiva para la inversión petrolera.
“Cuando se supieron las proyecciones de gas de lutitas, el gobierno empezó a decirle a la gente que iban a hacerse ricos como los saudíes”, contó Mohamed Benata, además aseguró que el gobierno pretende avanzar con los no convencionales “como un tsunami”. Presidente del Espacio de Solidaridad y Cooperación con el Oriente (ESCO), llamó también la atención sobre los posibles riesgos en un territorio donde todas sus napas de agua se encuentran interconectadas. Coincidió con su colega argelino, en que el avance de proyectos para la explotación de yacimientos no convencionales habla de un problema de la democracia, Marruecos es considerado por Europa como el país modelo en la región, para la inversión. “Creo que en el Magreb deberíamos dar una respuesta contundente al fracking y condenarlo de la misma manera que se condena al terrorismo yihadista”, concluyó Benata.
A finales de 2012, ESCO fue uno de los organizadores de la Conferencia Internacional de la ciudad marroquí de Oujda, uno de los primeros hitos de la organización del movimiento regional contra el fracking. En dicha ocasión organizaciones de distintos países del norte de África hicieron un llamado a sus gobiernos a “optar por el principio precautorio y trabajar por el interés general de los pueblos prohibiendo el uso de esta tecnología de fracturación hidráulica”.
Túnez y la promesa del autoabastecimiento
En Túnez, en tanto, desde el inicio de las protestas populares de 2011, que terminaron con los 24 años de dictadura encabezada por Ben Alí, se han sucedido seis gobiernos. “Cada uno ha llegado con su propia agenda energética, la del actual es el fracking”, contó Khaoula Chikhaoui de la organización juvenil Raj-T. Sin las reservas de sus vecinos Libia y Argelia, el discurso pro fracking avanzó en el país de la mano de una supuesta autosuficiencia energética. “Los argumentos que siempre usan es que la producción petrolera está bajando en el país y que tenemos recursos y reservas de gas, por lo que sería algo positivo respecto de la independencia energética del país, así como para dar una garantía de que el Estado puede pagar la deuda [externa]. Dicen que es como un respaldo financiero tener esa riqueza”, había explicado Sabria Barka de la organización Ecoconscience, al portal mexicano Hijos de la Tierra (febrero 2015).
La primera fractura en lutitas en Túnez la realizó en 2010 la anglo-francesa Perenco en el campo de El Franing. Según relató Chikhaoui, la inversión fue promovida por el Banco Africano del Desarrollo, símil del BID en ese continente. Actualmente el conflicto se centra en la región de Kairouan -a unos 150 kilómetros al sur de la capital Túnez- donde, según anunciaron las autoriades en 2012, la anglo-holandesa Shell y petrolera estatal ETAP, proyectan la realización de 742 pozos en un período de 50 años (Greenprophet 13/12/2013). “Un problema muy grave es que estos acuerdos nunca son transparentes, y los gobiernos tienen mucha cercanía con las compañías. El Primer Ministro Mehdi Jomaa, que el año pasado aseguró que avanzarían con el fracking a pesar de las críticas, proviene de la industria petrolera y así pasa con muchos otros ministros”, comentó Khaoula Chikhaoui. “Cuando nos enteramos por la prensa del acuerdo con Shell, fue cuando la sociedad civil en Túnez que se estaba moviendo, como las asociaciones ambientales y de Derechos Humanos, cogieron esta temática y se dieron cuenta del peligro y de los grandes riesgos sanitarios y ambientales”, relató, por su parte, Sabria Barka a Hijos de la Tierra (febrero 2015).
Mientras las protestas por la utilización de agua para el fracking se masifican en el Norte de África, la agenda público-privada de los no convencionales pareciera avanzar a través de la represión a sus detractores. Detrás de los discursos de la autosuficiencia, el tsunami energético y la independencia económica, se ocultan intereses extranacionales, que buscan sumar fuentes hidrocarburíferas para contrarrestar la dependencia energética europea de otros países, como Rusia. El paquete tecnológico del fracking muestra en el Magreb su perspectiva neocolonial y recuerda una frase célebre adjudicada a Porfirio Díaz. ¡Pobre Magreb!, tan lejos de dios y tan cerca de Europa.
Fuentes Consultadas:
Attac y Frack Free Europe, 24/03/2015; Los Hidrocarburos no convencionales en el Magreb, un ecocidio anunciado
Bloomberg (Marek Strzelecki), 21/03/2012; Poland Says Shale Reserves May Be 85% Below U.S. Estimate
Declaración de la Conferencia de Oujda, 08/12/2012.
Greenprophet (Linda Pappagallo), 13/12/2013; Shale gas and fracking lies exposed in Tunisia by local bloggers.
Hijos de la Tierra, febrero 2015; Entrevista con Sabria Barka.
La Verdad (Alexia Rivera), 4/5/2015; Argelia: la industria petrolera en la cuerda floja.
Open Democracy (Rashida Lamri), 13/02/2015; Protests in Algeria intensify as shale-gas drilling continues.
Platform London (2014); Reinforcing dictatorships, Britain´s gas grab and human right abuses in Algeria.
U.S. Energy Information Administration (EIA) (2011); World Shale Gas Resources: An Initial Assessment of 14 Regions Outside the United States.
[1] Por ejemplo, un estudio polaco redujo en un 85% los recursos que la EIA había calculado en ese país y aún hoy se duda que ese 15% realmente pueda ser recuperado (EIA 2011; Bloomberg 21/03/2012)
[2] Las citas de Fateh Titouche, Mohamed Benata y Khaoula Chikhaoui fueron tomados de la mesa “Resistencias Globales al gas de lutitas”, durante el Foso Social Mundial 2015.