Por OPSur.- La publicación del cuarto número de la revista nos invita a una reflexión, a mirar el camino recorrido para poder avanzar. La primera edición de Fractura Expuesta, en 2012, tuvo como objetivo darle unidad a una serie de artículos sobre la técnica de fracking y sus impactos y difundir las experiencias de oposición en Francia y el Reino Unido. No se trataba sólo de un primer acercamiento ante la nueva frontera que el descubrimiento de Vaca Muerta anunciaba, era también nuestra respuesta a la necesidad de contar con una herramienta de intervención para promover en el país un debate urgente. La segunda edición, al año siguiente, mantuvo la tónica de reunir notas previamente publicadas y organizarlas bajo un concepto que sintetizara el contexto: Invasión Fracking. Salimos a enfrentar la estrategia de blitzkrieg, para instalar el consenso de los no convencionales, desplegada por empresas, gobiernos y órganos pretendidamente técnicos. En ese número se ahondó tanto en las políticas globales de promoción del shale del gobierno de EE.UU., como el rol de Chevron y el Plan Estratégico de YPF, que recientemente había pasado al control estatal. Indagamos en la experiencia de reforma del marco regulatorio de Ucrania para habilitar la explotación de lutitas y seguimos atentos las repercusiones de la prohibición del fracking en Francia.
La tercera edición, Última Gota, introdujo un elemento nuevo, por primera vez Fractura Expuesta fue pensada como una revista, es decir, hubo una discusión del sumario previa a la redacción de las notas. En esa oportunidad el objetivo fue poner a los no convencionales en perspectiva latinoamericana; y al mismo tiempo, a partir del trabajo en conjunto, fortalecer las redes de resistencias tejidas con las organizaciones que hicieron posible ese número. Si Vaca Muerta se había transformado en laboratorio para promover el shale en la región, la oposición al fracking forjada en la diversidad de organizaciones y espacios, también debía trascender las fronteras nacionales.
Creemos necesario mirar más allá del shale y de las arenas compactas, ver el bosque y no tan sólo el árbol
En esta oportunidad volvemos con Horizontes Extremos, apostando una vez más a que la revista sea una herramienta para el debate y la acción, y también una construcción colectiva. En esta edición ampliamos la mirada hacia las energías extremas, sin perderle pisada a los proyectos de lutitas y a las iniciativas nacionales y supranacionales para promover su desarrollo en América Latina. También indagamos en los proyectos de transformación del espacio a partir de la planificación de ciudades funcionales a la explotación de yacimientos no convencionales, y cruzamos el Atlántico para hacer foco en la avanzada frackinera sobre el norte de África. Pero creemos necesario mirar más allá del shale y de las arenas compactas, ver el bosque y no tan sólo el árbol. Por eso consideramos imprescindible hablar de energías extremas. Más allá de las promesas de abundancia con que se promueven los diferentes proyectos, estamos ingresando a un contexto donde la extracción de hidrocarburos entraña mayores riesgos geológicos, ambientales, sociales y económicos.
Nos referimos al avance sobre reservorios poco estudiados, que durante décadas fueron desestimados por diferentes motivos, o incluso por la suma de ellos: se encuentran a grandes profundidades, alojan hidrocarburos de baja calidad, su extracción requiere importantes y exclusivos desarrollos tecnológicos -son técnicas experimentales-, los costos operativos son mayores, en muchos casos los trabajos se realizan en condiciones muy rigurosas -como en el Ártico y las aguas profundas en general, donde las inclemencias climáticas son permanentes. Además, el rendimiento energético de los barriles equivalentes de crudo proveniente de estos reservorios complejos es cada vez menor, dada la logística e infraestructura que debe desplegarse para su extracción. Y, por otra parte, en la ampliación de la frontera extractiva también se encuentra la profundización, e incluso la causa, de sistemáticas violaciones de los derechos humanos tanto de poblaciones rurales como urbanas y periurbanas.
Si bien el contexto internacional de baja sostenida del precio del barril de petróleo plantea a nivel global interrogantes sobre la viabilidad de proyectos de extracción de hidrocarburos extremos, tanto en ámbitos gubernamentales como en sectores empresarios, lejos de dar un golpe de timón, buscan adaptarse al nuevo escenario sin renunciar al gas y al petróleo difícil de extraer. Y esta tendencia se manifiesta en los casos de Argentina y México, que no pierden el interés en el shale y en la insistencia de Brasil, con sus trépanos apuntando hacia los profundos crudos del Presal. También se expresa en las campañas exploratorias en aguas profundas que llevan adelante o se anuncian en países como Colombia y Uruguay, incluso en nuestro país, donde las autoridades de YPF y de la Secretaría de Energía de la Nación presentan al Mar Argentino como la Nueva Frontera a conquistar, que albergaría recursos extraordinarios, a pesar de que de no hay certezas respecto del potencial que se le asigna.
A través de las notas que nutren esta edición se van desarrollando diferentes aristas que hacen a la definición del eje temático de esta edición. En el escenario local analizamos las rupturas y continuidades con el modelo energético neoliberal que se da a partir de la estatización parcial de YPF y de las reformas del marco regulatorio, y la tensión de considerar a los hidrocarburos recursos estratégicos-commodities. En este punto quedan planteadas las dudas sobre el futuro de la política energética actual, que apuesta al desarrollo masivo de Vaca Muerta, a pesar de que sea necesario fijar un precio del crudo interno superior al internacional para poder mantener viva la ilusión de la abundancia. También subrayamos cómo la reforma del marco regulatorio anticipa el ingreso al universo extremo, otorgando excepcionales beneficios tanto a la explotación de yacimientos no convencionales -incluidos los crudos extra pesados- como a los de la plataforma continental; y ante eso, las nulas expectativas que despiertan los candidatos presidenciales con posibilidades de llegar a la Casa Rosada. Todos sostienen un discurso de diversificación energética en abstracto y los escenarios que promueven para complementar a Vaca Muerta no son menos riesgosos que el fracking, como es el caso de la gasificación subterránea de carbón.
Los Horizontes Extremos de Latinoamérica están contorneados por la violencia alarmante que vive México, donde se reformó profundamente el marco jurídico para viabilizar el desembarco del sector petrolero trasnacional y avanzar sobre yacimientos no convencionales. “Las reformas estructurales aprobadas en 2013 y 2014 por el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto (…) vaticinan que las causas profundas del malestar social existente se profundizarán y expandirán. Con ello se prevé un aumento de la conflictividad y la violencia, en particular de aquella ejercida por el Estado, ya sea a través de su propio actuar o por decidir mirar hacia otro lado cuando otros la ejercen.”
El dolor mexicano se conjuga con el dilema que se plantea en Brasil a partir del descubrimiento y explotación del Presal y que se extiende a todos nuestros países. ¿Se puede prometer la abundancia y el bienestar a partir de recursos cuya explotación implican el cercenamiento de derechos y soberanías de pueblos indígenas y comunidades de campesinos, afrodescendientes y pescadores artesanales? El recorrido en torno a este verdadero hito de las energías extremas, se detiene en diferentes aspectos, los desafíos tecnológicos de extraer crudos de aguas ultraprofundas, las reformas del marco regulatorio y las disputas por la renta, las denuncias de corrupción que han abierto una grave crisis política en el país y las resistencias que reclaman el freno de la avanzada extractiva y caminar hacia una sociedad post petrolera.
Las promesas de bienestar ancladas en el potencial de los reservorios presalinos y en las formaciones de lutitas nos invitan a reflexionar sobre la experiencia venezolana, la expansión del modelo de petro-Estado desarrollista y sus males endémicos. Lejos de la panacea, la Revolución Bolivariana enfrenta un importante desafío que se expresa en la tensión entre las estructuras del antiguo modelo petrolero y las diversas experiencias que buscan forjar un futuro más allá del rentismo.
Y en este mar de tensiones para construir otros horizontes, muy diferentes a los extremos, a los hegemónicos, ponemos a discusión la propuesta de Oilwatch, la red del Sur Global de resistencia a las petroleras, de cara a la próxima Convención del Cambio Climático que se realizará en París. En lugar de criminalizar y reprimir a quienes intentan frenar la ampliación de la frontera extractiva, se propone el reconocimiento formal y, por ende, el estímulo a los esfuerzos de pueblos y naciones, provincias, estados, regiones y localidades que dan pasos firmes para no extraer hidrocarburos del subsuelo, ya que están resolviendo las causas del problema: la adicción a los combustibles fósiles.
Que sea movimiento.
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