Esta es una perspectiva que está muy presente en los discursos de la presidenta argentina, Cristina Fernández, cuando denuncia el capitalismo financiero, el “capitalismo de casino”, ponderando, como decís vos, a este “otro” capitalismo, que en Argentina podría identificarse con el período de industrialización por sustitución de importaciones…
Esa es una teoría que domina en gran parte los países de América Latina. En algunos casos esas posturas han llegado al ámbito gubernamental y en otros se siguen moviendo en ciertos círculos académicos. El gran problema de esta perspectiva radica en que trata de presentar una dicotomía, cuando en el mundo real lo que hay es una interpenetración de todos los capitales. Y no hay tal carácter “positivo” del capitalismo industrial, porque se deja de lado una cosa que es fundamental en la recomposición capitalista en los últimos 35 años: la restructuración del mundo del trabajo. Y esta restructuración está recurriendo a los peores métodos en la historia del capitalismo, en que se ha restituido, por ejemplo, la esclavitud en muchos lugares del mundo, o formas encubiertas de esclavitud. Se han destruido las conquistas de los trabajadores en todos los terrenos, se ha flexibilizado el mercado laboral, y de eso se ha beneficiado el capitalismo productivo y el capitalismo financiero. No hay diferencias notables en este terreno. Es decir que parte de la financiarización se apoya en la restructuración del mundo del trabajo y en la superexplotación. Por eso, la tesis mencionada resulta demasiado ingenua, por decir lo menos, porque no tiene en cuenta esa interpenetración entre el capital financiero y el capital industrial. Se puede decir que se ha consolidado un modelo de capitalismo, al que yo llamo “gansteril”, que imita a todos los métodos típicos de la mafia, pero no solamente en el ámbito financiero, sino en todos los sectores de la actividad económica. Eso atraviesa, si pudiéramos hacer esas separaciones que ya no existen, al “capitalismo comercial”, al “capitalismo financiero”, al “capitalismo exportador” y al “capitalismo industrial”. En todos los ámbitos, el capital se ha beneficiado de la explotación intensiva de los trabajadores. Lo más significativo radica en que a partir de esa explicación dicotómica se propone el regreso a un keynesianismo tradicional, típico del Estado de Bienestar, como si nada hubiera pasado en estos 35 años de historia. Es incluso la exégesis en muchos países de la llamada “burguesía nacional”, para que vuelva a colocarse al frente de un proyecto, no se sabe de qué tipo, porque ni siquiera ahora se habla de “industrialización”, sino más bien de un neodesarrollismo-extractivista, al frente de cual estarían estas burguesías nacionales, que encarnarían ese modelo de capitalismo “positivo”.
Fuente: fundacionbases.org
Estas dos explicaciones tienen algunos problemas de tipo teórico, pero también de tipo histórico, porque ambas piensan al capitalismo de manera coyuntural. En otros términos, el capitalismo sería un sistema que se analiza en cada coyuntura de manera separada, sin tener en cuenta su movimiento estructural. Y aquí sí me parece que es fundamental una visión histórica, que ayude a entender cómo ha sido el desenvolvimiento y la restructuración del capitalismo, por lo menos en los últimos 40 años. Algunos autores, situados en la perspectiva de la crítica de la economía política, resaltan este elemento, para decirnos que estamos en una fase histórica caracterizada por una crisis permanente del capitalismo. Al respecto, se presenta un debate entre los que siguen hablando de ondas largas y los que dicen que ya no se puede seguir utilizando esta categoría. También se debate cuándo se puede localizar el origen de la crisis, y cuál es su naturaleza. Me parece importante reivindicar las visiones que señalan que estamos ante una crisis no financiera, sino una crisis de sobreproducción, ante una crisis capitalista de realización y, por lo tanto, es necesario remitirse a lo que ha sucedido en el ciclo capitalista en los últimos 40 años. En esa perspectiva, se recalca que hay una crisis de sobreproducción que se inició en 1967, pero que se agudizó, se hizo pública, por decirlo así, en 1973, y que el capitalismo no ha podido solucionar. Y las tres soluciones que ha intentado poner en marcha, han sido fallidas. ¿Cuáles han sido las tres soluciones? El neoliberalismo, la globalización, y la financiarización. Estas tres soluciones en lugar de atenuar la sobreproducción, la han aumentado de varias maneras. Por ejemplo, el neoliberalismo ha reducido la capacidad de consumo de la población y la ha segmentado de tal manera, que millones de personas han quedado al margen de conseguir hasta las cosas elementales que permiten sobrevivir, lo cual ha dejado sin vender una gran cantidad de mercancías. ¿Por qué la globalización tampoco ha sido una solución? La expansión mundial del capital ha incorporado a zonas que hasta ese momento no estaban integradas al capitalismo y estas regiones se han vinculado mediante la producción de más mercancías, con salarios mucho más baratos, con condiciones de trabajo esclavistas o semi-esclavistas, con lo cual ha aumentado la producción y hoy se ofrecen muchos más objetos mercantiles al mercado mundial. Y, por último, la financiarización ha sido un intento de escaparse a la inversión no productiva, para obtener ganancias esporádicas, pero muy limitadas, que no se corresponden con transformaciones productivas que finalmente han llevado a la hipertrofia financiera y a las burbujas de especulación que cada vez estallan con más frecuencia y con efectos más destructores, como lo podemos apreciar en la actualidad.
Estas soluciones han sido ficticias y tarde o temprano tenía que reaparecer la vieja crisis, por decirlo de alguna manera. Se hace necesario recordar que la actual es una crisis de sobreproducción, de inventarios, porque existe un mayor volumen de mercancías como resultado de las transformaciones tecnológicas que se han incorporado al ciclo capitalista. Me parece que esta explicación es mucho más lógica y coherente, porque muestra el origen de la crisis en el modo de producción capitalista, en sus contradicciones, y nos recuerda que las crisis no son algo aleatorio, sino característico del capitalismo. Sin embargo, esta explicación, para mí, si se deja exclusivamente en el ámbito del ciclo económico, es incompleta. Porque no comprende lo nuevo que emerge en esta crisis. La novedad estriba en que no es una mera coincidencia que, al mismo tiempo, esta crisis capitalista venga acompañada, de manera paralela, con la irrupción de otras crisis. Y eso hace alusión a una nueva característica del capitalismo: la crisis no puede verse en términos estrictamente económicos, mucho menos en términos financieros, porque eso significa desconocer otras realidades, otras crisis que emergen y cuya coincidencia, a mi modo de ver, no es accidental.